XVII

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-Alan está muerto.
-¿Que? No, no es cierto.
-Lo encontraron en su departamento, estaba tirado en el suelo, según nos dijeron cuando lo encontraron tenía 4 horas muerto. —Es lo último que dijo antes de que arroje el teléfono a la cama.
-¡No! ¡Tú no! —Grité varias veces, antes de llorar. Jos intentó abrazarme, pero no lo dejé, y si se acercaba lo golpearia, no quería nada, sólo estar con Alan. —Salí de la habitación, fuí a la recepción.
-¿Madame, are you okay? —La idiota me habló en Francés e Inglés, yo hablaba español.
-Un vuelo para México, busque lo antes posible. —Me miró extrañada, no me entendía y yo no hablaba Alemán, ni nada de eso, lo más cercano era ruso.
-¿Mexico? —Asentí. Tomé un papel, dibujé un avión, y un boleto que parecía uno de avión según yo.
-Hola _____, ¿que pasa? —Me preguntó Cielo.
-Necesito irme a México, y ella no me entiende. —Señalé a la recepcionista.
-Yo hablaré con ella. —Se acercó a la recepción y habló con ella, la mujer asintió y buscó algo en la computadora, Cielo volteó a verme. -Hay uno a las 12, pero te tienes que ir ya, para llegar a tiempo.
-Dile que si.
-¿Cuantos?
-Solo uno, iré por mis cosas. —Le dije y así lo hice. Fuí a la habitación por mi maleta, la dejaria, sólo llevaría conmigo lo importante (dinero, pasaporte, celular y tarjeta de crédito) me puse mis tenis y una sudadera que realmente era de Alan, él me la había regalado, era la sudadera que tenía cuando nació Violeta.

 Fuí a la habitación por mi maleta, la dejaria, sólo llevaría conmigo lo importante (dinero, pasaporte, celular y tarjeta de crédito) me puse mis tenis y una sudadera que realmente era de Alan, él me la había regalado, era la sudadera que tenía cu...

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-¿A donde vas? —Me preguntó Jos dándome mi teléfono, que por fortuna tenía funda, no se dañó.
-Me voy a México, te quedas con mi mamá.
-¿Te llevarás a la bebé?
-Es mi hija.
-Tambien es mía.
-La llevaré conmigo, Alan la quiso como una hija.
-Pero no lo era.
-Él estuvo conmigo en la sala de parto, él cortó el cordón umbilical, fue la persona que Violeta escuchó desde el primer minuto de vida, es lo mínimo que puedo hacer. —Llamé a mi mamá, contestó a la primera llamada.
-¿Que pasa hija?
-Ven al hotel, voy a llevarme a la niña.
-¿Como? ¿A dónde?
-Aquí te explico, apresúrate, pero con cuidado. —Colgué, salí de la habitación. Fuí a la recepción, en menos de dos minutos mi mamá estaba aquí.
-¿Que pasa?
-Dame las cosas de la niña, la llevaré conmigo de vuelta a México.
-Debo ir a la habitación por ellas. —Asentí, ella lo hizo lo más rápido que pudo. Regresó con todo, me lo dió. -Dime que pasa.
-Alan está muerto.
-¿Como? ¿Vas con él?
-Esa es la idea.
-Voy contigo.
-No, sólo te pido que te lleves mi maleta, ¿si?
-Claro hija. Nos veremos pronto allá.
-Te amo. —Besó mi frente. La recepcionista me dió una hoja impresa, era mi boleto. Le agradecí a Cielo, ella también volvía a México en ese vuelo, dijo que me acompañaría sin problema, dijo que tenía unas cosas que arreglar en la ciudad de México, algo de unos patrocinadores o algo así, la verdad no presté atención. Cuando menos lo noté ya estábamos aterrizando en México. Un taxi nos llevó a casa de los abuelos maternos de Alan; Jesús Navarro y Esther Becerra.
-Karen… —La llamé al entrar a la casa para que se acercara a mi, lo hizo y me abrazó, lloraba desconsolada, yo también.
-oh, hola hermosa. —Le dijo a la bebé, limpió sus lágrimas pero más salían.
-Ella es Cielo, una compatriota. —Le presenté a mi nueva… ¿amiga?
-Hola, mi más sentido pésame. —Dijo Cielo, Karen sólo asintió como dando las gracias. Fuí con los abuelos de Alan, Cielo sólo me seguía, y tenía razón en hacerlo, no conocía a nadie.
-Hola. —Los saludé intentando parar de llorar.
-Hola hijita, ¿como estas? —Me preguntó la señora Esther.
-Deshecha —Admití y reí un poco, pero lágrimas calleron de mis ojos. Tomó mi mano.
-Nosotros también hija, siempre pensamos que nosotros íbamos a morir primero, igual que con Nadia, y miranos.
-Alan está con su mamá ahora, deben estar poniéndose al corriente de todo lo que a pasado. —Dijo el señor Jesús, reí un poco al recordar lo que una vez hablamos Alan y yo de la muerte.
Flash back…
-¿Como crees que se sienta morirse? —Le pregunté a mi amigo Alan de 11 años. Mirábamos las nubes en el cielo.
-Bonito.
-¿Bonito? —Pregunté confundida.
-Si, ¿te imaginas reencontrarte con tus familiares muertos? Esos que querías un buen.
-¿Como tu mamá?
-Mjm, así.
-Yo creo que te vas a reencontrar con tu mamá en tres mil años.
-¿Por?
-Porque tienes que vivir mucho, ya si quieres en tres mil años te puedes morir.
-¿Y tu?
-Yo en dos mil.
-¡Ah! ¿Y yo por qué más tiempo?
-Porque tu me tienes que llorar a mi, no yo a ti cuando me muera.
-No eh  _____, no se vale.
-Bueno, también me muero en tres mil años.
-Nos morimos el mismo día.
-Va —Le dije y me levanté del suelo para dejar de mirar las nubes.
Fin flash back…
—Y me morí el mismo día que él, ya no podía sentir dolor, ni alegría, ni nada. Apagué mis sentimientos cuando lo miré dentro de esa caja.
-Tuvo una sobredosis, mucha droga y alcohol. —Me dijo Karen tomándome de los brazos.
-Lo dejaría, por nosotras, lo hizo desde que nació Violeta.
Flash back…
-No te quiero perder nunca.
-No me vas a perder, yo estaré siempre para ti y para nuestra hija, solo… debo salir de ese centro de rehabilitación.
-Yo confío en ti, yo sé que ya estás rehabilitado, que ya no necesitas estar ahí, yo sé que esa pequeña personita fue la medicina que te curó, yo sé que no le vas a fallar, no me vas a fallar. —Le dije ya separados pero seguía tomando su mano.
Fin flash back…
-Fue mi culpa, yo lo dejé sólo, alejé a la niña de él, por mi culpa está muerto. —Me culpé, y podía ser verdad.
-No digas eso, no es tu culpa. —Me consoló Iván, me abrazó por la espalda, yo puse mi mano sobre la suya.
-Odio sentir esto, no quiero sentir. —Le confesé con más lágrimas. -No puedo creer que esté muerto.
-Yo tampoco. Apenas ayer lo ví, se veía bien, fuerte y sano, pero las malditas drogas lo mataron.
-¿Crees que está con su mamá? —Le pregunté, Iván apretó mi brazo un poco, lloraba más, se los aseguro.
-Alan siempre decia que por ser el mayor de nosotros, él moriría antes, nos decía que cuando muriera y viera a mamá le iba a decir las buenas personas que fuimos Karen y yo, le iba a contar de sus nietos y de su hija Violeta. —Miró a mi bebé, sonreí al imaginarme a Alan hablando con su mamá sobre mi hija.
-¿Es su hija? —Me preguntó Iván en un susurro. Negué levemente la cabeza. -Hubiera sido genial tener un pedacito de Alan aquí en la tierra.
-Yo sé, pero lamento que Violeta no sea su hija.
-Él la quiso como una, no dudo que le haya dejado todo a ella. —Fruncí el ceño, ¿como que "todo"? Si Alan según me dijo no tenía nada, por eso trabajaba conmigo. -Alan tiene una pequeña empresa de bienes raíces, también negocios que le dejó nuestro padre antes de morir.
-No, tenganlo ustedes, si es así yo no quiero nada para Violeta, era de su padre para sus hijos, no para los hijos de amigos.
-Alan querría que fuera así, y si no hizo testamento, lo haremos así, se lo daremos a Violeta.
-Iván… —Me volteé y lo miré de frente, el me abrazó.
-Ya dejemos eso.
-_____, te buscan. —Me dijo Karen, me separé de Iván, fui a donde estaba Karen.
-¿Que haces aquí? —Le pregunté un poco enojada, en realidad lo estaba.
-Vine a verte, a consolarte. —Se acercaría a mi, pero me alejé y le puse mi brazo.
-¿Que te pasa? Vete, en verdad.
-Creo que vas a necesitar una terapia para superar esta muerte tan dolorosa.
-Buscaré otro terapeuta, no te necesito, y en verdad, vete Ángel.
-¿Que haces aquí idiota? —Le preguntó Freddy, estaba enojado, ¿lo conocía?
-Hey, tranquilo colega.
-Colegas mis huevos, lárgate.
-¿Se conocen? —Le pregunté.
-Este idiota asesinó a mi mujer. —Dijo Freddy, me sorprendí, él rió un poco.
-Yo no la maté, yo no le metí ese pegamento industrial en el cuerpo, además, ¿quien le manda a querer cambiar? Si se hubiera querido tantito estaría viva. —Freddy se acercó más a él, pero yo me puse en medio.
-Freddy no, aquí no.
-Te juro que te voy a matar. —Dijo Freddy y lo empujó, se alejó de nosotros.
-Vete, y no quiero que me busques, creí que era yo la que me iba a clavar contigo, no tú conmigo.
-No sé que me hiciste, no puedo estar con alguien más, esto no sirve desde que estuve contigo. —Señaló su miembro al decir "esto"
-Eres un terapeuta que necesita una terapia. Busca ayuda. —Le dije por último antes de ir con Cielo. -Gracias por acompañarme.
-Tranquila, no dejaría sola a una compatriota.
-¿Tienes donde quedarte? —Ella asintió.
-Estaré en un hotel.
-No, te llevaré a casa de mi madre.
-No, para nada.
-Porfabor, es lo menos que puedo hacer.
-Oh, bueno, gracias. —Rió un poco.
-Iván me hizo señales para que volteara a ver a la puerta, era Bryan.
-Hola.
-Lo siento, sé lo importante que era para ti
-Gracias. Los presento, ella es Cielo, y él es Bryan, un amigo de mi esposo.
-Tambien soy tu amigo. —Me abrazó con un brazo, acercándome a él, yo lo abracé. La bebé estaba con los abuelos de Alan.
-Gracias por estar aquí.
-No podría estar en otro lugar. Sabes que te quiero. —Y no piensen mal, Bryan no me quería como mujer, osea, si lo hicimos algunas veces, pero ninguno de los dos incluyó los sentimientos, como creí que había pasado con Ángel Camarena.
-Se fue, se fue y no va a volver.
-Linda, él está bien, tranquila.
-Estabamos enojados, me dijo que estuviera con Jos, que él me lastimaria de nuevo. Me enojé… debí pedirle perdón.
-Yo sé que él te va a perdonar, incluso, sé que Alan ya no estaba enojado contigo, me lo dirían las vibraciones. —Bryan era muy… eléctrico, siempre creyó en eso de las vibraciones y las energías. Y siempre tenía razón.
-¿En verdad?
-Si, él ya te perdonó, estoy seguro.
-¿Crees que puedas hablar con él? —Bryan podía hablar con las personas sin palabras, sólo por las energías. Él asintió, dejó de abrazarme y fue a donde estaba Alan. Pasó un buen tiempo. Tres meses realmente y yo seguía sin creer que mi mejor amigo había muerto. Bryan no me dijo si había podido hablar con él.
Tres meses después…

¡¡LAS AMO CON TODO ESTO QUE LA GENTE LLAMA CORAZÓN!!
¡PÁSENSE POR LAS DEMÁS FICS!

Mi Canela |J.C|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora