El Gran Ejército Pagano: III

1.8K 142 2
                                    

Al alba del día siguiente el ejército se puso en marcha. Sigrid trató de alejarse lo más posible de Harald y los otros reyes así que decidió marchar junto a sus escuderas, al frente de las tropas, un poco por detrás de los hijos de Ragnar.

Ivar miró hacia atrás y le dirigió una sonrisa a la escudera. Sigrid le devolvió la sonrisa.

— Esas miraditas no me gustan — Gruñó Olaf, con su gran hacha cargada la hombro — El hijo de Ragnar no es de fiar, mi niña.

— Olaf...sabes que confío y quiero a Ivar y tú sabes como soy. Si él me hace algo le cortaré la garganta.

El hombretón miró al frente y frunció el ceño.

— Recuerda lo que hice cuando Egil el Bastardo estuvo a punto de violarte: Le dejé sin dientes y le hice un pequeño recuerdo de fuego en la cara. Imagina que haré con el Deshuesado si...cruza la raya.

— Ivar no es Egil.

— Todo hombre es un bastardo cuando el deseo le nubla, mi niña. Ten cuidado y no dudes en pedir la ayuda que necesites.

Sigrid suspiró. Si tan solo Olaf supiese que Ivar no podría violarla...bueno, claro que podría pero Sigrid deseaba pensar que no llegarían a eso. Le quería, no había querido a ningún otro chico como a él y deseaba que Ivar no fuese tan sádico como ella pensaba. O eso esperaba.

La gran hilera de soldados se detuvo cuando un jinete se acercó al galope por el camino. Sigrid y Olaf corrieron hacia al frente.

El vikingo desmontó y se ha cercó hasta Björn.

— ¿Y bien?

— Los sajones están a menos de un día, tienen un gran ejército.

Sigrid se acercó al lado de Ivar que le dirigió una mirada y una sonrisa deslumbrantes.

<< Está deseoso de volver a entrar en batalla >>

— Acamparemos aquí — Ordenó Björn — Mañana lucharemos...en nombre de nuestro padre y les venceremos

Ivar miró a Sigrid.

— Es un error.

— ¿Por qué?

Ivar hizo una mueca y apretó las riendas. Sigrid subió sobre el carro y puso su mano sobre el hombro de Ivar.

— Si crees que es un error impón tu opinión, Ivar. No eres inferior a tus hermanos.

— ¿Vienes conmigo? — Sigrid asintió ante la pregunta — ¡Vosotros acampad! Sigrid y yo vamos a inspeccionar el territorio en el que vamos a luchar.

— ¿De qué estás hablando? — Ubbe dio un paso al frente.

Ivar acarició la mano de Sigrid.

— Esperarán que luchemos de cierta manera ¿Por qué hemos de hacerlo? ¿Por qué no planeamos la lucha de un modo diferente y les sorprendemos?

Los cuatro hermanos se acercaron.

— Nuestros guerreros no entenderán lo que sucede — Dijo Hvitserk — Lucharemos con el muro de escudos, como siempre.

Sigrid miró a los hermanos.

— Nuestra gente ya ha sido derrotada por los sajones, antes ¿Y por qué? Porque siempre luchábamos de cierta forma. Los guerreros no son un impedimento, Hvitserk, se les puede explicar el plan y ellos acatarán órdenes.

— Y ahora somos muchos más — Contestó Ivar — Y ellos también son más, Hvitserk. No podemos luchar como siempre. Sigrid tiene razón, hay que jugársela a los sajones.

La Edda de Ivar el DeshuesadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora