Capítulo 5

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Me desperté en una habitación de madera, con un paño frió sobre mi cabeza y las manos de mi nana acariciando mi rostro.

- ¿Pauli te sientes mejor?

- ¿Qué sucedió nana?

- Te desmayaste después de ver a Rubio y Kidd te trajo a este lugar. Le expliqué lo que había pasado, pero sonaba confundido aun con la parte de que hacíamos aquí. – Me miró acusadora.

- Lo siento nana.

- No puedo creer que me mintieras María Paula. Si Bartolomeo no nos hubiese rescatado, ¿Sabes lo que pudo habernos ocurrido?

- Lo sé nana. – dije con toda sinceridad. Mentirle no era algo que me gustaba hacer, pero en ese momento no se me había ocurrido otra opción para escapar de Gómez.

Después de regañarme durante 20 minutos más, la puerta de la habitación se abrió.

- ¿Cómo te sientes esposita? – dijo sarcástico.

Su voz era grave pero con un toque de diversión.

- Kidd... es decir... Bartolomeo... perdón Capitán.

Kidd me miraba divertido, mientras me observaba luchando por encontrar las palabras correctas para empezar mi explicación sobre mi mentira acerca de ser su prometida.

- Puedes decirme mi amor, mi cielo, chocolatito, maridito... ¿Cómo deseas que nos digamos una vez casados? – volvió a bromear mientras caminaba hacia mí.

- Oh Kidd, en verdad lo lamento. No se me ocurrió que más decirle a ese... filibustero. – dije con repudio en mi voz.

- Señora Josefa, por favor deme unos minutos con la señorita de la Garza.

Mi nana me volteó a ver, preguntándome con su mirada si estaba de acuerdo. Asentí. En cuanto Josefa se retiró, Kidd se sentó en la silla juntó a mi cama que anteriormente Josefa estaba ocupando.

- Veo que no tienes en alto a los "filibusteros", mas sin embargo, aquí estás, en la cama con uno.

La manera en que hacía esa insinuación hacia que el calor subiera y bajara de mis mejillas como máquina de vapor.

- No es mi intención ofenderte Kidd. Es solo que ese mal nacido...

- Ya no esta aquí para lastimarte. – me interrumpió- No hablemos de él. – Asentí. – Pero dime María Paula, ¿Qué estabas pensando en venir a un lugar como este y a estas horas de la noche? ¿Sabes lo que pudo haberte pasado?

- Oh, no tu también por favor. – Aunque el tono de su voz era de verdadera preocupación, no estaba de ánimo para otro sermón sobre mis malas decisiones. – Estoy consciente que no fue la mejor idea, pero tienes que entender que no tenía otra salida.

- ¿Entonces ser abusada y golpeada por cientos de piratas sucios con enfermedades y piojos, es mucho mejor que casarte con uno de los hombres más ricos del país?

La imagen mental me había dado nauseas. Kidd tenía un punto, pero aún no estaba lista para darle la razón.

- En mi defensa, no había pensado que algo así podía suceder. Solo pensé en venir a buscarte y pedir tu ayuda. El intermedio ni siquiera fue parte de mis planes.

- Eso pasa cuando niñas ricas e inmaduras como tú no entienden que hay un mundo afuera desafiante y peligroso, más allá del mundo de fantasía y burbujas de caramelo que sus padres les crean.

Sus palabras me habían ofendido. Pero su opinión estaba agarrando fuerza, porque efectivamente en mi mundo de fantasía nada de esto estaría pasando, y Kidd jamás me hablaría de esta manera. Pero cuando la fantasía y la realidad se encuentran, tu cabeza sigue aferrándose al escenario que más le agrada.

- Lamento ser una molestia Kidd. No es mi intención. – dije aguantando las lágrimas que el enojo dentro de mi me estaban generando. No quería verme como una niña mimada nuevamente frente a él. – Lo único que quiero, es un lugar en tu embarcación hacia Europa. Y no pretendo hacerlo por el precio de nada, traje joyas para pagarte.

Kidd había notado que estaba resistiendo por contener las lágrimas, porque su tono de voz se suavizó.

- María Paula. Eres una niña y es por eso que no entiendes que las cosas no son así de sencillas. Para empezar, es un viaje peligroso, nunca sabes lo que puede ocurrir en altamar. Mi tripulación está repleta de ladrones, bandidos y hombres abusivos como Rubio. Nunca estarías completamente a salvo de ellos. Tengo muchos enemigos y constantemente soy propenso a ataques.

- Si te llevo conmigo, con lo que declaraste en el bar de nosotros siendo prometidos, aunque no sea verdad, si subes a mi nave, les daría fuerza a sus teorías de que si lo eres. Y serías blanco constante de vendettas para llegar a herirme a mí. Así que lo lamento pero la respuesta es no. – Su tono se volvió más frío al final. – Ahora por favor arréglate para que pueda llevarte de vuelta a tu padre.

- No Kidd, lo lamento. Agradezco que me hayas salvado la vida, pero si tú no aceptas llevarme en tu barco, estoy segura que otro pirata aceptará mi propuesta.

- ¡María Paula! Esto no es una broma.

- Exactamente. Esto es todo, menos una broma para mí. Es mi vida Kidd. No quiero casarme con un asqueroso cerdo pervertido que me triplica la edad y ser infeliz para siempre. Tal vez tú me veas como una niñita mimada que no conoce nada de la vida, pero no me interesa como veas. – Kidd me miraba con atención. No estaba segura si alguien le había hablado así en su vida sin perder la cabeza en el intento. – No me interesa porque no es tu vida la que trato de salvar, es la mía. Y hasta mi último aliento voy a pelear por lo que quiero Bartolomeo Kidd. Asi que agradezco tu ayuda, pero no eres nadie para meterte en mi vida o decisiones.

Me paré de la cama para alejarme hacia la puerta de la habitación. Antes de que pudiera girar la manija, una mano fría y grande cubrió una de mis pequeñas muñecas.

- No voy a dejar que lo hagas María Paula. Este no es un lugar seguro para ti.

Mi espalda estaba recargada contra la puerta y Kidd estaba a centímetros de mi rostro, aun con su mano sobre mi muñeca y la otra recargada en la puerta sobre mi hombro. Su respiración a centímetros de mis labios y sus ojos profundos desnudándome el alma.

- No estoy pidiendo tu permiso Kidd. – dije con todo el valor que me quedaba.

Giré la manija y me encamine a buscar a mi siguiente transportista. 

El filibustero que robó mi corazón (Piratas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora