- Kidd. – por fin hablé.
- ¡Por Dios María Paula! ¿Qué estabas pensando?
- Fue un accidente Kidd, no sabía que el mar...
No me dejó terminar de hablar, cuando me apretó contra su cuerpo.
- Pensé que te había perdido niña. – dijo con temor en su voz.
Me limité a sonreír.
- Gracias por salvar mi vida. – lo abracé – Por tercera ocasión.
- Solo han sido 2 veces. – dijo pensativo. – La primera vez de Rubio, y ahora que intentaste ser una sirena.
- No, la segunda vez fue cuando me permitiste venir contigo a Europa. Me diste una oportunidad de vivir la vida que deseo Kidd. – le sonreí y el me brindó una mirada de asombro y ternura.
- Entonces tienes razón. –sonrió. – Soy algo así como un superhéroe, soy un Súper Pirata. – me guiño un ojo y nos echamos a reír.
- Eres un súper tarado, - dije entre risas – pero un tarado al que le debo la vida.
- Puedes pagarme viviendo al máximo Pauli, y dejando ese complejo de gato tuyo, creyendo que tienes 9 vidas. Debes de ser más cuidadosa. Tienes que entender que el mundo no es siempre color de rosa.
La frialdad había regresado a su voz. Me ayudó a levantarme, y me cargó a mi habitación. Por más que insistí en que estaba perfectamente bien para caminar, Kidd solo me ignoró y me llevo al camarote.
Josefa estaba hecha un mar de llanto, cuando me vio, soltó la cruz que siempre llevaba para hacer sus oraciones, y ayudó a Kidd a meterme a la cama.
Me explicó que cuando entró al camarote y no me vio, se asustó porque todos los tripulantes le habían dicho que se avecinaba una tormenta y debíamos permanecer en las habitaciones. Al no encontrarme por ninguna parte del barco, mandó a Ramón a buscar a Kidd y así fue como Kidd supo que yo estaba en cubierta.
Kidd me entregó un par de sábanas extra, e insistió en que permaneciera en completo reposo. Le ordenó a Josefa que no me dejara salir de la habitación. Y que me ayudara a cambiarme de ropa.
Cuando intenté levantarme para mostrarle que estaba perfectamente bien, el dolor de mi costilla izquierda me hizo contraerme de regreso. Antes de que pudiera caer, Kidd puso su mano sobre mi cintura.
A pesar del dolor de mi cuerpo, sentía más fuerte la interacción del calor de la mano de Kidd sobre la delicada seda de mi camisón.
- ¿Te hiciste daño?
- No es nada, solo es un pequeño golpe.
- No parece pequeño María Paula.
- Te prometo que no es nada Kidd. Solo estragos de luchar contra una tormenta. – sonreí.
Después de una larga discusión sobre mi costilla y el ver a un doctor, Kidd terminó por acceder a revisar si mañana seguía mi dolencia, o solo era el impacto del golpe.
Kidd no quería dejar mi habitación. Josefa me había ayudado a ponerme ropas secas y a meterme bajo las sábanas, pero Kidd seguía con la misma ropa húmeda por mi culpa.
- Debes estar muy cansado. No es necesario que me cuides. Debes de cambiarte antes de que te resfríes.
- No es necesario, estoy bien.
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El filibustero que robó mi corazón (Piratas)
Любовные романыEl padre de María Paula esta decidido a prometerla en matrimonio con un hombre que le triplica la edad. María Paula no esta dispuesta a dejar que eso suceda y menos después de conocer al pirata más sexy y temido de la historia. Con un temperamento...