Capítulo 53

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Pensé que me gustaría hacer si fuera el último día de mi vida.

Desperté. Tome un delicioso baño de agua caliente. Besé y abracé a mi nana, comí una gran rebanada de pastel de chocolate y reí viendo a mi tía pelear con Josefa por la nueva trama del libro que estaban leyendo.

A veces damos por sentado los pequeños detalles que nos llenan la vida de felicidad. Nos parecen tan normales que no nos damos cuenta que si un día no llegan más, nuestro corazón lo echaría en falta.

Decidí escribirle una carta a mi padre. Diciéndole cuanto lamentaba haberle hecho daño, que le quería, que estaba bien y que anhelaba algún día volver a verle. Al final de todo, era mi padre y le quería. A veces las situaciones de la vida, pueden cambiar a una persona. Yo no sabía que había pasado en él. Tal vez la muerte de mi madre lo había vuelto tan severo. Y eso ahora podría comprenderlo. No es fácil vivir con tanto dolor en el corazón. A veces tienes que volverlo de piedra para poder seguir viviendo.

Mi tía y Josefa me miraban confundidas. Les sorprendía bastante escucharme reír tal vez. La verdad yo tampoco recordaba como se sentía.

- Me gusta verte así Pau Pau.

- Tu risa es como música para mis oídos Pauli.

- Que exageradas son. – reí. - ¿Sabían que las amo muchísimo?

- Ay cariño, nosotras te amamos más. Eres un regalo del cielo. Desde el primer día que llegaste no has hecho más que traer felicidad a mi vida. – me sonrió mi tía.

- Pauli, eres lo más precioso que tengo.

Las dos se desbordaban en palabras de amor, y me sentí agradecida de tener a gente en mi vida que me amaba tanto. Había estado tan enfocada en las cosas malas que me sucedían que había desvalorizado las buenas.

Alberto tocó a la puerta. Había cumplido su palabra.

- ¿Estás lista para ir a dar ese paseo cariño? – sabía que se forzaba a sonreír, y lo quería por eso.

- Estoy lista. – le tomé de la mano. – Queremos pasar un tiempo a solas, les dije a las dos. Creo que lo necesitamos. Tenemos muchas cosas de que hablar.

- No veo cual es el problema. – dijo mi tía. – De cualquier manera, ya están comprometidos. Solo traten de regresar pronto. Cuídala Alberto.

- Claro tía. Con mi vida. – sonrió.

Todo el camino Alberto no dejaba de preguntarme si estaba segura.

- ¿Sabes que, si te descubren, podrían dispararte ahí?

- Alberto, ya lo hablamos. Por favor.

- Lo siento. No diré nada más.

- Alberto. – dije después de unos segundos de silencio – te quiero.

Alberto me miró sorprendido.

- ¿Qué? – dijo como si no me hubiera escuchado bien.

- Se que tal vez no lo hago de la manera en que tu lo haces. Pero quiero que sepas que has sido una bocanada de agua fresca cuando mi mundo se puso de cabeza. Has sido mi amigo, mi confidente, y has estado para mi sin importar la situación. Te he mentido, y te he lastimado. Y sigues a mi lado, sin reproches, ve incluso hacia dónde vamos en este momento – dije riendo - Vas a ayudarme a salvar la vida del pirata que amo. No se como agradecerte todo lo que has hecho por mí. No te merezco en mi vida. Pero quiero que sepas que te quiero y si las cosas hubieran sido diferentes...

El filibustero que robó mi corazón (Piratas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora