Capítulo 38

1.3K 117 21
                                    

Alberto estaba arrodillado frente a mí, con su preciosa sonrisa y esperanza en sus ojos.

No podía hacerle esto, no podía mentirle de esta manera. Una parte de mi quería salir corriendo.

- Alberto yo... - las palabras no salían de mi boca.

- María Paula, si no te sientes segura en este momento, puedo darte un tiempo para pensarlo. Entiendo que es muy pronto...

- No, no es eso.

- ¿Entonces que sucede?

No era el mejor momento, ni el mejor lugar para decirle la verdad. Las personas comenzaban a mirarnos por la situación comprometedora en la que estábamos.

- ¿Podemos hablar en otro lugar?

- Claro. ¿Te encuentras bien?

- ¡Por favor levántate Alberto! – dije un poco desesperada. Sentía que la respiración me faltaba.

Alberto se levantó rápidamente con cara de preocupación. Estaba siendo un poco grosera con él y el no tenía culpa de nada.

Comenzamos a caminar, yo un poco más rápido que de costumbre y Alberto trataba de seguirme el paso.

- María Paula por favor detente. – me pidió.

- No puedo Alberto. ¡No puedo, no puedo, no puedo!

- ¿Qué no puedes?

- No puedo hacerte esto. – dije caminando de lado a lado.

- María Paula, tranquilízate por favor. Es muy pronto para que tomes una decisión. Te prometo que si me das tiempo y una oportunidad, puedo hacerte muy feliz.

- ¡Es que no es por ti!

- ¿No eres tu soy yo? – dijo sarcástico. – Siento que se me esta regresando lo que llevo años diciéndole a las chicas. – intentó formar una sonrisa, pero se veía realmente triste.

- Es que es cierto Alberto. No es por ti.

- Dime algo María Paula. ¿Te parezco atractivo? – dijo sonriendo.

Solo asentí.

- ¿Te parezco aburrido?

Negué con la cabeza.

- ¿Te la pasas bien conmigo?

Volví a asentir.

- En ese caso, ¿Por qué no nos das una oportunidad? – dijo tomándome de las manos. – Tal vez en este punto no estés enamorada de mí, pero sé qué puedo hacerte cambiar de opinión. Lo único que necesito es una oportunidad.

Me miraba con suplica y esperanza. Si Kidd nunca hubiera sido parte de mi vida, seguramente enamorarme de Alberto no sería algo complicado. Pero lamentablemente no era así. Y el problema no era si podía enamorarme o no de él. El problema era el secreto que crecía literalmente dentro de mí.

Alberto me había demostrado ser una persona confiable, pero no sabía como tomaría una noticia de esta magnitud. Por muy buena persona que fuera, nadie aceptaría adoptar al hijo de otro, y menos de un filibustero.

No sabía si solo me dejaría, o guardaría mi secreto. Pero de la experiencia con Luciano había aprendido que las mentiras solo te llevan a más mentiras y al final vuelven las cosas peores.

Tenía que hacerlo, tenía que decirle toda la verdad.

- Alberto, necesito decirte algo. – dije nerviosa – Y esto va a cambiar nuestra relación por completo.

El filibustero que robó mi corazón (Piratas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora