Los días siguieron pasando, y según Ramón, las cosas cada vez se intensificaban más con la tripulación. Había rumores de posibles ataques de diversos bucaneros. Se decía que quien consiguiera regresarme a casa, le darían de recompensa 5 contenedores de plata.
No sabía si sentirme ofendida o alagada por el precio de mi rescate. El Sr. Gómez era dueño de miles de contenedores y solo ofrecía 5. Era una enorme cantidad de dinero, pero aun así para alguien de su categoría era poco.
Ramón decía que varios navíos habían intentado acercarse al Tricornio, pero Kidd como había prometido lo tenía todo bajo control. Como la hacía, no lo sé. Pero llevábamos ya 2 meses en mar y yo jamás había escuchado de un solo asalto.
Ramón decía que en este periodo Kidd había tomado el botín de 10 barcos. Era como un ninja acuático. No sé si yo pasaba demasiado tiempo en mi camarote, o era inmune al el sonido de los cañones.
En ningún momento me enteraba de cuando algún barco nos declaraba la guerra o Kidd se decidía a atacarlos.
Desde la última vez que hablé con Kidd, habían pasado 2 semanas. A veces lo veía en cubierta dando órdenes a los demás piratas o en la cofa con su catalejo de oro, cerciorándose que todo estuviera bien en la ruta. Y por supuesto en el timón. Nunca estaba en un solo lugar. Me saludaba cuando no estaba muy ocupado, pero más de eso, no me dirigía la palabra.
Estaba a punto de irme a la cama, después de ponerme mi camisón, y me di cuenta que mi relicario no estaba colgando de mi cuello.
Comencé a volverme loca, era el único recuerdo tangible que tenía de mi madre y lo había perdido.
Busqué por todo el camarote, debajo de la cama, entre mis almohadas, en el tocador, debajo de la alfombra, entre mi ropa, pero no había señal alguna.
Hice un mapa mental de todos los lugares que había recorrido ese día. Recordé haber ido a al comedor y subir a cubierta a jugar póquer con Ramón.
Me dirigí hacia la cocina, salí tan a prisa de mi camarote que olvidé inclusive ponerme zapatos. Aun llevaba mi camisón y mi bata puesto pero por primera vez los piratas se percataron de mi vestimenta o me gritaron algún piropo.
Todos corrían de un lado a otro apretando bien las cuerdas que sostenían las velas, cargaban cosas y gritaban algo parecido "a son de mar".
No presté mucha atención, un pirata me dijo que me regresará a mi cuarto, su cara indicaba terror, iba a decirme algo más pero otro pirata le llamó para que lo ayudara con algo y no terminó su frase.
De pronto vi que yo era la única persona en cubierta. El cielo se había puesto negro y comencé a sentir pequeñas gotas de lluvia en mi cara.
Las olas de pronto comenzaron a golpear muy fuerte y la lluvia ya no solo eran pequeñas gotas. Era como si una cascada estuviera cayendo del cielo.
El barco se movía de lado por la fuerza de las olas que rebasaban ya los 3 metros. Toda la cubierta estaba llena de agua y yo me aferraba a un barandal del estribor del barco.
Intentaba ponerme de pie, pero el agua era tan fuerte que cada vez que intentaba levantarme, volvía a resbalar.
Para este punto ya estaba empapada, las manos y brazos me dolían por la fuerza que ponía en aferrarme al barandal del barco y las lágrimas que salían de mis ojos se confundían con la lluvia.
Ya no tenía más fuerza en mí para sostenerme, los truenos en el cielo cada vez eran más potentes y mis gritos eran nada comparado con el rugir del cielo.
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El filibustero que robó mi corazón (Piratas)
Любовные романыEl padre de María Paula esta decidido a prometerla en matrimonio con un hombre que le triplica la edad. María Paula no esta dispuesta a dejar que eso suceda y menos después de conocer al pirata más sexy y temido de la historia. Con un temperamento...