Capítulo 31

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Habíamos llegado a la isla, y lo único que deseaba era que Luciano no hubiese encontrado el tesoro de Burguette.

Sabía que teníamos desventaja en cuanto a los tiempos gracias a Gómez, pero Kidd se las había ingeniado para que pudiéramos llegar en la fecha correcta.

Al llegar vimos que el navío de Luciano estaba parado en la orilla, y no había muchas personas en él, lo que significaba que Luciano ya llevaba un buen tiempo de haber llegado y no había encontrado el tesoro aún.

Creo que Kidd y Luciano cometieron el error de subestimar a Burguette, y creer que el tesoro estaría a simple vista.

Empezamos a caminar para adentrarnos dentro de la isla. La tripulación tuvo que abrirnos camino para pasar a través de las enramadas.

Kidd no me dirigía la palabra y la verdad yo no esperaba menos. Me había comportado como una desgraciada sin corazón, haciéndole creer que lo único que me interesaba de él era el tesoro.

Había pisadas frescas en el barro que atravesaban la maleza, tal vez después de todo no se encontraban tan lejos.

Kidd les daba órdenes a la tripulación, y comenzaron a tomar caminos diferentes. Quería ganar el tiempo perdido y al mismo tiempo cubrir más territorio, me parecía un excelente plan hasta que llegó el punto incómodo de con quién debería irme yo.

Comencé a caminar hacia el equipo de Ramón, al menos era una cara conocida y no me sentiría tan incómoda con él.

Para mi sorpresa, Kidd no estaba de acuerdo con eso, y me indicó solo con una seña que debía seguirlo a él. No discutí, y simplemente obedecí.

Caminamos a través de la Isla, el calor era tan exasperante que 15 minutos parecían 3 horas. Los mosquitos eran del tamaño de una abeja, pero prefería una picadura de uno, que la indiferencia y desprecio que la mirada que Kidd me dedicaba cuando se acordaba que yo estaba ahí.

Cada vez que escuchaba el sonido de un animal distinto, lo único que quería hacer era correr a Kidd, pero inmediatamente quitaba esa idea de mi cabeza al pensar que seguramente Kidd quería asesinarme tanto como los animales del lugar.

Kidd solo hablaba con Jean Paul sobre hacia donde deberían de ir o por dónde empezar, pero no se inmutaba a mirarme o a pedir mi opinión.

Llevábamos bastante tiempo caminando y parecía que íbamos en círculos. Todo se veía igual al menos desde mi perspectiva.

Lo extraño era que no nos habíamos topado ni con Luciano, ni con alguno de sus hombres.

- Capitán, tal vez Burguette no escondió el tesoro aquí, ese viejo estaba demente, tal vez solo estaba jugando con nuestras mentes.

- No lo creo Jean Paul. El viejo estaba loco, pero se tomaba muy en serio sus acertijos.

Recordé que nunca habíamos terminado de descifrar el criptograma por completo. Cuando Kidd dijo que conocía la ubicación de la Isla, dimos por hecho que las coordenadas eran para llegar aquí.

- ¿Kidd? - dije con voz temblorosa, no habíamos cruzado palabra desde el barco.

- Dime Maria Paula. - dijo sin emoción y sin mirarme a los ojos.

- Acabo de recordar que no terminamos de descifrar el criptograma.

- ¿Qué quieres decir? El criptograma decía que el tesoro estaba en Isla Terrapio y pues mira a tu alrededor. - dijo sarcástico- Esto es Isla Terrapio.

- Si si, pero dimos por hecho que las coordenadas eran de la Isla. Tal vez las coordenadas son de la ubicación exacta del tesoro.

Kidd me miró sin ánimo por unos segundos. Como si le hubiese dicho lo más estúpido del mundo. Pero después de pensarlo por unos minutos, por fin accedió a escucharme.

El filibustero que robó mi corazón (Piratas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora