Kidd prácticamente me arrastró a la habitación. Estaba que echaba humo por la boca.
- ¡Kidd suéltame!
Sin respuesta.
- Kidd.
Nada.
- Me estás haciendo daño. – esto consiguió llamar su atención.
Por fin soltó mi muñeca y cerró la puerta de la habitación.
Comencé a sobarme el área de la muñeca donde antes estaba su mano.
Caminaba de lado a lado como un león enjaulado tratando de controlar su enojo.
No estaba lista para esta conversación. Sabía que querría explicaciones y ya no quería seguir mintiéndole.
Había sido el peor día de mi vida, Lucciano había intentado abusar de mí, me había chantajeado, no sabía en qué condiciones estaba Josefa, le había hecho creer a Kidd que pensaba lo peor de él, lo había orillado hacia los brazos de Lavanda y lo manipulé para que aceptara lo que sea que se tratara el trato de Lucciano.
Me sentía exhausta física y emocionalmente. Lo único que quería es que este día terminara de una buena vez.
- ¿En que estabas pensando María Paula? – me sorprendió la serenidad de su voz. En este punto pensé que me gritaría o habría más odio en sus palabras.
Ahora era yo la que no respondía.
- María Paula, - dijo sereno – Por favor, dime que está pasando. – parecía una petición más que una exigencia.
Aun no dije nada.
- ¿Te amenazó? ¿Hay algo que yo necesite saber? Porque si es así, te prometo que lo resolveremos juntos. No tengas miedo de decírmelo. – dijo acercándose a mi poniendo ambas manos en cada uno de mis brazos.
Ni una palabra.
- María Paula, mírame por favor. – suplicó buscando mi mirada. – Tienes que confiar en mí. Sea lo que sea, yo puedo ayudarte.
Quería decirle todo. Quería dejar correr todo el peso que estaba sobre mi pecho, las lágrimas dentro de mí ardían y gritaban por salir. Quería el consuelo de sus brazos. Quería decirle que no podía más. Quería decirle que confiaba en él con mi vida.
Pero hacerlo, era poner en peligro la vida de Josefa. Y no podía arriesgarme a eso. Si Lucciano sospechaba por un momento que Kidd lo sabía todo, no dudaría en hacerle daño. Y no podía ser así de egoísta. No podía tener mi felicidad y alivio a cambio de la vida de la única persona que me ha amado sin condiciones y me había cuidado como a su propia hija.
Así que por ella tenía que continuar en este papel de una persona frívola sin emociones ni arrepentimientos.
- María Paula mi amor, - nunca me había llamado de esta manera, me tomó por la quijada y alzó mi mirada – Dime que sucede – nunca me había hablado con tanta ternura y adoración.
De verdad quería decirle, de verdad que sí. Pero no podía.
- No sucede nada Kidd. – dije con frialdad.
- No me mientas María Paula, ¿Por qué habrías de buscar a Lucciano sin una razón? – dijo pensativo – No tiene sentido. Sabes que no es una buena persona.
- ¿Qué diferencia puede haber entre tú y él? – mis palabras eran hirientes.
Su expresión cambio.
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El filibustero que robó mi corazón (Piratas)
Любовные романыEl padre de María Paula esta decidido a prometerla en matrimonio con un hombre que le triplica la edad. María Paula no esta dispuesta a dejar que eso suceda y menos después de conocer al pirata más sexy y temido de la historia. Con un temperamento...