Capítulo 26

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Lo siguiente que sentí fue la mano de Kidd en mi muñeca, arrastrándome hacia mi habitación.

- ¿Kidd que está pasando?

- María Paula, por favor, por una vez en tu vida, no discutas y camina.

- ¿Pero dime que sucede?

Antes de que pudiera contestarme, un hombre salió de la nada.

Me tomó del brazo separándome de Kidd y puso mi cuerpo contra el suyo poniendo una daga sobre mi cuello.

- Si no quiere que nada le pase a la señorita, le aconsejo que no se mueva– anunció el hombre.

Si las miradas mataran, Kidd no hubiese necesitado un arma.

- Te aconsejo que no la toques. – dijo con veneno en su voz.

Mi respiración se aceleraba cada vez más, sentía que la punta del puñal podía penetrar mi cuello en cualquier momento.

A lo lejos escuchaba sonidos de espadas chocando, hombres corriendo y gritando, cosas rompiéndose, y cañones disparando.

- No tienes opción amigo – puso una de sus manos sobre mi pecho para provocar a Kidd. – Ahora haz lo que digo o ...

Antes de que pudiera reaccionar si quiera, Kidd sacó un revólver y disparó justo en medio de sus cejas.

Su sangre salpicó sobre mi rostro, y lo siguiente que escuche fue su cuerpo desvaneciéndose detrás de mí.

- Lo mataste - dije incrédula de lo que había ocurrido.

- Así es, - respondió como si no tuviera importancia. – Ahora camina.

- Lo mataste. – repetí otra vez.

- ¿Qué hablamos sobre señalar lo obvio? – dijo aun arrastrándome en los pasillos.

- ¡Capitán! – gritó Jean Paul quien tenía su ropa también manchada de sangre y sostenía una espada. – Lo necesitamos en cubierta.

- ¡Joder! – dijo molesto – Lleva a María a Paula a mi habitación y enciérrala ahí, no dejes que nadie se acerque si quiera.

- No Kidd, - dije asustada- No me dejes sola.

Sabía que era egoísta de mi parte, pero estaba aterrorizada.

- Vas a estar bien amor mío, lo prometo. – dijo tomándome por las mejillas.

- Por favor no, - dije aun temblorosa viendo la sangre que estaba en mi ropa. – Déjame ir contigo. – lo miré suplicante.

- No María Paula, no es seguro - antes de que pudiera responder, me beso en los labios sin darme tiempo de reaccionar. - miró a Jean Paul – Haz lo que te digo.

- Si mi Capitán.

- Kidd no por favor... – antes de terminar, Jean Paul me había levantado del piso y me estaba cargando a mi habitación.

- Si algo le pasa, te mueres Jean Paul. – amenazó Kidd.

- Si Capitán.

Vi a Kidd alejarse y mi corazón latía a mil revoluciones. Los sonidos que provenían de la cubierta estaban volviéndome loca, disparos, hombres gritando, gemidos de dolor y disparos. El olor a pólvora estaba por todos lados.

- ¡Jean Paul déjame bajar!

- Es más rápido si ...

- ¡Jean Paul! – grité – Por favor, yo puedo caminar.

El filibustero que robó mi corazón (Piratas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora