Miró a Zareck y de inmediato pensó que de verdad le faltaba experiencia en ese campo. Tal vez, se estaba confiando demasiado. Podía ser que Zareck de verdad estuviera manipulándola, pero ella misma había sido quien le había propuesto al joven darle lo que pidiera a cambio de su colaboración. No podía faltar a su palabra, sobre todo si planeaba ganarse la confianza del chico.
Caminó hacia donde estaba el ojiazul. Cuando estuvo cerca, colocó la frazada sobre el delgado y frágil cuerpo del joven. Esta acción provocó una reacción repentina que la asustó.
Los ojos de Zareck se abrieron de golpe. Sin embargo, no hizo movimiento alguno, mucho menos uno que incluyera violencia. Tan solo movió la cabeza, haciendo que sus ojos se juntaran con los de su psiquiatra, que se veían mas claros de lo normal.
Para sorpresa de Ariadne, una leve sonrisa se dibujó en los labios del chico.
—Me alegra verte, — le dijo con voz suave. — Por un momento llegué a pensar que no cumplirías tu palabra, — susurró, tomando con una mano parte de la frazada. — Zareck ahora no sentirá frío. Gracias, — agregó.
—Estás de buen humor, — afirmó ella.
Al parecer, debía ir acostumbrándose a los cambios de carácter de su paciente.
—A Zareck nunca le daban lo que pedía. Hasta ahora, — la miró con dulces ojos azules. — Zareck está feliz por ello. La nueva psiquiatra se ha ganado el aprecio de Zareck, — habló el joven con extraña sinceridad.
—¿En tan sólo dos días? — interrogó Ariadne, sintiéndose extrañamente complacida. Aquello era un gran avance.
—Los anteriores psiquiatras mentían. Tú no mentiste, — sus ojos con la misma inocencia. — Me hiciste una promesa y la cumpliste. — Afirmó el menor, como si siempre le hubieran entregado promesas inalcanzables. Abandonó su posición, ahora estaba sentado sosteniendo su cobija contra su cuerpo. — Pero, Zareck aún no confía en ti.
Ariadne miró el semblante ensombrecido del chico. Zareck cambiaba su manera de refirerse a las cosas y de hablar, de tercera a primera persona, de manera brusca. Ahí había un serio problema de identidad. Tal vez, de allí habían sacado sus antiguos psiquiatras el diagnóstico de "Personalidad Multiple."
Sinceramente, ella prefería reservarse su opinión a cerca de esa enfermedad. Era un diagnóstico muy controversial, por no decir contradictorio, en el mundo de la psiquiatría. A ella en lo personal le costaba un esfuerzo enorme creer en esa enfermedad, propia de la famosa novela del caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde. En su opinión, esto jamás podría ser comprobado.
—No estabas durmiendo, — cambió sútilmente de tema.
Zareck negó suavemente con la cabeza y añadió:
—Sólo cerré los ojos, — sus ojos azules brillaron extrañamente. — No me gusta dormir.
—¿Tienes pesadillas? — preguntó la oji-amarillo. Tenía que existir alguna razón por la cual al oji azul no le gustase dormir.
—Algunas veces, — afirmó con voz suave, pero ronca. Tal vez, por el frío.
Ariadne asintió. Se le hacía curioso que de pronto Zareck se mostrara tan cooperativo. Era un chico manipulador, no le extrañaba que estuviese planeando algo.
—¿Tienes miedo o simplemente no te gusta dormir? — interrogó. Zareck parecía querer cooperar de verdad, podía aprovechar esos momentos.
—Temo lo que pueda pasar mientras esté inconsciente, — le contestó. Con sus brazos, rodeó sus propias piernas y se concentro en mirar el suelo blanco.
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Sonatilla De Muerte(Libro N°1)
Mystery / ThrillerCuatro cadáveres, uno de ellos era femenino. Sin embargo, aún no se explicaba como Zareck Gallagher había asesinado a su propio hermano a sangre fría. No obstante, a sangre fría se que quedaba realmente corto para lo que sus ojos habían visto en aq...