Observó el pequeño beso que Ariadne Kohler le dio a su dulce niño y la manera en la cual él no hacía nada para apartarlo de sí. Aquel pequeño contacto que hizo que su mundo entero colpasara. Sus manos se volvieron puños mientras las estrellaba contra el escritorio de madera.
—Maldita Ariadne, — siseó entre dientes, mientras miraba fijamente lo que la cámara le mostraba.
Sus manos se pusieron completamente rojas de ira, mientras se ponía en pie y salía del lugar. Sus pasos eran largos y seguros, mientras su mente planeaba la forma más difícil de torturar a Ariadne Kohler hasta la muerte.
—No importa cuantas cosas he hecho para que se aleje de Zareck, — sus pasos resonaban en el amplio pasillo. — Sigue queriendo estar cerca de él una y otra vez.
Sus ojos fríos asesinaron a todas las personas que estaba frente suyo o que de alguna forma se atrevían a mirarla o a cortarle el paso. Y con cada paso que daba, su mente hacía de aquella tortura un juego tétrico.
—No dejaré que me quites al amor de mi vida, — juró en voz baja, mientras subía las escaleras blancas que la llevaría a su destino final.
Empujó las puertas con delicadas manos, mientras mantenía el nerviosismo fuera de su cuerpo. No lo necesitaba en esos momentos. Jamás lo necesitó. Tomó un sobre y miró detenidamente el lugar. Tan sencillo como todo en ese repugnante lugar.
—No eres más que una perra psicótica, Ariadne Kohler, — se dijo a sí misma, mientras se sentaba en una silla de escritorio azul con un cartapacio entre las manos. — Y que lástima, que tu padre no haya olvidado lo mucho que te gustan las heridas de objetos corto-punzantes, — cerró el folder y lo colocó donde pertenecía con mucho cuidado, a la vez que una sonrisa triunfante se dibujaba en su rostro.
Te venceré está vez, — sus pensamientos llenos de venenos. — Y esta ocasión, no tendrás a tu estúpida hermana para que te salve.
+ + +
Sus dedos comenzaron a masajear sus cienes, mientras el dolor de cabeza regresaba sin piedad. Estaba completamente seguro de que el caso de Zareck Gallagher tomaría un nuevo sentido y el chico por fin saldría de aquel agujero de mierda.
Lo espero con ansias, Zareck. Espero verte fuera de aquí muy pronto.
En esos momentos, sabía que no se había equivocado al haberle sugerido a Kallet que lo mejor era que Ariadne demostrara su coraje atendiendo el caso del chico, pero cuando quiso retractarse de aquellas palabras, Kallet le hizo saber que confiaba en su niña.
Ariadne podía. La chica ponía en práctica tácticas y métodos jamás vistos o aprovados por el campo de la psiquiatria y... Sin embargo, estaba haciendo mejoras con Zareck y eso lo podía ver en la cantidad de medicamentos que había dejado de usar el chico y los lapsos de lucidez.
Espero que puedas ganarle a ese monstruo, Ari.
Y él, estaba dispuesto a ayudarla en todo lo que pudiera. No importaba como, estaba dispuesto a ver como el chico de dulces aguamarinas regresaba a una vida, si se quiere, normal. Pero, para ese punto normal no existía.
El teléfono sonó y lo sacó de sus cavilaciones. Levantó el aparato y con un monotono, Hola, respondió a la persona al otro lado de la línea.
—¿Cómo estás Albert? — preguntó una voz masculina.
—Bien, — respondió por inercia. — ¿Cómo se encuentra usted?
—Muy bien, gracias, — respondió con voz neutra. — Pero, no he llamado para charlar.
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Sonatilla De Muerte(Libro N°1)
Mysterie / ThrillerCuatro cadáveres, uno de ellos era femenino. Sin embargo, aún no se explicaba como Zareck Gallagher había asesinado a su propio hermano a sangre fría. No obstante, a sangre fría se que quedaba realmente corto para lo que sus ojos habían visto en aq...