Qince

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—¿Qué piensas hacer? — preguntó el chico de ojos azules. 

Los orbes azules estaban enfocados en una de las blancas paredes de la habitación Los recuerdos se combinaban intensamente con los pensamientos, los cuales iban y venian como el tráfico de la ciudad. Ahora que Ariadne había descubierto los intensos sentimientos que sostenía contra Uriah, los recuerdos del pasado venian con más elocuencia. 

—¿Qué pienso hacer, Zareck? — preguntó una voz. — ¿Con quien? — Zareck levantó la mirada. La única iluminación venía del pasillo. Sin embargo, sabía que era real. Estaba con él. Lo podía saber por el olor a cigarrillos en el ambiente. — ¿Con quién? — volvió a preguntar con voz tan fría que el cuerpo de chico tembló en respuesta. 

Presa del pánico y el terror, se aferró a la cobija que le había traido su psiquiatra horas atrás, minutos después de habersela pedido. Una sonrisa casi imperceptible se dibujó en sus labios. 

—Sólo mírate, Zareck — la voz rompió el silencio de la habitación. — Pensando en ella después de todo lo que he hecho por ti — se mordió el labio al darse cuenta que la inseguridad se estaba apoderando de sus pensamientos. 

—¿Qué piensas hacer? — inistió el castaño con aquella pregunta. 

—¿Con tu psiquiatra? — le preguntó sin sentimientos. — Sólo voy a divertirme con ella u rato. 

Cerró sus ojos azules, preparándose mentalmente para lo siguiente que diría. 

—No le hagas daño — sus palabras, lanzadas en forma de petición, a penas se escucharon en la habitación. 

—¿Estás defendiéndola, Zareck? — le preguntó, para después soltar una risa sarcástica. — ¿O es acaso que tu aprecio hacia ella es tanto para soltar esas palabras tan estúpidas? 

—No le hagas daño — le dijo Zareck en a penas un murmuro. — Eso es todo lo que tengo que decir. 

Cerró nuevamente los ojos cuando se dio cuenta de que aquella persona seguía caminando hacia donde él estaba. Esta vez estaba seguro de que había cruzado los límites y cuando sintió el agarre firme sobre su cabello, siseó en respuesta. 

—¿Qué es lo que quieres de ella, Zareck? — le preguntó en un siseo mortal junto a su oreja. — ¿Seducirla hasta que te ate en una cama y te folle como la puta que eres? 

Los recuerdos cortaron a través de su corazón. 

—¡Mírame cuando te hablo! — le jaló el cabello, haciendo que el chico levantara la mirada. — ¿A caso te has enamorado de tu psiquiatra? Aunque, no creo que seas tan estúpido como para pensar que eso existe — otra risa sarcástica lo hizo parpadear las lágrimas lejos. — Y aunque estuvieras enamorado de ella, no te dejaría en sus brazos. Tú eres mío, Zareck. Mío, completamente mío. 

—No le hagas daño — volvió a repetir y los ojos de su acompañante se llenaron de furia. 

Un quejido de dolor salió de sus labios cuando sintió la dolorosa mordida en el área del cuello. La respiración agitada de quien le hacía compañía lo hizo sentirse completamente asustado. 

—¿Quieres que desaparezca? — le preguntó con frialdad. — ¿Quieres quedrte sólo de nuevo? — y estaba seguro de que si alguien más estuviera en la habitación él no sería catalogado como un loco. 

Zareck negó suavemente con la cabeza, en contra de sus propios deseos. 

—¡Respóndeme! — esta vez el agarre fue tan fuerte, que el chico de hermosos zafiros pudo jurar que le había arrancado un mechón de pelo en el acto. 

Sonatilla De Muerte(Libro N°1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora