Entre pasados.

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—¿Qué es lo que quiere decir? — preguntó Ariadne dejando al descubierto la incredulidad que empañaba su mente. Sabía bien por donde iba el asunto.

—Ya se lo había explicado, señorita Kohler, — hablo suavemente el director. — Zareck Gallagher es, quizá, el paciente más manipulador que ha albergado este hospital. Por favor, no malinterprete mis palabras, cuando digo que la posibilidad de que todo esto haya sido planeado de antemano existe.

Ella, Ariadne Kohler, no era una persona que mostraba abiertamente sus sentimientos o sus emociones. Pero esta vez, la sorpresa fue perceptible en sus facciones. El director quería decir que Zareck... ¿Había planeado todo? ¿Incluso la invensión real del demonio?

No era cierto. Sólo alguien insano planearía algo así.

—Mírelo desde este punto de vista, señorita Kohler, — el hombre gesticuló con las manos. — El paciente está completamente solo en estos momentos, sin ningún tipo de vigilancia. Entiendo claramente que cualquier ser humano, consciente y con plenas funciones mentales, habría hecho lo mismo que usted. Ayudar a la víctima es una reacción humana que demuestra compasión y completamente normal. Todos sabemos eso, inclusive una persona que está mentalmente perturbada, — prosiguió mirando a la pelinegra. — Un paciente, que claramente quiere escapar del confinamiento en el que se encuentra...

La última afirmación abofeteó el estoicismo de Ariadne.

Quizás, en la mayoría de los casos no había estado de acuerdo con el director.  Esperó. Esta vez, no iba a negar que esas palabras tenían sentido. De hecho, parecían completar el rompecabezas que no estaba segura que existía en su mente. El rompecabeza de Zareck Gallagher.

Tenía sentido... ¿Cierto?

El loco engaña al psiquiatra. El loco está solo en una habitación sin vigilancia. El loco escapa.

Si hubiera estado sola en ese momento, habría sacudido la cabeza para alejar esos pensamientos. Ella había visto a Zareck. Sólamente ella había presenciado la acción que se iba llevar a cabo. Ella había visto aquella expresión de angustia en los ojos azules de su paciente. Fue ella quien lo había engañado para que confesara que era inocente.

Zareck no había planeado nada de eso. Su paciente no estaba poniendo en marcha un plan retorcido. Sólo era una víctima en todo lo sucedido.

—Le pido que regrese a la habitación, señorita Kohler, — el hombre la interrumpió. — Si el paciente no está allí, por favor, avísele de inmediato a los guardias.

—Va a estar ahí, — profirió con una extraña convicción. Zareck no la había engañado. Él no era más inteligente que ella.

Se dio vuelta, dio dos pasos y se detuvo. Miró sobre su hombro al director.

—Lo llevaré a los jardines hoy, — anunció sin dar explicación y sin pedir permiso.

Un suspiro resignado escapó de los labios del director.

—En otro momento, me habría opuesto a una idea como esta. Pero, si su paciente no ha escapado, he de suponer que el abuso no fue consensual. Lo mínimo que puedo hacer para enmendar esta situación es dar el permiso, — afirmó. Subió, entonces, la mirada que había desviado segundos antes hacia la superficie del escritorio. — Sin embargo, señorita Kohler, le pido que use la gabacha mientras esté afuera. Por seguridad, todo paciente problemático debe estar acompañado por un médico cuando se encuentre en los jardines. Por lo tanto, usted debe identificarse como uno.

La oji miel sólamente se limitó a asentir. Al menos, el director parecía finalmente, estar aceptando que se habían cometido graves errores con Zareck Gallagher.

Sonatilla De Muerte(Libro N°1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora