Con un breve movimiento de manos se sacó las gafas de color chocolate de la cara. Los retuvo en una mano, mientras que con la otra acomodaba los mechones de cabellos negros que jugaban muy cerca de sus ojos. Había sido la carpeta más larga que hubiera leído en toda su vida. Y eso que su vida se resumía en un millar de libros.
A veces me gusta pensar que no soy él.
Dejó los lentes sobre un montón de papeles que rivalizaban con el tamaño de la Bíblia arcaica. Era algo similar a una montaña llena de papeles. Las sienes le palpitaban, como si le hubiera salido un corazón en cada una. Masajeó su frente con ambas manos y se recostó contra el respaldar de la silla. Aún intentaba decodificar todo lo que había leído ese día sobre su paciente.
Miró el reloj que estaba frente a ella. Eran las dos y cuarto de la madrugada. De nuevo, solamente dormiría un par de horas. O tal vez, menos. Todo dependía de como fuera el día y el desayuno. Y aun así, a pesar de que era poco lo que dormía, su cuerpo no parecía estar agotado.
Miró la habitación en la cual estaba. Era muy sencilla, nada comparado con su antigua habitación o su habitación real. Paredes de color celeste, el piso de baldosas blancas. una cama y su armario. Ahora tenía que permanecer cerca al hospital. Había rechazado la oferta de dormir allí para vivir en un lugar más cómodo y no se arrepentía.
La locura se pega, hermana ,- eso le había dicho su mejor amiga cuando ella le había comentado acerca de su nuevo caso.
Su celular sonó y observó el mensaje desplegarse sólo en la pantalla.
*Buenas noches, Ari.*
Ella sabía ese número de memoria. Aquel mensaje provenía del teléfono de su hermanito y al que ella consideraba un bebé. Aunque ya no lo fuese. Recordó lo que había leído en el expediente de su paciente. Había asesinado a su hermano a sangre fría.
¿Cómo pudo hacerlo?
Había visto las fotografías que estaban adjuntas al expediente general, que no era el principal. Y tal y como había dicho el director, estas eran perturbadoras. Cuatro cuerpos y uno de ellos era femenino. A una distancia muy corta, el uno del otro. Todos y cada uno de ellos cubiertos con mantos de sangre y heridas grotescas. El rostro de uno de ellos estaba, prácticamente, irreconocible.
La violencia en aquellas acciones había sido demasiado clara. Habían matado al grupo de chicos con un arma de fuego, específicamente, una AK-47. Una vez terminado todo esto, se había utilizado un cuchillo para cortar carne de res en los cuerpos de los difuntos.
Eran imagénes que parecían salidas de una película gore o gótica.
Volvió a mirar el expediente, había pasado toda la noche leyéndolo, hasta el punto que podía recordar ciertas piezas sin necesidad de leerlas. Y mientras lo leía, había descubierto algo importante. Fechas.
No estaba lista para comentar aquello con ninguno de los otros psiquiatras. Aunque fuera primerisa en esa rama, no iba a develar algo como eso. La mayoría de las cosas que se sabían acerca del chico comenzaban tres años atrás, justo cuando el chico había ingreasado al hospital. Antes de eso, el chico era inexistente en la vida de los loqueros.
No estoy loco.
Habían un montón de cosas que en esos momentos daban vueltas en su cabeza y mientras más las escuchaba, más sentía que faltaba algo sumamente importante en el expediente del chico. Faltaban veinte años de vida, de los cuales ella no sabía absolutamente nada. Nada con lo cual comparar las actitudes de ahora con las actitudes que hubiera adoptado en el pasado.
Nada.
No habían recomendaciones psicologicas del joven cuando era un niño. Y sinceramente no creía que el su paciente se hubiera convertido en un psicopata de la noche a la mañana. Por algo, Platón había recalcado el uso de la lógica en la vida cotidiana.
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Sonatilla De Muerte(Libro N°1)
Misterio / SuspensoCuatro cadáveres, uno de ellos era femenino. Sin embargo, aún no se explicaba como Zareck Gallagher había asesinado a su propio hermano a sangre fría. No obstante, a sangre fría se que quedaba realmente corto para lo que sus ojos habían visto en aq...