Confuso

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  • Dedicado a Jose Julian Scheaver
                                    

-Se ha descontrolado, joven, - escuchó lo que la enfermera le decía. - Hemos tenido que sedarlo siete veces este fin de semana, - la mujer la estaba poniendo al tanto de lo que había sucedido con su paciente durante el fín de semana.

Las noticias no eran buenas.

-Imagino que ha sido sedado porque era completamente necesario, - comentó.

Ya había dejado en claro que no quería que se utilizaran fármacos para calmar a Zareck. Así que, si habían tenido que sedarlo tenía que ser por razones de fuerza mayor.

-En estos dos días sus ataques han sido más fuertes que los anteriores, - la mujer reflejó algo similar al dolor en sus ojos. - En los cinco años que ha estado aquí, nunca lo vi presentar crisis tan fuertes.

La mujer miró a Ariadne, quien simplemente asintió.

-Si me lo permite, creo que su ausencia afectó al chico, - afirmó la mujer de cabello rojizo, mirándola a través de las gafas con bordes megenta.

-No lo creo, - se atrevió a decir Ariadne.

Conociendo a Zareck, éste debía haber disfrutado la paz que su ausencia traía consigo.Cómo él mismo había dicho, la presencia de Ariadne era incómoda.

Sin embargo, lo que la mujer le había informado era realmente preocupante. Por momentos, llegaba a preguntarse si ella había sido la causante del descontrol en el joven, cuando se negó a acompañarlo aquella noche. Después de todo, Zareck había reaccionado de manera violenta a la mañana siguiente.

Aun no había tomado la decisión de, cómo manejaría el caso de Zareck. No había decidido si iba a tratarlo como una víctima o como un verdadero asesino. Pero, realmente, eso no era lo más importante en esos momentos. Si la causa del comportamiento de él era la que ella creía, al oji azul no le daría gusto verla.

De hecho, ella se estaba preparando para tener que quitarse al chico de encima. La última vez, él había intentado estrangularla con sus propias manos. Era muy obvio que el chico se mostraría violento, en especial si lo habían hecho dormir.

Esa acción que tanto detestaba.

El silencio era lo único que podía escuchar en la habitación de Zareck. Sin embargo, con cada segundo que pasaba, leves palabras comenzaron a inundar sus oídos. Palabras que estaban teñidas de tristeza y quizá, un poco de resentimiento escondido en cada una de ellas.

Aquello era similar a un canto lento, escalofriante y nostálgico. Tres emociones reflejadas por una sola voz. Tres emociones que, quizá, rondaban en el corazón de quien la estaba ejecutando. Dulce y sangrante voz.

-Ella es como él... Estropeada y confundida por las mentiras que han alimentado toda su vida.

Al escuchar esas palabras, no se atrevió a dar un solo paso. Solamente se quedó de pie en la entrada del lugar. Ni si quiera se atrevió a buscar a Zareck con la mirada. De hecho, lo primero que hizo fue mirar hacia el suelo, blanco y suave.

-Y no está esperando a nadie, solo a ella misma. Sus ojos verdes muestran que está feliz.

Un lamento. Así se describían lo que Zareck estaba cantando en esos momentos. Lo curioso era lo mucho que aquellas palabras le afectaban. Su sola reacción era motivo de sorpresa. Ella nunca había mirado hacia el suelo, había aprendido a mirar hacia el frente. Siempre.

-Porque así es ella. Y está vez creo que lo sabrás...

Sacudió levemente la cabeza y se concentró. Quizá, las palabras dichas por el chico fue lo que la motivó a bajar la mirada, pero no se dejaría controlar por eso. Además, debía estar alerta. No sabía como reaccionaría el chico de cabellos castaños.

Sonatilla De Muerte(Libro N°1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora