Aquel psiquiatra había estado en lo correcto. Zareck presentaba varios síntomas del trastorno de estrés postraumático. Padecía un trastorno de ansiedad. No era esquizofrenia ni nada por el estilo. Zareck era sólamente una víctima en todo aquello.
—¿Quién lo hizo? — preguntó Ariadne en un susurro, que retumbó pesadamente en la atormentada mente del oji azul.
Sintió como las manos de Zareck se cerraban en un puño tenso y aquel gesto... Ese gesto que delataba la consciencia que tenía sobre lo sucedido.
—¿Quién los mató? — insistió la pelinegra.
—Eso no importa, — le dijo Zareck con nerviosismo. — Yo los maté. Merezco estar encerrado.
—¿Quién lo hizo? — interrumpió Ariadne.
Estaba segura de que Zareck debía haber visto el rostro del asesino. Después de todo, él los presenció. Pero, si ese era el caso... ¿Por qué el asesino no le hizo daño alguno a su paciente?
—Lo conocías, ¿cierto? — preguntó en voz alta, revelando su conclusión. Esa era la única respuesta lógica para aquello.
Aquello había sido una venganza brutal contra el joven de rebeldes cabellos castaños.
—Basta... — aquel susurro bastó para confirmar su hipótesis.
—Hiciste algo que no debiste hacer, — susurró Ariadne. — Por eso los mató, — continuó sacando conclusiones y en el pronceso, fijándose en las pequeñas reacciones del chico.
Zareck se había estremecido. Casi no podía creerlo. Finalmente estaba avanzando.
—Lo hizo frente a tus ojos, — dijo Ariadne armando una hipótesis en su cabeza. — Por eso "Enterraste las memorias". Por eso no tiene sentido repasarlas solo, por eso las enterraste en tu memoria.
El cuerpo tremolante de Zareck comenzó a alejarse de Ariadne. Un par de ojos azules, llenos de lo que parecía ser angustia. Una angustia que se emzclaba con resignación. Aquellos ojos la miraban con terror.
—Cerca, pero no del todo, — murmuró el castaño, mientras sonreía ligeramente.
—Encontraré al responsable de todo esto. Si no deseas decirmelo, bien. Lo haré yo misma, — afirmó la pelinegra. Iba a resolver ese caso e iba a llegar al fondo de todo eso.
La sonrisa se evaporó de los labios del chico.
—No puedes hacer eso. Debes dejarlo como está, — le dijo en tono serio. — Di que tengo esquizofrenia, lo que sea. Solo... no, — susurró con cierta prisa.
Ariadne clavó su mirada en los ojos azules de Zareck y observó en ellos la seriedad de las palabras que había dicho segundos atrás.
—Juraría que estás protegiendo a quién te hizo tanto daño. ¿Te hiciste pasar por loco para protegerlo? — Ariadne sintio ira. — ¿Te adjudicaste la responsabilidad de tener manos asesinas y teñidas de sangre para que nadie sospechara de que otra persona asesinó a tus amigos y a tu hermano? — hizo enfásis en la palabra "hermano".
—Tengo alucinaciones, — espetó Zareck con rápidez. — Los veo en todas partes. Veo sangre en todas partes, — le dijo en un susurro sádico. — Siempre cae sangre y nunca se detiene.
—Eso se llama trastorno...
—De estrés postraumático. ¡Ya lo sé! — exclamó el menor, mientras las lágrimas comenzaban a descender por sus mejillas. Pero, en sus ojos no había tristeza. — El primer psiquiatra que dijo eso murió. Y no fue un accidente, ni mucho menos un suicidio, — afirmó aquello con tanta convicción que, por unos momentos, hizo que Ariadne creyera en sus palabras.
Pero, la realidad era distinta y ella lo sabía. Aquel psiquiatra se había suicidado. Lo que sucedió ese día no había sido un homicidio.
¿O sí?
Su atención volvió a centrarse en el chico de vibrantes ojos azules, cuando este tomó sus brazos con fuerza. Estaba a punto de forcejear cuando las palabras de Zareck escaparon de sus labios.
—Si haces lo mismo que ese psiquiatra vas a desaparecer, — y lo sintió. Aquellas palabras no eran una amenaza, sino una advertencia. — Él lo sabe todo. Nos está escuchando en este preciso momento y siempre me vigila y a todos a mi alrededor.
Aquello le provocó escalofríos, pero no lo demostraría.
—Estás delirando, — le dijo la oji miel. Las palabras de su paciente eran un completo disparate. No tenían sentido alguno. — Si está tan pendiente de ti... ¿Por qué permitió que esa persona te hiciera daño? — preguntó mirando inconsciente al guardia.
—Porque sabía que tú te encargarías del demonio. No necesitaba hacerlo él mismo, — el mismo tono de voz del oji azul le recordaba a alguno que quizás ella había escuchado en una de esas películas de terror que solía ver con Criss. Zareck se tomaba lo que decía en serio.
—Sólo que... si él lo hubiera hecho, — Zareck pausó. — Este guardia no estaría vivo.
No aguantó más. Estaba cansada de escuchar estúpideces como esas. No había nadie vigilándolos. Esa idea estaba completamente disparatada. ¿Cómo podía creer semejantes cosas? El trauma que Zareck había vivido debió afectarlo profusamente. Se quitó las manos del joven de encima y se puso en pie.
—Lo que acabas de hacer tiene un nombre psiquiátrico y se llama paranoia. No es real. Nadie está detrás de ti y absolutamente segura de que nadie está vigilándote. Solo los guardias. Nadie... más, — afirmó. — Y lo que sucedió fue un incidente aislado. Si de verda hubiera un psicopata suelto, ya hubiésemos visto otra masacre en la televisión.
—Lo entiendo. Tengo paranoia y ese trastorno traumático o como sea. Resolviste el caso, felicidades. Dame mi medicación y listo, puedes buscar otro paciente, — profirió Zareck de manera desesperada.
—No es tan simple, — le dijo Ariadne. — No me enfocaré en otro paciente. Así que, puedes empezar a cooperar si de verdad deseas tanto deshacerte de mi, — le dijo, manteniendo sus ojos sobre el rostro de su paciente.
El silencio se extendió en medio de los dos. Fue entonces que Zareck respiró con resignación y negó con la cabeza.
—Te deseo suerte con eso... Porque yo no te diré nada, — murmuró.
Intentó ponerse en pie, sin embargo su visión se hizo borrosa y sintió como caía por una espiral negra que lo arrastraba hacia la inconsciencia. No quería, pero no pudo pelear contra ello. Lo último que vio fueron los ojos miel de Ariadne y su larga cabellera negra.
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Sonatilla De Muerte(Libro N°1)
Misterio / SuspensoCuatro cadáveres, uno de ellos era femenino. Sin embargo, aún no se explicaba como Zareck Gallagher había asesinado a su propio hermano a sangre fría. No obstante, a sangre fría se que quedaba realmente corto para lo que sus ojos habían visto en aq...