Y fue justo en ese momento que no lo pensé más, bueno en si no hay nada en que pensar. Me acerco poco a poco, nadie dice nada nuestras miradas hablan por si solas, solo unos centímetros nos separan, ella sonríe y eso hace querer besarla aún más, le acaricio con delicadeza las mejillas y susurro un "te quiero" antes de poder juntar mis labios con los suyos. El beso es lento, suave y es así como siento un sin fin de sentimientos recorrer mi cuerpo. Sus labios son tan cálidos y suaves que hace difícil querer romper el beso. Poco a poco voy alejándome por cuestiones de la falta del aire. Así que termino abrazándole.
–Gracias – dice durante el abrazo.
–¿Por qué? - pregunto mientras me separo, nos sentamos en la cama y me toma de la mano nuestras miradas siguen conectadas, sus ojos se cristalizan.
–Por hacerme sentir viva, eres mucho más de lo que podría merecer.
–Gracias a ti por quererme. Estoy sintiendo cosas muy fuertes por ti, te estoy queriendo más de que pienso, más de lo que podría admitir. Eres muy hermosa y no hablo solo de belleza física sino también de la interior.
–Gracias – y cae una lágrima de sus ojos – eres lo que más quiero.
–No llores, por favor – le tomo del rostro para secarle la lágrima y le vuelvo a abrazar – te ves mejor cuando sonríes, así que anda regálame mejor una sonrisa.
Sonríe y juro por Dios que es lo más hermoso que he visto, es como ver un espectáculo de fuegos artificiales en una hermosa noche. No hay explicación para eso, es justo como ella me dijo, inefable.
Esperamos a que la lluvia cesara un poco para que así pueda ir al hospital. Se ha ofrecido a acompañarme, bueno sólo hasta la entrada del hospital ya que no puede entrar para evitar problemas con mi madre. Le he dicho que no tuviera miedo que yo hablaría con mi madre pero dijo que la situación no es la correcta, mi padre está en el hospital y no quiere causar discusiones.
Ella no es quien causa la discusiones, quien las causa es mi madre, pero bueno ella tiene razón por ahora hay que evitar más problemas. Aunque sin duda debo hablar bien con mi madre más tarde. No quiero ocultar a Abril, ella no se lo merece.
–Lleva un paraguas, aún sigue lloviendo – dice antes de salir de la casa.
–¿Quieres uno para ti?
–No, con el tuyo basta, además yo ya estoy mojada, así que debo cuidar que no te mojes, te pones muy mal con los resfriados.
–De acuerdo, pero te vienes cubriendo con mi paraguas. ¿Y cómo sabes que me pongo mal con los resfriados si aún no me resfrío?
–Porque te conozco desde antes y sé cómo eres. Una vez salimos y nos agarró fuerte la lluvia, salimos corriendo a refugiarnos en una tienda comercial, al día siguiente ya estabas botada en la cama a causa de un resfriado. Estuviste así por 3 días, luego en la preparatoria andabas regando tus mocos por todas partes. De milagro no me contagiaste a mí.
–¿Solo a mí me dio resfriado? Tú también te mojaste, debía darte a ti también, no solo a mí. Eso fue injusto.
–Es raro que yo me enferme, eso no pasa muy a menudo, es algo raro pero bonito.
Comenzamos el camino al hospital, la lluvia aún acaba por completo, sigue lloviendo pero ya no tan fuerte como antes. Las calles están completamente vacías. Corre un aire frio por toda la calle, lo bueno que traje mi chamarra. Abril no quiso que le prestara ropa para que se cambiará, sin duda le va a dar un resfriado.
–Abril te estas mojando hasta para acá – le tomo de la mano para acercarla.
–Se siente bien.
–¿Qué?
–Que me tomes de la mano, las mías son frías y las tuyas cálidas, hacen buena fusión.
–Entonces no te sueltes.
–Oh cierto te he traído algo – saca del bolsillo de su pantalón un cordón negro, el cordón es pequeño – esté es mi cordón de la suerte, créeme que con él nada te va hacer falta.
–¿De dónde lo sacaste? Es pequeño, como de tenis de un niño.
–Es mío, de mis primeros tenis en la primaria, yo amaba esos tenis, pero llego un momento en que estos se rompieron, recuerdo que me negaba a dejarlos en verdad los amaba. Así que mi padre le quito los cordones y me los dio, dijo que podría conservarlos como amuleto. Y desde ese entonces los tengo. Siempre traigo puesto uno en el pie derecho. Así que te he traído el otro para que lo conserves. Es más a ver dame tu mano – le entendí la mano y comenzó a amarrarlo – se ve mejor como pulsera.
Mientras lo tengas puesto nada te va hacer falta, también ahora las dos vamos a tener algo en común, vamos a estar conectadas por el poder de los cordones – sonríe.
–Me gusta, nunca me lo voy a quitar. Esto será algo especial entre las dos. Gracias por obsequiarlo.
–Creo que es un buen momento para dártelo, con lo de tu padre en el hospital y todo eso. Este cordón o bueno amuleto te brindará esa fuerza que necesitas. Al dártelo tienes una pequeña parte de mí así que créeme que mientras lo tengas siempre estaré ahí contigo.
–¡Alice! – grita alguien a lo lejos, reconozco la voz y puedo saber que es Edgar – ¡Espérame!
–Es Edgar ¿verdad? Bueno creo que debo irme, no quiero me vea y le diga a tu madre.
–No, Abril no te vayas, le diré que no diga nada.
–Lo siento Alice debo irme. Te veo luego, cuídate mucho y que se mejore tu padre.
Me da un beso en la mejilla y corre entre la lluvia. Edgar se aproxima y cuando volteo a ver por donde va Abril ya no le encuentro.
.
.
.
.
.Hey holaaa!❤ Espero les haya gustado este capítulo tanto como a mi mientras lo escribía. Ya se acerca el final ¿Qué creen que vaya a pasar? ¿Creen que tendrá un final feliz?
ESTÁS LEYENDO
INEFABLE
Teen FictionAlice ha estado en coma por año y medio. Al despertar sufre una pérdida de memoria permanente. Le resulta difícil está situación pero aún más difícil es no poder identificar a la persona con la que estuvo en sus sueños durante ese largo tiempo, esa...