Capítulo 22

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Creo que no se esperaba que dijera eso, su expresión lo dijo todo.

–¿Cómo fue? ¿Te gusto?

–¿Recuerdas que fue hablarme mientras estabas en mi habitación? Pues cuando íbamos a reunirnos con los demás, se acercó y para cuando reaccioné sus labios ya estaban junto a los míos así que me aleje. No sé si me gusto fue algo raro, después de alejarme él se disculpó y que aún me quiere como antes, pero que entendía que necesito tiempo y todo eso.

–¿Tu que le dijiste?

–Pues nada, que no quiero darle falsas esperanzas y que por ahora lo considero como un amigo ya que no le conozco bien.

–Oh vaya, no sé qué decirte ahora yo me quedo sin palabras. ¿Te gusta, no?

–Pues me atrae es muy lindo, pero no tengo sentimientos hacía él, no para que me guste por completo, debo conocerlo mejor.

–¿Puedo recostarme? –pregunta.

–Eh, si claro – se acuesta y pone su cabeza en mis piernas – ¿pasa algo?

–No, nada.

Su mirada esta fija a la mesa, acaricio su cabello con mis manos suavemente, paso una mano por su rostro y está muy frio.

–¿Tienes frio? – pregunto.

–Un poco – su mirada sigue igual, no tiene una expresión, solo permanece quieta.

Me muevo haciendo que se levante y quede sentada, giro un poco mi cuerpo y hacía ella y la abrazo.

–¿Mejor? – susurro cerca de su oído.

–Sí, gracias.

Puedo sentir su respiración, paso mi mano por la suya y estas se entrelazan están tan frías como el primer día que nos vimos.

–Ya debemos irnos, es tarde – dice Abril.

–¿No podeos quedarnos?

–No, tus padres pueden darse cuenta que no estás en casa. Vamos – se levanta – debemos irnos.

–De acuerdo.

Regresamos y todo sigue igual, las calles incluso dan miedo, hay poca luz, no hay señal de nadie y es que bueno quien andaría caminando a estas horas, es muy tarde.

–Hemos llegado, sana y salva – dice bajando de la bicicleta.

Entramos a mi habitación tratando de hacer el menor ruido posible, encendí la lámpara del escritorio y Abril saco las loncheras de la comida.

–Es momento de irme, espero hayas disfrutado nuestra pequeña excursión.

–Gracias, gracias por esta noche, gracias por estar conmigo apoyándome con todo esto, eres en quien más confío, gracias por todo.

–Te aprecio demasiado, hiciste mucho por mi antes, cambiaste mi vida así que solo te estoy devolviendo solo un poco de lo mucho que hiciste por mí.

–¿Te puedo pedir algo? – pregunto.

–Sí claro, dime.

–¿Te quedas? No tienes por qué irte, no es seguro allá afuera, no quiero que te pase algo.

–No me pasará nada, tranquila.

–Quédate, por favor.

–Está bien. El piso se ve acogedor.

–¿Quién dijo que dormirías en el piso?

–No pretendas que dormiré contigo, no es por asustar pero yo me muevo mucho, tiro patadas y todo eso.

–Podré con ello – digo con una sonrisa.

–Consté que te advertí. ¿Oye me prestas tu baño?

–Sí claro.

Mientras está en el baño busco pijama para ambas. Comienzo a desvestirme para ponerme el pijama y Abril sale del baño.

–Ouh perdón, perdón – dice Abril tapándose los ojos.

–No pasa nada, tranquila, destápate los ojos.

–No, no, avísame cuando te hayas cambiado.

–Ya, puedes ver – digo sin aún terminar de cambiarme.

–Bien – me ve y enseguida se tapa los ojos – Alice no me engañes.

No aguantaba la risa, Abril se puso roja, parecía un tomate.

–Disculpa pero debía hacerlo, no tengas pena, ambas somos mujeres no es nada malo, además ahorita tú también te vas a cambiar.

–No, yo no pienso cambiarme, así estoy bien.

–Vamos Abril, debes cambiarte.

–No, así estoy cómoda.

–De acuerdo, ya abre los ojos.

–¿Segura que ya te cambiaste?

–Sí, ya vamos a dormir.

–¿En serio no hay posibilidad de que duerma en el piso? – dice quitándose las manos de los ojos.

–¿Me tienes miedo? No muerdo. Y no, no hay ninguna posibilidad.

–Pues no conozco tus mañas – dice sonriendo.

Le tiro una almohada y la esquiva.

–¿Ves ahora quieres golpearme?

–No digas tonterías, ya ven a dormir mensa.

Se acuesta del otro lado de la cama, se encoje y se trata de hacer bolita. Se ve graciosa.

–No me des la espalda – se voltea y me mira fijamente.

–¿Puedo decirte algo?

–No me digas que tienes hambre – digo sonriendo.

–Eres muy bonita. No me lo tomes a mal. Solo quería decirlo.

–Gracia, no sé qué pasa pero cuando estoy contigo saco un lado mío que desconozco, no sé disfruto tu compañía. Me haces bien.

–Opino lo mismo,¿ oye podrías taparme?

–Oh si claro disculpa.

En cuestión de segundos cierra los ojos, susurro su nombre un par de veces pero se ha quedado dormida. Antes de dormir me acerco un poco y susurro un tú eres aún más linda.

–Gracias, Alice – dice y enmarca una pequeña sonrisa aún con los ojos cerrados.

¡Dios mío, si me escucho!

–¿Hija puedo entrar? – dice mi padre tocando la puerta, abro los ojos al instante, busco a Abril y no la encuentro.

–Espera padre, estoy en el baño – voy al baño busco a Abril y no está, se ha ido – Ya puedes pasar.

–Sólo paso a despedirme hija y a avisarte que hoy saldré temprano y podremos hacer algo, ya sea caminar o ver películas lo que tú quieras.

–Sí, si está bien, me alegro que salgas temprano, ya extraño pasar tiempo contigo.

–De acuerdo cariño, entonces nos vemos al rato – dice y me da el beso de costumbre.

–Cuídate – digo antes de que salga de la habitación.

Me levanto de nuevo de la cama y veo que del otro lado de está Abril me dejo unas hojas en el piso. Las abro y veo que es una nota.

¡Hola buen día! Me he ido temprano, pero antes de irme te he dejado algo en la siguiente hoja, espero te guste.

Tome la siguiente hoja y era un dibujo mío durmiendo debajo de este esta escrito algo.

Pd: Eres bonita incluso cuando duermes.

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