–Eres tú, estos últimos días has sido tu – dije mirándole fijo.
–Sí, he sido yo – dijo con una sonrisa.
Y es que no sólo es la chica con la que he hablado estos últimos días, sino que es la misma chica misteriosa que hace unas horas vi en el supermercado. No lo podía creer.
–¿Por qué hasta ahora me hablas? Digo, te vi en dos ocasiones anteriores y no me hablaste, ¿qué tiene de especial este día?
–Nada, de hecho estaba esperando el momento adecuado para acercarme, pero no encontraba la ocasión hasta hoy. No es que sea como lo pensé pero algo es algo.
–Vaya momento que elegiste. Oye espera un momento, ¿de dónde saliste? No había nadie aquí y de la nada apareces con un paraguas, ¿me estabas vigilando?
–No, no pienses eso, venía pasando por el parque y vi a alguien a lo lejos que corría y pensé en ayudar y al acercarme me encontré contigo. Sé que tal vez es difícil de creer pero sucedió se esa forma.
–Te creo – dije sin más.
No podía ser grosera porque ella es quien me ayudará a regresar a casa, además de que confío plenamente en ella. No creo que sea una mala persona.
–Estás perdida ¿no es así?
–Sí, camine y me perdí, no recuerdo nada de como llegue aquí, no a esta parte ¿podrías ayudarme?
–Claro, ven vamos te llevo a casa – dijo tomándome del brazo – ¡Oh por Dios Alice! Estas muy fría, ten ponte esto - dijo quitándose la chamarra.
–No hace falta, estoy bien así – claro que no lo estoy, me voy a congelar, pensé.
–No seas terca y acéptala – dijo y me dio la chamarra.
–De acuerdo – dije tomándola.
La chamarra es demasiado cálida, me acerqué un poco a ella para que el paraguas nos cubriera a las dos, roce mi brazo con el suyo y me percaté de que este estaba demasiado frío, incluso más que como yo estaba.
–Abril estás muy fría, necesitas más la chamarra tú que yo.
–Siempre estoy fría, esto no es algo nuevo, mira – dijo y tomo mis manos, las puso en su rostro – ¿Lo ves? No es porque tenga frío, así soy.
Y sí, todo su rostro era tan frío como su brazo, esto no es algo normal.
–Oh vaya esto sí que es raro – dije.
–Parezco un muerto viviente – dijo sonriendo.
Sin duda sí que lo parece, no le respondí y sólo sonreí. La lluvia empezaba a cesar, el camino era más claro y me era ya conocido. Seguimos caminando un poco y ya no hizo falta el paraguas, la lluvia se había terminado.
–Gracias Abril, si no te hubiese encontrado estaría perdida – dije.
–Bueno pues si lo pensamos un poco yo te encontré a ti – dijo sonriendo – Y no tienes nada que agradecer.
–¿No te cansas de sonreír? – pregunté.
–No, esto lo aprendí de ti, una vez me dijiste que la vida es mejor cuando sonríes, ya que transmites felicidad y puedes incluso sacar una sonrisa a los demás, así como la sonrisa que tienes justo ahora.
–Vaya no me imagino diciendo algo así.
–Pues así fue mi querida Alice. Oye ¿te apetece ir a tomar algo? Cerca de aquí hay una cafetería.
–Me gustaría, pero ya es tarde y mi madre ha de estar preocupada por mí, le dije que no tardaría. ¿Te parece mañana?
–Si está bien, mañana será, mientras disfrutemos del camino. ¿No te parece un hermoso día?
–Concuerdo totalmente, aunque si te pones a pensar no fue un gran día para mí, me perdí, estoy complemente mojada y para cerrar con broche de oro me caí.
–Hay que ver el lado bueno, si eso no hubiese pasado entonces no estaría ahorita contigo y hubiese seguido siendo la chica misteriosa.
–Viéndolo de esa forma tienes toda la razón, y me atrevo a decir que hoy a sido el mejor día desde que desperté del coma.
–Vaya me siento importante.
–Tal vez es porque lo eres.
Estábamos a una cuadra de mi casa y Abril se detuvo.
–¿Qué pasa? – pregunté desconcertada.
–Hasta aquí te dejaré, no quiero que tu madre me vea y tengas problemas, disculpa Alice.
–No tendré problemas, mi madre está cambiando y estoy segura que ahora te tratará mejor.
–Hagamos algo, hoy le preguntas a tu madre sobre mí, no le comentes que estuviste conmigo, no le digas sobre que hemos estado hablando. Sólo deja que te hable sobre mí y si su parecer a cambiado, te prometo que mañana vengo a buscarte a tu casa y me presento con ella. Pero si su parecer sobre mí no ha cambiado entonces tendremos estar en secreto.
–No quiero estar escondiendo nuestra amistad, no quiero mentirle a nadie.
–Tranquila que eso sólo pasará dependiendo de cómo reaccione tu madre, Alice yo sólo quiero que estés bien con tus padres.
–Está bien, podremos seguir hablando por la red social ¿no? – pregunté.
–Pero claro que sí, eso no se pregunta. Bueno Alice, me despido, fue un placer poder al fin verte y hablar aunque haya sido muy poco.
–Digo lo mismo, pero mañana tendemos más tiempo para conversar. Y de nuevo gracias en serio.
Nuestras miradas seguían ahí, estaban conectadas, como si esperarán algo. No encontraba la forma de decir adiós, ¿debía cerrar estrecharle la mano o debía darle un beso en la mejilla como las mayoría de las personas lo hacen? Qué situación tan incómoda.
–Bueno – se detuvo un poco en pesar – Entonces mañana nos vemos – dijo y se dio la vuelta.
No dije nada, sólo sonreí. Me quedé observando como caminaba se alejaba que recordé que aún tenía su chamarra puesta.
–¡Abril, espera! – grité.
–¿Qué ocurre? ¿Ya tan rápido me extrañas? – dijo sonriendo.
–Tu chamarra – dije mientras me la quitaba – Ten, se me olvidaba.
–Oh si deberás, gracias. Sabes, tal vez suene raro esto pero siento que debo despedirme de ti solo que no sé cómo.
–Estoy igual que tú, ¿qué podemos hacer?
–Detesto los besos en la mejilla, se me hacen algo incómodo, ¿te parece estrechar las manos?
–Me parece perfecto – dije.
–Bien pues... – extendió su mano, le brinde la mía y las estrechamos.
–Vaya que si eres fría eh – dije con nuestras manos juntas.
–¿Cuándo se supone que debemos separar nuestras manos? – preguntó mirando nuestras manos.
–No lo sé, dímelo tú – respondí.
–Yo que voy a saber, nunca he estrechado la mano de alguien. Pero por mi podemos seguir así por el tiempo que quieras, tu mano es cálida – dijo sonriendo.
–Bueno a las tres soltamos nuestras manos ¿va?
–De acuerdo.
–Uno, dos y tres – ni ella ni yo las soltamos, reímos al instante, mientras reímos al fin pudimos soltarlas.
–Bueno Alice, ahora si adiós, gracias a tu mano por brindarle un poco de calidez a la mía.
–Igual gracias a la tuya.
Las dos sonreímos por última vez y cada quien siguió su camino. Antes de entrar a casa gire para verla y ya no estaba. De nuevo desaparecía así de la nada. Cuando hable con ella le preguntaré como es que puede hacer eso.
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INEFABLE
Подростковая литератураAlice ha estado en coma por año y medio. Al despertar sufre una pérdida de memoria permanente. Le resulta difícil está situación pero aún más difícil es no poder identificar a la persona con la que estuvo en sus sueños durante ese largo tiempo, esa...