Pipi (Diario de Madeleine)

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Erik y yo apenas estábamos despertando. A veces creo que ese maldito gallo canta más temprano a veces.

- Maddie... Me estás aplastando - murmuró él con su voz ronca. Me quité de encima suyo y me quedé a su lado. Miré el techo: hongos.

- Erik... Vamos a tener que...

La puerta de nuestro cuarto se abrió de par en par y por ella entró Gemma corriendo. Me senté sin creer lo que veía... ¿Cómo fue capaz de salirse de su cuna con tan sólo dos años?

Se trepó a la cama y empezó a saltar con alegría.

- ¡Pipi! ¡Pipi! ¡Pipi! ¡Pipi! ¡Pipi! ¡Pipi! - gritaba a la vez que saltaba. Se la veía feliz y con mucha energía, cosa que me produjo una extraña sensación ya que ella no era así. Al contrario, era sumamente dócil y callada.

- ¿Qué es "Pipi"? - preguntó Erik que la miraba tanto o más extrañado que yo - ¡Gemma! ¿Estás bien?

Se bajó de la cama y corrió hacia la cocina. Miré a mi esposo y dije algo para tranquilizarlo.

- Quizá sólo es algo que quiere...

Me levanté y fui a ver qué hacía. Estaba sentada en el suelo con el pequeño oso de peluche que Lucien le regaló y le hablaba en voz baja. Me acerqué a ella y me arrodillé a su lado.

- Muestrame... ¿Qué es "Pipi"?

Levantó sus bonitos ojos hacia mí y noté que tenían un brillo extraño. Puse mi mano en su frente: hervía de fiebre. La cargué en mis brazos y la llevé al baño. Erik se asomó.

- ¿Qué pasa? - preguntó preocupado.

- Tiene un poco de fiebre...

Le saqué su ropa y la bañé con el agua tibia que Erik me trajo. Por alguna razón, ella no dejaba de decir "Pipi" a cada segundo. Después del baño se relajó un poco y la acosté en la cuna otra vez. Se durmió susurrando esa palabra.

- Es raro, ¿no te parece? - preguntó Erik mirándola con ternura.

- Sí... ¿Qué será eso?

Erik me miró y vi un brillo en sus ojos que me hizo sonreír como idiota.

- Hoy no me diste mi beso de "buenos días" - susurró.

- Es verdad.

Tomé su mano y salimos del cuarto de la niña. Él me tomó por la cintura y me besó mientras yo no podía dejar de reír. Toda esa situación extraña me preocupaba pero me daba risa a la vez. La mañana siguiente, mi niña era la de siempre.

Fue idea de Erik llamarla "Pipi". Como Gemma se enojó por el apodo, nosotros comenzamos a usarlo con frecuencia hasta que dejó de molestarle.

A veces esta niña es más gruñona que su padre. ¡Pobre de mí entre estos dos temperamentales!

Lo que fue #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora