Capítulo 29: Sorpresas

79 11 9
                                    

- ¡Pipi! Te esperaba más temprano.

Gemma le sonrió a su padre con cansancio. Le dio un abrazo.

- Yo también esperaba irme contigo esta tarde pero no pude despedirme de los tíos.

- ¿Por qué no? - preguntó dándole palmaditas en la espalda.

- Porque se fueron después del almuerzo y aún no vuelven. No importa, mañana nos iremos sin falta. Ahora te tengo una sorpresa.

- ¿De verdad?

Miró a su hija con una gran sonrisa. Gemma asintió y tomó su mano.

- Ven conmigo, papá.

Erik se colocó la máscara y la siguió. Subieron a la berlina y Gemma lo miró fijamente.

- No me asustes, ¿qué pasa? -  le preguntó ansioso.

- Debo vendar tus ojos.

- ¿Y cómo veré mi sorpresa con los ojos cerrados?

- Te quitaré la venda cuando sea el momento. ¿Puedo, papá?

Erik asintió con un suspiro. Su hija le vendó los ojos por sobre la máscara con cuidado y se aferró a su brazo. El cochero emprendió la marcha sin que le dieran una dirección, este hecho no pasó desapercibido por Erik que se tensó. ¿Qué se traía entre manos su hija?

La conversación de Gemma era alegre y sus risas se convertían en música para los oídos de Erik. Y la sorpresa, ¿cuál sería? Una parte suya le decía que no sería nada divertido, por el contrario, suponía que hallaría ahí un nuevo motivo de discusión. Pero Pipi estaba muy feliz. Pronto se casaría y quizá (él no lo creía muy a pies juntillas) Michel se la llevara lejos así que, ¿por qué perder el tiempo en peleas sin sentido?

De pronto, la berlina se detuvo. Erik hizo el ademán de quitarse la venda pero ella lo detuvo.

- No lo hagas, papá. Quédate aquí con la venda puesta. No te la quites porque me enojaré de verdad - le dijo con un tono muy serio que hizo al hombre pasar saliva - Espérame aquí un minuto y NO te quites la venda.

Entonces ella descendió y cerró la puerta. Erik debatía si hacerlo o no. ¿Confiar o no confiar? Esa era la historia de su vida a decir verdad, era muy difícil para alguien como él confiar. Suspiró pesadamente y estaba a punto de quitarse la venda cuando oyó que unos tacones se acercaban.

Gemma abrió la puerta y lo miró levantando una ceja.

- ¿Miraste?

- No, princesita mía, ¿puedo mirar ya?

- No. Dame tu mano.

Se tomaron las manos y ella le ayudó a bajarse. Lo guió entre risas. Sintió un cambio de temperaturas y supuso que acababa de entrar en algún lugar.

- Gira conmigo, papá. Cuidado que aquí hay un pequeño escalón. Vamos, ven. Ahora siéntate.

Erik obedeció con lentitud. Había un extraño aroma en ese lugar que le sonaba familiar... ¿Cuándo...? ¿Dónde...?

- No es posible... Oh, no es posible - susurró un hombre que parecía estar en frente suyo. 

Esa voz. ¿Era esa voz la de...?

- No puede ser, no es posible - insistió el hombre.

Gemma comenzó a quitarle la venda con cuidado y lentitud. Erik abrió los ojos y se llevó las manos al pecho.

- No puede ser - susurró él, tan confundido como el hombre que tenía en frente.

Gemma le tomó la mano y la besó.

Lo que fue #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora