Capítulo 13: El tal Creedence

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- Bien, Gerard, ahora quiero que vayamos hasta Gentilly - pidió Erik con gentileza.

- ¿A Gentilly, señor? 

- Planeo visitar a un antiguo amigo pero necesito que ésto permanezca como un secreto entre usted y yo o podría haber problemas, no se si me explico...

- Perfectamente, señor - respondió ocultando la impaciencia que le producía el hecho de haber recibido dos pedidos de silencio en un mismo día. Aunque, por otro lado, eso significaba que recibiría más dinero sólo por cerrar la bocota. 

- Vamos a ir a la mansión Verdoux - sentenció Erik con seriedad. 

Tomó el cuaderno que había escondido en su bolsillo y se dedicó a leerlo distraídamente porque no dejaba de pensar en la forma en que hablaría con el famoso Credence... ¿Quién era ese tipo? ¿Qué quería, cómo pensaba? ¿Hablaría con él o se negaría?

Gemma ya llevaba una hora en la reunión de sobremesa de la familia D'Azur oyendo los comentarios y los chismes recolectados por Antoine en su día laboral. Alice no dejaba de reírse como muchachita enamorada y Emile tenía su clásica sonrisa falsa en el rostro. Seguro él estaba tan lejos de esa mesa como ella. Y ella pensaba ensu padre, en Calibria, en Nancy, en su gatita, en su perro... Y en Michel. ¿Qué estaría haciendo su pequeño amigo? Aunque ya no era tan pequeño pero claro, ella seguía viéndolo como ese niño que pasaba las tardes estudiando y jugando en su casa. De pronto, sintió una gran nostalgia por volver a estar en su casa, sentía ganas de...

- ¿Qué? - preguntó con disimulada molestia a su tía que acababa de interrumpir sus pensamientos. 

- Que si quieres más café... ¡Pero estás muy distraída hoy! Apenas si has abierto la boca en todo el almuerzo... ¿Ocurre algo? - inquirió abriendo los ojos de manera dramática.

Gemma abrió la boca para contestar pero el mayordomo entró y la interrumpió.

- Señores, les aviso que el joven Alain Cavaliers se encuentra en el vestíbulo. 

Alain... ¿Alain solo? ¿Alain sin Marius? ¿Cómo podía ser eso posible? El atolondrado Cavaliers era como un piojo de Marius porque siempre estaban juntos, pensó Alice. 

Antoine revoleó los ojos. Le desagradaba ese joven, que no quiso escuchar su historia de cómo el fantasma de la Ópera los drogó una noche en el palco 5. 

- Que pase - respondió su esposa con un tono extraño. Giró a verla y notó que era presa de un terror profundo que no era capaz de dominar. Supo que no faltaba nada para que tuviera uno de esos ataques de histeria que últimamente eran más seguidos. 

Alain Cavaliers entró sonriente, como siempre, pero su semblante cambió al sentir el peso de todas las miradas sobre su persona. Sobretodo, lo estremecía la forma en que la anciana D'Azur lo miraba, como a punto de saltarle al cuello cual perro de caza.

- Buenas tardes a todos... Estoy buscando a Marius - informó con nerviosismo.

- No está aquí - dijo Emile.

- ¿Lo has visto hoy? - preguntó Alice con ansiedad.

- Sí, lo crucé antes de entrar a mi clase. Hablé unas palabras con él y no volví a verlo, sus compañeros me dijeron que salieron más temprano hoy porque el profesor está engripado y...

Alice movió la mano con un gesto nervioso para hacerle callar.

- No me hables del profesor que a mí sólo me interesa mi hijo. ¿Lo buscaste en el bar?

- Claro que sí. Incluso fui a la biblioteca creyendo que podría haber ido sin mí.

Alice apoyó su espalda en la silla y dio un largo suspiro. Alain se acomodó el cuello de la camisa.

Lo que fue #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora