capítulo 5.

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Había faltado un lunes al trabajo, con la excusa de que se sentía mal como para levantarse. Y en parte era así, no se sentía con las mínimas ganas de levantarse a hacer algo. Youngjae estaba comenzando a desesperarse, porque ese día había llamado a su trabajo (aún  teniéndolo prohibido), llevándose la sorpresa de que su mejor amigo no había ido.

Por lo tanto, el rubio optó por salir de su departamento, llamar un taxi e ir lo más rápido posible con Jaebum. Y ahí se encontraba, entrando sin llamar a la puerta, con el ceño levemente fruncido mientras pensaba cómo animarlo.

—¡Jaebum! —gritó una vez hubo cerrado la puerta. Observó con detenimiento, las cosas estaban ordenadas como hace dos días, y parecía que ni una franela fue pasada por ahí.

Youngjae, sin más, se dirigió a la habitación, encontrando lo que imaginaba. La cama estaba completamente desordenada, con una cobija arrastrando el suelo del lado izquierdo. Con un chico justo en el centro, que tenía su rostro enterrado en la almohada. Suspiró. Se acercó a su amigo, quitando la sábana de encima y oyendo un quejido enseguida.

—JB —volvió a llamar con más calma—, tienes que levantarte, vamos. Te descontarán dinero de tu paga si no vas mañana.

—No quiero —murmuró, volteado su rostro.

Solo en ese momento Youngjae pudo darse cuenta que estaba manchado en lágrimas secas, sus ojos bastante hinchados que los hacían ver aún más pequeños de lo que ya eran. Se sentó a su lado, acariciando sus cabellos.

— Entiendo como te sientes, pero tienes que seguir de pie. ¿Recuerdas?

— Ayer... —tragó saliva, reuniendo fuerzas para no llorar más— Jinyoung me mandó un mensaje donde dice que mañana traerá los papeles del divorcio. 

Era lo peor. Así de simple: lo peor. Y al parecer las cosas no iban como creía, porque para Jaebum hace a penas una semana se sentía satisfecho con su vida, creyendo que en realidad no importaba mucho, y que Jinyoung no se quejaba en lo absoluto. Hace unos días lo supo. Estaba todo mal.

Youngjae buscó su teléfono en el bolsillo de su pantalón con la atenta mirada de Jaebum sobre él. De acuerdo, no quería levantarse a trabajar, tampoco faltar. Y tenía una buena idea en mente para ese día. Entre sus contactos, eligió uno en especial, que seguro le apoyaría con lo que pediría. Marcó. Uno, dos, tres tonos y contestó.

—¡Jin! —exclamó, sabiendo de sobra que era demasiado obvio.

—¿Ahora me recuerdas?

—Te recuerdo siempre —reprochó.

—Normalmente me llamas para pedirme un favor. Ve al punto.

—N-no, yo no... bien —se resignó ante el silencio del mayor—. ¿Podrías ir a cubrir el puesto de Jaebum por hoy?

—¿Qué? Primero me olvidas y luego me pides que trabaje. ¿Es una clase de broma, Choi?

—Uh...

No pudo ni siquiera inventar una buena excusa que convenciera, pues Jin habló antes.

—Lo haré porque seguramente estará el guapísimo de Namjoon.

—¿Aún no lo superas?

—Jamás hasta tenerlo de nuevo.

—Entonces... suerte. Ah, y muchas gracias. Te debo una.

—Me debes muchas, cariño.

Jin colgó con una risita antes de que pudiera reprochar. Miró a Jaebum con una sonrisa, levantándose y tendiéndole las manos para ayudarlo.

—Vamos.

—¿Adónde?

—Ya lo verá.

No utilizó nada más para que Jaebum se decidiera a levantarse de la cama y seguir las instrucciones ordenadas de Youngjae.

De todas formas, confiaba en él.

❝Cuídalo Bien❞. [2Jae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora