capítulo 8.

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Normalmente, por las mañanas, hacía un frió que congelaba. Últimamente no estaba siendo así, sino de manera contraria, pues en lugar de cobijarse hasta la cabeza; se quitaba toda la sábana. Jaebum se giró en su cama, dándole la espalda al sol que entraba por su ventana. Aunque no recordaba cómo había llegado a su cama.

En realidad, no recordaba lo que sucedió después de haberse servido el quinto vaso de soju. Quizá Youngjae lo habría llevado a su casa, quizá Youngjae ha dejado las cortinas abiertas. Quizá Youngjae lo había dejado... ¿desnudo?

Abrió los ojos de golpe, sentándose al instante en la cama y parpadeando por la luz que entraba de repente. Talló sus ojos y miró a su lado. Una espalda llena de lunares era lo que alcanzaba a contemplar, pues el resto del cuerpo era tapado por la sábana. Esa cabellera rubia más que conocida se movía cada dos por tres cuando el cuerpo propio intentaba acomodarse mejor.

Joder. ¿Qué había sucedido anoche? ¿Tenía que ver con estar desnudo, en su cama e igual que su mejor amigo, y la ropa regada en el suelo? Seguramente sí. Frotó la parte trasera de su cuello, confuso. Y es que le dolía la cabeza a montones, sin poder recordar algo coherente.

Inclinándose desde su sitio hacia abajo para levantar sus pantalones, tomó su teléfono. Pasaba de las once, un día que faltaba a trabajar. Aunque eso no era lo importante en esos momentos. ¡Se había acostado con Youngjae! Con su mejor amigo.

Tocaron el timbre.

Se dio prisa en buscar su ropa interior del suelo, y en colocarse los pantalones. ¿Quién podría ser? Casi nadie lo buscaba. Dio una rápida mirada al rubio a su lado, mordiéndose el labio inferior aún sin poder creerlo. Salió de la habitación, yendo hacia su puerta.

—Buenos días, Jaebum —saludó, mirándolo de arriba abajo con una ceja alzada—. Veo que te la pasaste bien anoche.

—No, yo no... —sscudió la cabeza. No tenía que dar explicaciones— Nada, Jinyoung.

Éste alzó las cejas. En realidad no estaba cuestionando o queriendo que le dijese con quién estuvo, pues sabía lo que había hechos y tenía bastante claro su presente.

—Traje los papeles de divorcio —Jaebum solo pudo tragar saliva por la mala sensación que se instaló en su pecho— y necesito que los firmes.

—Claro —murmuró—, entra.

Giró sobre sus talones, dejando que entrara. Caminó apurado a su habitación, verificando que Youngjae aún esté dormido. Y así era, el rubio continuaba profundamente dormido. Volvió a la sala donde Jinyoung lo esperaba de pie, tomando un bolígrafo que se encontraba cerca.

Pero justo cuando se sentó, un dolor de cabeza lo atacó.

—Ouch...—se frotó las sienes.

—¿Estás bien? —Jinyoung se inclinó para verlo—. Te puedo traer un café.

¿Por qué estaba siendo gentil con él a pesar de estarle pidiendo el divorcio? Le dolía, le dolía incluso más que su cabeza. Negó, dedicándose a firmar esos dichosos papeles.

—¿Sabes? Hueles mucho a asqueroso alcohol. Date una ducha, quizá así se te quita el dolor —fue lo que dijo una vez estuvieron en la puerta de nuevo para despedirse—. Suerte.

Y se fue. Así, dejándolo destrozado por dentro.

❝Cuídalo Bien❞. [2Jae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora