Capítulo 22 "Despedida".

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— ¡Vamos, chicos! — gritó el entrenador — ¡Nunca antes los había visto jugar así! ¡Les falta armonía!

Estábamos en el entrenamiento del equipo de fútbol pero yo tenía mi cabeza en otra parte.

Corrí hacia Mason y le quité el balón.

— ¡Eso, Adam! ¡Ahora pásalo a Nathanael! ¡Está solo! — siguió gritando el entrenador Michael.

Ignoré su orden y seguí corriendo.

— ¡Dáselo a Nathan, Adam!

Miré a Nathan (con un ojo morado, por cierto) que estaba solo y cerca de la arquería haciéndome señas.

— Pásame el balón, Adam, deja de ser tan inmaduro.

Corrí esquivando a todos los del equipo contrario que trataban de quitarme el balón pero al final terminaron robándomelo.

— ¡Bien, Nino! — gritó el señor Michael — ¡¿Y a ti qué rayos te pasa, Martinez?!

Lo miré y me mantuve callado.

— Y tú, Nathan ¡Ni siquiera te moviste! ¿Qué les sucede?

— Yo le respondo, señor Michael. — dijo Nino levantando su mano — Adam está enojado con Nathan porque se hizo novio de Chloe y Adam siempre estuvo enamorado de ella. — fruncí el ceño al escuchar lo último. Pensé que nadie sabía que yo estaba enamorado de ella. Nino me vio — Si, Adam, todos lo sabíamos.

Me encogí de hombros algo apenado.

— Oh — habló el entrenador sintiéndose algo incómodo — ¡Diez minutos de descanso!

Me dirigí a las gradas, tomé una botella de agua y una toalla.

— Adam... — vi como Nathan se acercaba a mí. Pero detrás de él estaba una pequeña chica vestida de negro con un grueso libro.

— Ahora no, Nathan — dije para luego correr hacia Adele. — ¡Ady! ¿Que pasó con tu padres? ¿Te castigaron? ¿Ya no podrás salir de tu casa hasta que tengas 94 años? ¿Te quitaron el celular? Te estuve llamando y me mandaba al buzón ¿Te prohibieron ir a fiestas? O peor, ¿te prohibieron escuchar música? Todo ésto es mi culpa. Lo siento tanto.

— Cálmate, Adam, respira — dijo con una expresión tranquila — Si me castigaron, pero no con lo de la música, tampoco son monstruos — rió y luego me dio una mirada triste — Si puedo salir de mi casa, pero no contigo. De hecho, me prohibieron todo lo que tenga que ver con Adam Martínez. No puedo verte, ni hablar contigo y mucho menos salir contigo. Borraron tu número de mi celular y me prohibieron hasta hablar contigo para las tareas.

Sentí como una filosa navaja atravesaba mi corazón.

Ya mis suegros no me querían.

— ¿Y hasta cuándo tienes que alejarte de mí?

— Para siempre, Adam.

Ahora eran cientos, miles o hasta millones de navajas.

— Pero...

— No hay peros, Adam. Te estoy hablando para despedirme de ti, pero como te había dicho antes, ellos se enteran de todo siempre y no quiero arriesgarme. Tal vez esto sea lo mejor para ambos, somos muy diferentes, de alguna forma nuestros caminos se separarían. — Adele se encogió de hombros y trató de sonreír fracasando en el intento — Y me pidieron que no fueras a tratar de convencerlos de lo contrario. No quieren verte ni en pintura.

Adam y AdeleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora