— ¡Vamos, chicos! — gritó el entrenador — ¡Nunca antes los había visto jugar así! ¡Les falta armonía!Estábamos en el entrenamiento del equipo de fútbol pero yo tenía mi cabeza en otra parte.
Corrí hacia Mason y le quité el balón.
— ¡Eso, Adam! ¡Ahora pásalo a Nathanael! ¡Está solo! — siguió gritando el entrenador Michael.
Ignoré su orden y seguí corriendo.
— ¡Dáselo a Nathan, Adam!
Miré a Nathan (con un ojo morado, por cierto) que estaba solo y cerca de la arquería haciéndome señas.
— Pásame el balón, Adam, deja de ser tan inmaduro.
Corrí esquivando a todos los del equipo contrario que trataban de quitarme el balón pero al final terminaron robándomelo.
— ¡Bien, Nino! — gritó el señor Michael — ¡¿Y a ti qué rayos te pasa, Martinez?!
Lo miré y me mantuve callado.
— Y tú, Nathan ¡Ni siquiera te moviste! ¿Qué les sucede?
— Yo le respondo, señor Michael. — dijo Nino levantando su mano — Adam está enojado con Nathan porque se hizo novio de Chloe y Adam siempre estuvo enamorado de ella. — fruncí el ceño al escuchar lo último. Pensé que nadie sabía que yo estaba enamorado de ella. Nino me vio — Si, Adam, todos lo sabíamos.
Me encogí de hombros algo apenado.
— Oh — habló el entrenador sintiéndose algo incómodo — ¡Diez minutos de descanso!
Me dirigí a las gradas, tomé una botella de agua y una toalla.
— Adam... — vi como Nathan se acercaba a mí. Pero detrás de él estaba una pequeña chica vestida de negro con un grueso libro.
— Ahora no, Nathan — dije para luego correr hacia Adele. — ¡Ady! ¿Que pasó con tu padres? ¿Te castigaron? ¿Ya no podrás salir de tu casa hasta que tengas 94 años? ¿Te quitaron el celular? Te estuve llamando y me mandaba al buzón ¿Te prohibieron ir a fiestas? O peor, ¿te prohibieron escuchar música? Todo ésto es mi culpa. Lo siento tanto.
— Cálmate, Adam, respira — dijo con una expresión tranquila — Si me castigaron, pero no con lo de la música, tampoco son monstruos — rió y luego me dio una mirada triste — Si puedo salir de mi casa, pero no contigo. De hecho, me prohibieron todo lo que tenga que ver con Adam Martínez. No puedo verte, ni hablar contigo y mucho menos salir contigo. Borraron tu número de mi celular y me prohibieron hasta hablar contigo para las tareas.
Sentí como una filosa navaja atravesaba mi corazón.
Ya mis suegros no me querían.
— ¿Y hasta cuándo tienes que alejarte de mí?
— Para siempre, Adam.
Ahora eran cientos, miles o hasta millones de navajas.
— Pero...
— No hay peros, Adam. Te estoy hablando para despedirme de ti, pero como te había dicho antes, ellos se enteran de todo siempre y no quiero arriesgarme. Tal vez esto sea lo mejor para ambos, somos muy diferentes, de alguna forma nuestros caminos se separarían. — Adele se encogió de hombros y trató de sonreír fracasando en el intento — Y me pidieron que no fueras a tratar de convencerlos de lo contrario. No quieren verte ni en pintura.
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Adam y Adele
Roman pour AdolescentsÉl es popular. Ella es tímida. Él es deportista. Ella ama los libros. Él es gracioso. Ella es amargada. Él es Adam. Ella es Adele. Son tan diferentes, pero hay algo que los une: la música. "Son el uno para el otro y no se dan cuenta". Secuela de "L...