Capítulo 7 - La Conocida Extraña

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ALBA

Después del desayuno me sentía mucho más enérgica. Cuando todos terminamos, Julia y Carlos decidieron meterse en la ducha juntos, algo que no habían hecho nunca. Puede que Julia se haya dado cuenta de los sentimientos del pobre chaval. Una de mis comisuras se elevó y me quedé con la mirada perdida unos segundos, visualizando cuánto tiempo duraría una relación que se basaba casi exclusivamente en el sexo.

Una risita me sacó de mi burbuja.

-Me he quedado empanadísima ¿verdad?

-Estabas muy mona -dijo Natalia con la voz suave pero con una mirada que me atravesó la piel.

-Lo siento-Lo siento. Me pasa cinco millones de veces al día, no puedo evitarlo.

-No pasa nada Albi -respondió con una risita y peinándose un lateral de la cabeza con los dedos, dejándolos enredados y apoyándose en la mesa, observándome.

De los nervios cogí el móvil rápidamente y revisé el grupo.
-¿Habrán respondido estos?

-No

Su respuesta instantánea me hizo ponerme todavía más nerviosa. Me giré esperando una cara seria pero seguía con la misma mirada de antes, sin quitarme los ojos de encima.

-No ha escrito nadie...-no sabía qué hacer con el teléfono, no tenía a nadie con quien hablar en ese momento para no tener que mirar a Natalia.

-Te habría vibrado el móvil

-¿Eh? ¿Cómo lo... -Natalia cogió su móvil y lo giró hacia mí, mostrándome el chat del grupo. Julia la había metido en mitad del desayuno sin darme yo cuenta. Qué puta vergüenza dios mío.

-Claro, ahora todo...todo tiene...mucho más sentido-le respondí con la mirada fija en la mesa pero terminando la frase hacia ella. No sabía cómo, pero sus ojos hicieron algo en mí y no pude apartar la mirada. Como un agujero negro tragándose una estrella.

-Gracias

Me hicieron falta varios segundos para lograr responder.

-¿Por qué?

-Por lo de anoche. Bueno, por todo en general.

-No-no tienes que dármelas. Fue María la que te...

-¿Tan humilde eres como para no aceptar un cumplido? -sonrió elevando ligeramente una ceja.

Ahí estaba de nuevo el calor en mi cara.

-No-no-no, bueno sí. Quiero decir que, a ver si me explico. Que no tienes por qué dármelas, no hice nada. Cualquiera habría hecho lo mismo.

-No todo el mundo metería a una extraña en su casa. Y menos aún la llevaría casi a rastras, oliendo a alcohol y soltando gilipolleces todo el camino -sonrió de nuevo.
Le devolví la sonrisa y me toqué el pelo de forma inconsciente.

-Es que tú... No eres una extraña-respondí intentando rebatirle el argumento.

-Como si lo fuera-dijo con un hilo de misterio-podría haber sido una delincuente... O una asesina.

-Pinta de chica mala sí que tienes-respondí con una sonrisa, intentando sacarle otra a ella.

-¿Eres consciente de que podría haberte asesinado anoche, verdad?

-¡Sí, claro! ¡Si a los tres segundos estabas ya más que frita! -el recuerdo de su postura, con la pierna sobre la mía, me dio un pinchazo en el estómago.

Natalia soltó una pequeña pedorreta expulsando aire entre los labios y rompió a reír, sin hacer ruido alguno. Tenía una risa muda visualmente contagiosa y no pude evitar seguirla.

The Warmest Colour (Is Albalia Real?) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora