Capítulo 9 - La Confesión

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NATALIA

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Era la primera vez que la escuchaba cantar y sentí su voz como un abrazo muy cálido y reconfortante. No podía parar de sentirme así de llena, solo quería que aquella canción durara más de unos minutos y atesorar aquel momento. Su sonrisa cada vez me parecía más bonita y sus ojos... no sabía como describir sus ojos, joder. Tenían tanta vida que cualquier persona se habría sentido eclipsada viéndolos un par de segundos. Cuando terminó la canción soltó un suspiro con una sonrisa de oreja y oreja y soltó:

-¡Qué guay! Tenía muchas ganas de hacer una cover de la flaca.

María, África y Julia empezaron a chiflarnos y a soltarnos burradas. Sentí algo de vergüenza y di las gracias agachando la cabeza, resguardando la mirada en el césped y en las manos de Alba.

-Jo, qué guay. Me alegro de que os haya gustado...

María me atiborró a preguntas sobre mi supuesto próximo disco, que obviamente era inexistente, pero por el que ella estaba dispuesta a pagar una millonada. África se unió a la moción mientras que Alba nos observaba sonriente y asintiendo con la cabeza. Julia intervenía de vez en cuando pero, nada más devolverle la guitarra, volvió a meterse en su mundo.

-Se está haciendo tarde chicas y mañana tengo que madrugar - dijo África levantando la vista del móvil.

-¿Vas a conocer a tu suegra, cariño? - preguntó María.

-Sí, qué fantasía. Me muero por conocerla, me imagino a una mujer rubia con la cara de Damion pero más alta.

-Alba y yo tenemos que limpiar el piso, que está hecho unos zorros- dijo Julia guardando el instrumento en su funda.

-Joder, se me había olvidado por completo. Pero mejor lo dejamos para mañana por la mañana, ¿no?

-Sí, mejor mejor

Me quedé unos segundos pensativa, observando como todas se levantaban y recogían sus cosas.

-Nat, ¿quieres que te acompañemos a la parada? - preguntó Alba sacudiéndose el pantalón.

-No, no, tranquila. Voy bien.

-¿Segura? De verdad que no me importa, tengo el bono del metro.

-Sí, sí. Segura - Lo último que quería era causarle molestias a esta personita.

-De todas formas todas vamos en la misma dirección, sólo que nos bajamos en sitios diferentes - añadió María.

Echamos a andar y me quedé en silencio mientras las chicas comentaban la semana que les esperaba en sus respectivos trabajos. María trabajaba en un bar llamado "El calamarito", aunque realmente no le hacía falta porque, al parecer, los padres tenían mucho dinero. Ella necesitaba sentirse independizada, así que llevaba varios años en aquel bar, después de haber estado viajando a mil sitios mientras estudiaba música.
Por otro lado, África era una chica joven y descarada que invertía su tiempo en las redes sociales. Éste era su año sabático, así que su única responsabilidad era ser "influencer".

-Bueno... Entonces supongo que... nos despedimos aquí - dije mirando exclusivamente a la más bajita y dándole una pasada rápida a las demás, que casi no se dieron cuenta de la despedida.

-Eh...hablamos, ¿vale? - respondió Alba asintiendo con una sonrisita vergonzosa y manteniendo una postura infantil que me dio mucha ternura. Me acerqué a ella para abrazarla y me frotó la espalda durante unos segundos. Justo en ese instante Julia se giró y puso una cara algo rara, como si le incomodara la situación. Me aparté de Alba dejando una leve sonrisa.

The Warmest Colour (Is Albalia Real?) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora