Capítulo 3 - Pesadillas

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Advertencia:
Este capítulo tiene contenido +18 que no deberías leer si eres menor.

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NATALIA

Me desperté temblando y chorreando de sudor. Hacía tantísimo que no tenía una pesadilla tan real... Busqué el móvil con el corazón a mil por hora, pero no estaba a la vista. Metí la mano por los huecos del sofá y apareció debajo del cojín que había usado como almohada. Eran las 00:00. Mierda, capicúa.
Me daba mal rollo que la hora incluyera números que se repetían. Sin estabilidad alguna, me levanté del sofá y me quedé apoyada delante del espejo del baño. Todavía sentía la habitación dando vueltas, como si hubiese estado girando durante horas. Había revivido una de las peores épocas de mi vida.

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Estaba tirada en la cama, Miguel había llegado borracho y lo primero que hizo fue arrancarme la ropa y bajarse los pantalones. Siempre que salía con sus amigos, quedadas a las que no me invitaba porque eran "voltios de machotes", volvía hecho un cristo. Más de una vez me quejé de no querer hacerlo... Pero conseguía agarrarme con tanta fuerza que me era imposible huir. Aquella noche ocurrió lo mismo.
Miguel se sacó el miembro y lo metió sin humedecer la zona. El dolor me obligó a estrujar las sábanas. Como no conseguía el movimiento deseado, la sacó, se escupió en la mano y restregó la saliva. Cada gesto y cada gruñido me daban ganas de vomitar. El olor a alcohol inundaba la habitación y lo único que podía hacer era apretar los dientes y rezar porque acabara lo antes posible. Flexionó mis rodillas hasta colocarme en una de sus posturas favoritas y aumentó el ritmo.

-Te gusta, ¿a que sí? Claro que te gusta... porque eres una zorra.

Empezó a follarme más fuerte y sentí el escozor de la sequedad como una llamarada, pero no podía hacer absolutamente nada. Siguió insultándome y penetrándome con más intensidad. Giré la cabeza para que no me viera llorar. Era algo que le enfadaba muchísimo.
Cuando terminó se tiró en la cama y se encendió un cigarro.

-Ve a lavarte y vuelve a la cama.

Me dio la orden con la mirada perdida, como si se hubiese vuelto loco y no hubiese nadie más en la habitación.

Cuando llegué al baño, me quedé parada en el espejo, con el maquillaje corrido y un pequeño charco de fluidos acumulándose entre mis pies. Abrí el grifo y golpeé la cerámica del lavabo. No podía más.
Necesitaba acabar con todo, pero antes debía ducharme. Y no sólo porque me lo había ordenado ese cabrón.
Entré en la ducha y froté mi cuerpo tan fuerte como me fue posible. Lloré todo lo que me había aguantado y salí del baño un poco más valiente que antes. Cuando volví a la habitación Miguel estaba roncando, así que me vestí rápidamente y busqué una mochila. Metí un par de pantalones y de camisetas, ropa interior y el cargador del móvil. En los bolsillos de mi chaqueta guardé la cartera, las llaves y el móvil. Ya pensaría en cómo recuperar el resto de mis cosas.

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Me quedé delante del espejo recreando la última noche que le vi. Todavía estaba en shock, ya que el sueño tenía muchísimos detalles cuyo recuerdo había intentado anular en mi cerebro. Me eché agua fría en la cara y regresé al salón.

Me sentí mal por enviarle un mensaje a Marta, porque era la noche de su anniversario con Paco, pero la necesitaba.

"He vuelto a tener ese sueño"
Pasaron diez minutos y Marta seguía sin responder.

Vamos Marta... Responde, por favor.
Por favor, por favor, por favor...
No podía parar de mover las piernas.

Empecé a desesperarme. La última vez que tuve aquel sueño me dio un ataque de ansiedad y Marta tuvo que dormir conmigo.

The Warmest Colour (Is Albalia Real?) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora