39. Militares

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NATALIA POV

Tapada hasta las cejas, varios cuchillos, piedras y con mucha osadía nos dirigimos María y yo a la plaza, había muchísima gente y con un megáfono nos conseguimos organizar.

María y yo íbamos entre unas 500 personas en dirección al edificio político más grande, a medida que pasábamos por las calles cogíamos macetas y cualquier objeto y lo colocamos en las carreteras, rompimos los cristales de casi todos los sitios, la policía empezó a llegar pero con muchas piedras y varias peleas conseguimos detenerles y seguir nuestro camino.

Quedaban apenas 100 metros para meternos en la calle que daba directamente al parlamento, estoy nerviosa, pero la rabia dentro de mí gana, tengo ganas de que todo se acabe, el plan iba sobre ruedas y nadie nos podía interrumpir, entonces algo cambió.

-¡Eilan!- gritó María a mi lado, todo el mundo paró en seco haciendo que me tropezara entre la multitud.
-¿Qué pasa?- dije confusa, nadie andaba y los gritos cesaron y la gente me miraba algo nerviosa.
-¡Mira!- María señaló un montón de furgonetas que aparcaban en frente del parlamente y bajaban cientos de militares armados en fila- nos van a hacer una emboscada Eilan...tenemos que retroceder
-¿¡Qué?!- dije sorprendida por sus palabras- ¿¡meses de sufrimiento para parar por 4 gilipollas?! NI DE COÑA

María me intentó frenar desesperada pero me libré de su agarre, caminé entre la multitud para confirmar lo que ya sabía, todos nosotros estábamos parados y una doble fila de militares nos apuntaban, reinaba el silencio, María llegó hasta donde mí pero no me agarró, se quedó en shock al ver a toda esa gente apuntándome con las armas.

Empecé a dar pequeños pasos hacia delante, la distancia entre nosotros y ellos es de unos 10 metros.
-¡Detente!- gritó uno de los militares, llevaba varias chapas así que supongo que sería alguien importante.
-¡NO!- dije bien alto, me giré y vi a María rabiosa, seguro que se está cagando en todo mi árbol genealógico
-¡No quiero disparar!- gritó de nuevo
-¿Tampoco sería justo no?- dije eligiendo mis palabras perfectamente

Cogí mis cuchillos, piedras y todo lo que llevaba encima y lo dejé en el suelo cuidadosamente.
-Ahora tú- dije metiéndome las manos en los bolsillo- quiero hablar.
El hombre dejó el arma en el suelo y se adelantó un metro por delante de su fila de militares, todos seguían armados menos él.
-Habla- dijo seriamente.

Pensé las palabras que iba a decir, quería decirlo todo en muy poco tiempo y no quiero ser un fraude
- ¿Estaréis orgullosos de lo que defendeis no?- el hombre no dijo nada- matáis a miles de civiles al día que luchan por sobrevivir, tienen miedo de salir a la calle porque no saben si van a volver, no pueden querer, ver a sus familias, ni si quiera comprar el pan, sin tener miedo a no volver a sus casas- dije seria, mi voz retumbaba en todo el lugar.

El señor fue a hablar pero no le dejé, me quité el pañuelo que tapaba mi cara y seguí hablando.
-os sentís orgullosos de dar justicia, pero ¿es eso verdad?- tragué saliva- un chico violó a una chica, la deja embaraza, si esa chica se lo cuenta a los militares adivina adivinanza, MUERTA, una chica que no tiene la culpa tiene miedo en su propia casa, porque el gobierno no la defiende, ¡la castiga por algo que no eligió!

Todo el mundo me escuchaba atentamente.
-Su padre tomó la justicia por su mano y quiso castigar al violador, ¿la respuesta de los militares? Dispararle, porque claro...¿Por qué no castigar al violador? Solo a las víctimas- mis ojos se llenaban de lágrimas- una chica está sola, con miedo, tiene algo que no se merecía, la han quitado su futuro y créeme, que no voy a parar hasta que se haga justicia, porque la quiero, la quiero con locura y ¡no pienso parar hasta que esté segura!- escupí con rabia.

El hombre levantó la mano y los militares levantaron sus armas apuntándome, un murmullo por parte de los míos cortó el silencio, alguien entre los militares salió, se puso al lado de el señor y se quitó la gorra, no me lo puedo creer...

La Guerra // ALBALIA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora