Los partidarios de Mocoso escogieron los barcos nada más ganar la disputa, pero luego se fueron a sus casas a descansar, con la victoria bajo el brazo. Mérida observó cómo buscaban los mejores barcos para hacer frente a la tormenta y también cómo se fue añadiendo gente a esa evaluación. No se sentía con fuerzas de intentar convencerles de no llevar a cabo esa locura.
Esa noche, la princesa tuvo pesadillas sobre la tormenta y también sobre una posible batalla que se realizaba en un acantilado. Mocoso moría allí. Muchos habitantes de Berk también. Eran derrotados en una masacre.
Cuando despertó, estaba sudando y su estómago le daba punzadas cada vez que pensaba en una batalla. Necesitaba ir a ver a alguien que la hiciera sentir segura.
—¿Te encuentras bien? —le preguntó Ástrid, cuando la vio. Hipo y, sorprendentemente, Mocoso, estaban con ella, cerca de la arena.
—Sí —mintió—. Tengo que ir a ver a Gothi.
—Todos íbamos para que nos diera suerte para el viaje.
—¿«Nos»? —inquirió Mérida, asustada.
—Sí, yo también voy a unirme a la expedición —dijo Ástrid, algo desafiante—. Tengo prestigio entre los nórdicos y quizás consigamos salvar el pellejo por ello.
Mérida miró suplicante a su marido para que no lo hiciera, no después de aquella pesadilla. Hipo parecía estar batallando contra sus propios pensamientos, seguramente pensando en que podría pasarle cualquier cosa, a la vez que ni podía impedírselo, ni era mentira que era más diplomática que cualquiera de los que se habían unido a la expedición hasta el momento.
La princesa iba a quejarse en voz alta de esa decisión, cuando Eret apareció de entre las casas y se acercó, con una expresión parecida a la de Hipo.
—Mocoso, lo siento, no puedo unirme a tu expedición.
—¿Qué? ¿Por qué? Dijiste que venías, te necesitamos.
—No renegaría de una batalla si no fuera por una buena razón. Y la razón es que Hipo ha hecho muchísimo por mí estos años. Me dio la bienvenida con los brazos abiertos y entregándome el mando del dragón de su padre incluso después de haber ayudado a su enemigo. He conseguido mucho más de lo que nunca pensé, y no creo que la mejor forma de pagárselo sea marchándome en contra de su voluntad.
Mocoso, posiblemente en un brote de madurez, asintió solamente y le saludó al estilo nórdico, con energía. Mérida supuso que le resultó de honor devolverle el favor a quien le salvó de una vida subyugado.
Eret saludó a todos, dejando para el final a la princesa y dijo:
—Aunque te vayas, yo seguiré adelante con tu idea. Ya tengo arco y voy a entrenar duro.
—¡Me alegro!
Y se fue. Fue posiblemente el único instante de complicidad entre todos entre tanta tensión.
A Mérida se le olvidó por completo protestar por la decisión de Ástrid de acompañarles mientras subían las interminables escaleras hacia la casa de Gothi. Cuando le vino a la cabeza de nuevo ya estaban arriba y no parecía haber discusión. Era cierto que la propia Mérida se iría también, pero... ¿y si le ocurría algo sólo por querer protegerla, o por proteger a Mocoso? Sería muy injusto.
Gothi les estaba esperando en esa inestable terraza donde Mérida había tenido su encuentro a gritos con Saorsa. Les observó uno a uno sin decir nada. Esta vez no tenía dónde hacer sus predicciones, y Bocón y Patapez no estaban allí para traducir.
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Más allá del Mar Sin Sol [Mérida x Ástrid - Brave/Cómo Entrenar a tu Dragón]
FanficHace ya muchas décadas que los hombres del norte se han asentado por doquier en las islas británicas. Los clanes escoceses han vivido tiempos convulsos desde entonces. Y después de cinco años desde su primer desafío, una Mérida más madura descubre...