14. El Colmillo de Jördmundgandr

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Mérida enseguida comprobó que un dragón era una versión «más» de todo lo que era un barco: más rápido, con más viento, más peligroso, más frío, se movía mucho más, era mucho más apretado.

Es decir, no es que le desagradaran las alturas, ya había hecho locuras de escalada en acantilados, y no le daba miedo caer al mar (pues Garfios parecía muy ágil), pero no es que su lomo fuera tampoco lo más cómodo, teniendo en cuenta que había perdido la silla de Mocoso en su último vuelo. Volaban a pelo.

La parte buena es que estaba sentada en la posición donde menos frío tendría y menos posibilidades de caer había. Tenía a Mocoso delante y a Ástrid detrás. Ella le daba los consejos sobre cómo sujetarse usando a la princesa como ejemplo, precisamente.

—Agárrate a él por la zona de la barriga, así —le contaba, casi a gritos por el viento. Y luego constreñía la barriga de Mérida como si fuera a hacerla vomitar, en lugar de sólo agarrarse bien. La pelirroja la imitó con Mocoso, algo insegura por el contacto. Aunque no iba a negar que ir todos agarrados la tranquilizaba—. Bien, bien. Menos riesgo de caer. Es la primera vez que monto un dragón siendo tres personas, no quiero sustos.

—¡¿Y me lo dices ahora?! —exclamó Mérida.

—No hubieras subido —se rio la rubia.

—¡Claro que sí, pero me habría hecho a la idea!

Ástrid no se lo creyó y se seguía riendo. Mérida lo decía en serio, no hubiera renunciado ni a volar ni al Mar Sin Sol sólo por estar haciendo algo peligroso siendo tres, pero podría haber sido advertida de ello.

Cuando ya estaban más o menos cómodos en un cielo mañanero despejado, Mérida preguntó:

—¿Cómo encontraremos el Mar Sin Sol?

—No es difícil, es una gran tormenta. El problema es salir de ella.

Mérida no concebía la idea de una tormenta eterna sacudiendo las fronteras del hogar de Ástrid y Mocoso. ¿Sería tan ancha como el horizonte? ¿O sería como un fuego fatuo, que de repente te lo encontrabas delante? Y ni se molestó en pensar en cómo encontrar una manera de salir de la tormenta fácilmente.

Pasaron más de tres horas de vuelo rápido antes no empezaran a ver nubes negras al fondo. No parecían peligrosas, pero tenía malas vibraciones al respecto. Se estremeció como acto reflejo, lo que no pasó por alto a Ástrid.

—Lo notas, ¿verdad? La sensación de que la tormenta no es un día de mal tiempo cualquiera. Hace siglos que truena sin parar. A veces llueve intensamente y otras veces es solo llovizna con viento.

—¿Qué es lo que hay ahí? ¿Vive un dios dentro?

—Peor. Uno de sus rivales, la serpiente que da la vuelta a nuestro mundo. Se llama Jörmundgandr. Siempre está bajo el mar, pero su cabeza está justo en el centro de la tormenta. La invoca con su mera presencia.

—Y ¿cómo sabemos que no nos va a...? Ya sabes.

—Porque descansa hasta que llegue el Ragnarök, el fin de los dioses y de nuestro tiempo. Dice la tradición que la serpiente y Thor se matarán mutuamente.

—Pensaba que los dioses eran inmortales...

—No los nuestros, por desgracia —finalizó Ástrid.

—Lo que hay que buscar es el Colmillo de Jördmungandr, un gran peñasco de piedra en algún punto del centro de la tormenta —explicó Mocoso, que había estado muy concentrado pilotando—. Los dragones lo detectan muy fácilmente, así que volando es fácil cruzar la tormenta. Se dice que el peñasco guarda propiedades mágicas de la serpiente, y por eso los dragones saben encontrarlo.

Más allá del Mar Sin Sol [Mérida x Ástrid - Brave/Cómo Entrenar a tu Dragón]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora