DIRECCIÓN

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Taylor.

CUATRO MESES ATRAS

No podía soportar más la mierda del maestro Stan. No sé porque mierda siempre era a mi quien mandaba a dirección. Falta menos de un año para que salga de este infierno ¿Y no puede solo ignorarme? Ya ni si quiera hago bromas como en años anteriores. Si, me burlo o hago preguntas incomodas. Pero son cosas minúsculas. Hasta el director está cansado de tenerme en su oficina.

- ¿Y esta tercera visita en la semana es por?- Pregunta el director cerrando su portátil.

- Dice que tengo una mala disposición en clase.- Contesto.

- ¿Y es cierto?

- No.

- ¿Entonces, por qué lo dice?- Pregunta.

- Supongo que simplemente es porque no estoy de acuerdo con que me grite siempre que hablo. Así que ahora me quedo callado.- Contesto.

- ¿Tanto como para dormirte?- Pregunta.

- No me dormí, solo bostecé.- Digo.

- Taylor, dime cuantas veces vienes a la semana a mi oficina.- Pregunta.

- Tres veces casi siempre.

- ¿Esos tres días tienes clase con el maestro Stan?

- Lamentablemente.- Contesto.

- Me permites tus apuntes de clase.- Estira la mano el profesor esperando mi cuaderno. ¿Qué le pasa? No estoy en primaria.

- ¿Quiere que le de mi cuaderno? ¿Para qué?- Contesto.

- Solo quiero ver algo. Dámelo.- Dice un poco fastidiado. Como queriendo que se lo de y luego sacarme a volar de aqui. Esa mirada ya la he visto.

- Ok. - Saco mi cuaderno de mi maleta y se lo doy.

Lo toma y lo primero que mira es la portada, luego pasa hoja por hoja hasta que llega al final de los apuntes, que no son muchos, después lo cierra.

- ¿Cuántas clases llevas con el maestro en este año escolar?

- Llevamos dos meses de clase. Lo veo tres veces a la semana.- Contesto.

- Eso equivale a veinticuatro clases. Y de esas te ha mandado 22 veces a mi oficina y de todas esas clases nunca tomaste apuntes. Por lo que veo en las únicas cuatro páginas que tienen algo escrito. Porque ni si son apuntes, son dibujos.

- La clase no es que sea muy interesante.- Me encojo de hombros.

- ¿Taylor hace cuanto me conoces?- Me pregunta.

- Desde que tengo once años.- Es difícil de olvidar la fecha. Cuando papá murió empecé a meterme en más líos y tuve que charlar con él un par de veces.

- Muy bien y ya tienes 18. Eres todo un hombre. Y estoy orgulloso en el deportista en que te has convertido.- Me regala una sonrisa que me recuerda a Henri, el amigo de mi padre.

- Gracias.- Contesto.

- Pero estoy cansado de que te comportes como un crio.

- ¿Perdón?- Quien se cree este tipo.

- Como lo oyes. Con tu destreza en la cancha dejas el nombre del instituto en alto y en las competencias de biología fuiste vencedor. Sin embargo, eres en los demás aspectos un irresponsable y desorganizado en todo el aspecto de la palabra.

- Usted no me conoce. No solo porque maneje la escuela en que he estado desde primero de secundaria, y hablamos debes en cuando no le da derecho de opinar así.- Grito.

ME CANSÉ DE ESPERAR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora