SEÑOR HERNANDEZ

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Taylor.

Llegó directamente de correr a la nevera de mi casa y sacó una botella de agua que acabo en menos de diez segundos.

- ¡Tay! - Me volteo y Emma, la pequeña niña de Cole estira los brazos para que la alce pero antes de poder hacerlo, su padre el paranoico aparece.

- No te atrevas a tocarla sin antes haberte lavado las manos. - Dice alzándola de la silla para bebé.

- Calma Bro. No es como si hubiera estado tocando estiércol.

- No se trata de eso tarado. Hace unos días tenía una tos y no creo que esté del todo sana. Y basta con que la toque alguien con las manos sucias para enfermarla.

La prueba de que un tarado mujeriego puede volverse un papá ejemplar es Cole. Pero sus teorías ya me están jodiendo. Así que hago caso omiso a su comentario y le doy un eso en la cabeza y le toco la manita a Emma antes de subir a mi cuarto. No la quiero enfermar ni nada, solo que el comportamiento de su padre me cabrea y como dije antes no estaba tocando estiércol en la calle. No toque nada, solo corrí.

Me doy un baño y quemo un par de horas jugando video juegos. Se que no soy el más joven para trasnocharme jugando call of dutty pero es la única forma en que paso las horas para no salir corriendo desde las ocho de la noche a la casa de Carmen. Desde la conversación que tuvimos por teléfono hace unas semanas en la noche. No me la he podido sacar ni un solo momento de mi cabeza. Antes al menos podía distraerme o sacar el pensamiento diciéndome que no me quería. Ahora que sé que siente lo mismo, es casi el infierno no poder ir por ella y besarla. No cuando su novio tiene lupus y la ve como un apoyo para salir de su enfermedad.

Por eso la he ignorado. Como se supone que la mire y le mienta diciéndole que todos estos días he estado ocupado y que por eso la he evitado; Cuando sé que la puta verdad es que tengo que pasar más tiempo con un tipo enfermo que cada vez está más grave y que ese tipo enfermo es su novio. No, simplemente no puedo. Ya tengo suficiente con que no me quería hablar. O bueno no se si ahora quiera...

- Taylor... - Golpean la puerta.

- Siga. - Cole entra con cara adormilada a mi cuarto. - ¿Qué pasa?

- Que son las dos de la mañana y los sonidos de disparos del televisor me despertaron. Por suerte el cuarto de Emma queda lejos del tuyo o ya estaría llorando.

- Lo apagare. Voy a salir. - Guardo la partida y apago el televisor junto con la consola.

- No es bueno que sigas haciendo eso. En algún momento van a mandar una patrulla para asegurar que no eres un tipo loco obsesivo.

- Tu que sabes.- Digo colocándome una camiseta.

- Se que hace días te paras como un tipo terrorífico al frente de la casa de Carmen. Tenía mis dudas de porque carajo salías a esa hora y te seguí.

- No eres mi padre. Deja tus pensamientos paranoicos para Emma. - Digo saliendo del cuarto.

- No soy paranoico. Solo no quiero que te metas en más problemas de los que ya estas. Si se presenta una queja en la policía a la mierda las horas de servicio. Ya no servirán para nada.

Su actitud de adulto responsable me saca más mierda de la que creí. - Mira Cole, gracias por tu mierda de papá ejemplar pero conmigo no te metas. Mis asuntos, mi vida. Se lo que hago y lo que pasa si lo arruino. No eres mi padre ni mi tutor. - Bajo las escaleras y salgo de la casa antes de soltar alguna cagada de la que no me pueda retractar luego.

Camino las cuadras que las últimas semanas son mi compañía en la noche y llego a la casa de Carmen. En teoría, no sé muy bien porque lo hago. Algunas veces solo pienso en las pocas veces que estuvimos allá adentro hablando o que alguna noche, por casualidad, ella se dará cuenta que esto afuera y saldrá.

ME CANSÉ DE ESPERAR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora