VISITA AL HOSPITAL

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Taylor.

Entro a la casa y no me encuentro con lo que pensé que me iba a encontrar. Ver como Daymond le mete la lengua hasta la garganta a Brith no estaba en mi plan. Me imaginaba algo como ver a un montón de paramédicos o algún familiar de Samuel deambulando por la casa totalmente desesperado.

Tiro la puerta lo más fuerte que puedo para que sepan que llegue, y no tenga que entrar de forma incomoda por mi propia sala. En serio no comprendo en qué momento tanta gente llegó a vivir aquí, al punto en que tengo que hacer una señal de que llegue a mi propia casa.

- Buenas monito. ¿No dirás gracias por  ayudar y limpiar al tipo raro? - Ya no escucho sonidos que me insinué que se están tragando la boca. Entonces los miro.

- Gracias. - Le contestó a Daymond y subo la escalera. Escucho que me trata de idiota pero no quiero hablar sobre eso. Solo me dirán que vinieron por él y se lo llevaron. Mañana iré al hospital y hablaré con él de su episodio de locura.

Me doy un baño y después me acuesto. Tengo el teléfono en la mano esperando la llamada de Carmen. Su mamá no se veía muy bien que digamos cuando la deje, y Adriana ni si quiera se asomó a la puerta, algo típico en ella. Debe ser duro lidiar con una jugada tan mierda como una traición. Jamás lo he vivido, pero verlo desde el lado de Carmen me jode. Creo que por eso no me siento culpable de haber golpeado a su papá. Él fue el culpable de que ella perdiera el control.

Nunca la había visto tan desesperada y agresiva. Creo que hoy fue uno de los días en que la he escuchado decir más groserías que cualquier otro. Y tampoco pensé que en algún momento vería a mi Carmen destrozándole la cara a otra mujer. Cuando se abalanzó sobre la... Ni se cómo llamarla. Cuando empezó a jalar el cabello del amante de su papa pensé en intervenir. Pero la deje porque necesitaba liberar su ira y la zorra se lo merecía. Pero su papá se levantó y no sabía que iba a hacer y lo golpeé, cuando me di la vuelta ya le había arañado la cara a Tamara así que sabía que la tenía que retirarla antes de que pasara algo peor. Afortunadamente no se puso un denuncio o seguiríamos allá.

El celular vibra y miro inmediatamente la pantalla, pero no es Carmen, es mi madre. Rechazo la llamada. Tampoco quiero hablar con ella hoy. Tal vez  me pregunte si ya le pagué a Cole todo el dinero o si ya pagué alguna otra cosa que falte. Ademas me fastidia tener que fingir una conversación civilizada donde ella finge quererme y yo finjo que acepto ese cariño. Cuando la verdad es que solo nos tenemos que hablar para mantener al día los gastos de la casa.

Hoy cuando Henry me dijo de forma autoritaria que le contestará a mi madre y luego que Carmen me lo aconsejará me fastidio. Sé que Henry lo hace por el lazo que tenía con mi papá y que Carmen solo quiere que me lleve bien con mi mamá, pero ellos no entienden que simplemente nuestra relación murió el mismo día que mi papá se fue. Y no fui yo quien tuvo la culpa, tenía once años y en un momento tenía todo y luego solo una cantidad interminable de niñeras con una mensualidad de dinero.

Entonces, ¿Por qué contestarle cuando ella quiera? ¿Por qué ahora? Cuando tenía catorce años tuve varios intentos en que la llamaba solo para hablar. Y me colgaba a los diez segundos de decir hola acompañado por una conversación trivial y forzada. Y yo prefiero no contestar, que colgar apenas me salude y tengamos un incómodo como estas del que no le importa saber la respuesta. Ademas no es que haya llamado mucho. Solo unas cuantas llamadas esta semana, hablamos una vez cada dos meses no sé por qué el lio . En ocasiones hasta venía a dejar algo de comida y ni nos veíamos.

El celular vuelve a sonar y tampoco es Carmen. Es Samuel.

- ¿Qué putas te paso hoy? - Pregunto.

- No quería estar en este lugar llamado hospital y no tenía  a donde ir. Era ir a la residencia universitaria o tu casa. Y si iba al primer lugar, me llevarían inmediatamente a un hospital de San Francisco y llamarían a mi familia,  así que preferí la segunda opción.

ME CANSÉ DE ESPERAR Donde viven las historias. Descúbrelo ahora