Lo que los demás piensen.

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Los días para Temo, eran más que pesados, 5 meses de embarazo extraño cumplía, así como Yolo tenía 9. Tenían pensado ir a comprar cosas para ambos bebés, era algo que los tenía a ambos ocupados. Había dejado la universidad, y ahora estudiaba algunos días por línea. Nadie veía bien que un hombre pudiera tener el rol que generalmente solo existía en mujeres.

Desde hace un mes que su vientre se había abultado y no había cómo esconder ea barriga lo había hecho, la gente no sabía que era un bebé, quien lo viera pensaría que sería una barriga de un señor muy grande.
Un día había salido junto a su novio a cenar, y decidió ponerse una linda camisa que su suegra le había regalado con el logo de "Bebé a bordo". La gente se había burlado de ellos, sus murmullos se escuchaban hasta la mesa de ambos, con argumentos como "que tan locos pueden ser, ¿Creer que pueden tener hijos".
Era algo que al menor le había dolido, últimamente eso pasaba demasiado.

Aristoteles de dolía ver a su novio de esa manera, ellos respetaban a los demás, pero los demás no los respetaban a ellos. Aristóteles quería meter a su novio en una cajita de cristal y que absolutamente nadie le hiciera daño.


Yolo y Temo disfrutaban su momento juntos, aveces temo iba a casa de Yolo, y desde ahí se encargaban de elegir cosas por internet para el bebé de Yolo. Incluso ambos habían pintado el cuarto del pequeño bebé en camino, habían armado los muebles con ayuda del personal. Ambos tenían miedo del que dirán y decidían comprar cosas por internet.

Los días que Guido dejaba a Yolo en la casa de Temo, se encargaban de elegir algunos muebles, algunos juguetes, e imaginar que compararían cuando supieran el sexo del bebé.

Aunque a Aristóteles no se llevará con su sobrina, le alegraba que ella le hiciera compañía y le devolviera la sonrisa que aveces perdía.
Estaba feliz por los dos, por que eran su familia y de alguna manera los quería a los dos.

Temo había ido a recoger a su sobrina-amiga a su casa, el bebé en el último ultrasonido, no había querido mostrar su cara, Aristóteles había intentado hablarle como solía hacerlo todas las noches, pero jamás hubo un movimiento de su parte, y eso era un susto para ambos primerizos padres. Los bebés a ese tiempo ya mostraban señales, sin embargo, la doctora les explicó que era un bebé muy tranquilo quizá en la siguiente sucedería.

Eso había llevado a Temo y Yolo a un centro comercial. Querían ver todo tipo de cosas para ambos sexos.

-Tami, ¿No crees que es muy pronto para comprar ropa?.

-Quizá lo sea, pero no sabes como me emociona esto.

-Crei que preferías hacer esto con mi tío.

-Tú no lo hiciste con Guido.

-Es diferente, el jamás tiene tiempo para mi y el bebé. Por eso siempre te pido ayuda a ti o a Grecia.

-Bueno, yo lo hago contigo por qué se que quieres despejarte de todo.

-No sabes que bien siento al saber que quieres salir conmigo, para hacerme bien a mi.

-Somos familia, Yolanda.

-Sabes que odio que me digan así, Tami.

-Lo siento.

Después de horas comprando cosas para el bebé era hora de partir. Y Aristóteles había ido a recoger a su novio al centro comercial.

-Yolo, enserio no quieres que te llevemos a tu casa.-Mencionó el menor de los ARISTEMO.

-Si, Tami, Guido prometió llevarme a cenar, me dijo que lo esperara aquí, ustedes vayan a casa.

-Esta bien, pero si necesitas algo, nos llamas, nosotros nos regresamos por ti rápido. ¿Verdad, Ari?.

-Si, si.

La pareja camino hacia el coche en el que Aristóteles había venido por su novio, para dirigirse a su casa.

-Compraste muchas cosas para el bebé, Tahi. Aún no sabemos qué será, y pensé que los dos podíamos ir a ver cosas.

-Ya lo se, pero quiero sacarla de su burbuja, Yolo está sola siempre, me gusta verla feliz.

-¿Y como se portó este frijolito?.-Mencionó Ari mientras daba suaves caricias al viente de su novio.

-Bien, ya sabes este frijolito no se mueve para nada. Siéndote sincero estoy emocionado para que se mueva.

-Y yo más, Tahi. ¿Tienes antojo de algo?.

-Si, de pizza.

-Pizza sera.

Mientras que en el centro comercial, Yolo seguía esperando a Guido, con lágrimas en los ojos, supo que el no iría por ella.

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