9- Y pese a eso, yo quise conocerte

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『•◈ ────※{✧嵐✧}※──── ◈•』

Querido diario...

No dejo de pensar en el encuentro que tuve con aquel chico, mi mente no deja de recordarme aquella sombra de mi pasado. En cuanto vi sus ojos carmín supe que había algo en él, causa una intriga tremenda por esa seriedad y esos ojos tan profundos. Es una sensación que no puedo describir, que no deseo admitir, pero es repulsiva. Incluso pensarla y escribirla...

Me pregunto...

¿Quién será? ¿Y qué clase de demonio es?

~*~

Amy dejó la pluma en el pequeño bote de tinta y suspiró cuando leyó el último renglón que había escrito. Sabía perfectamente que si entraba al bosque era muy probable que no saliera de ahí con vida, mucho menos que alguien la escuchara pedir ayuda. Estaba consciente de todo ello y aún así quería saber quién y qué es lo que estaba en el interior del bosque. Lo había leído al derecho y al revés, los mitos, los textos, todo lo que estuviera como prueba existente de criaturas más allá de lo que se conoce en la biblioteca de Betzabeth, compañera de ellos que se encargaba de administrar los libros.

Miró hacia su estantería, ahí se encontraban un par de libros gigantescos con la mitología, raíces y algunas creencias sobre demonios. Cuando era niña, la señorita Roosevelt le leía esos textos. Comúnmente se le enseñaba a los niños como cuentos de fantasía. Aunque Amy siempre pensó que no solo se trataban de eso, sino que realmente tenían alguna verdad oculta entre sus tantas hojas.

Entre ellas, el mito de los tronos situados en el inframundo, cada uno de ellos pertenecía a demonios superiores, se creía que a príncipes pero nadie podía confirmarlo con certeza. O el mito de los sucesores de arcángeles en lejanas montañas, e incluso el del eterno creador de Sacred Sanctity. Uno que más llamaba la atención de Amy y que por mucho tiempo fue un tema de suma obsesión, fue sobre la leyenda en donde el fundador de Sacred Sanctity luchó cuerpo a cuerpo contra el temible Amaimon, uno de los príncipes infernales más poderosos, y en dicha lucha le arrancó el corazón, exponiéndolo ahora en el templo principal de la academia, rodeado de cadenas y guardado en una enorme vitrina de oro bendecida.

Suspiró.

"Qué mal que sean solo mitos..." pensó desanimada.

Después miró hacia el reloj que estaba sobre el buró cerca de su cama, pasaban de las siete.

—Debo estar desquiciada... —se dijo haciendo un puchero. — vamos Amy, tú no te acobardas tan fácilmente... —de pronto la imagen de Henry en su mente la hizo cuestionarse y sentirse frustrada. — lo siento tanto... me encantaría decirte, pedirte que me acompañaras... pero, pero... sé cómo eres y no me permitirás ir, ni siquiera, aunque tu fueras conmigo querrías regresar al bosque, es algo que lleva atormentándome desde niña... es mi propia herida y solo yo puedo sanarla —suspiró con pesadez, miró por última vez el último renglón en la hoja desgastada y se puso de pie. — lo siento, Henry...

Sin más, se vistió rápidamente y tomó su arma. Tuvo que dirigirse al muelle en donde comúnmente había una pareja de ancianos cuidando de un par de botes, pues para llegar debía atravesar un enorme lago. Antes de desembarcar, se detuvo sólo unos cuántos segundos para pensar en si hacía lo correcto o no, pero suspiró y repitió para sí misma.

«Es mi herida y solo yo puedo sanarla»

~*~

—Es maravilloso que mientras más odio hay en un corazón... más dulce y vengativo se vuelve todo...

Mefistófeles hablaba al ver los cráneos bajo sus pies. En lo más recóndito del bosque donde nadie más había entrado. Vagaba de un lado a otro en su cueva oscura y húmeda. Solo un tenue rayo de luz entraba en uno de los huecos, iluminaba sobre una piedra una pequeña caja hecha de bronce. Poseía bordes finos y sofisticados, cada uno de los lados poseía múltiples cerraduras. Mefistófeles esbozó una sonrisa.

Demonio de Pandora (#1 Saga Devoción Inmortal) EDITANDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora