73- Cuando tú y yo debamos sostenernos por última vez

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Cam rápidamente estiró sus brazos y arrastró sus uñas por el suelo mientras corría tras Amy, hacía que las raíces secas se alzaran para formar una barrera. Además, si era alcanzada, un ligero tacto con las espinas y el veneno podría hacer que todo su cuerpo fuera envenenado en cuestión de segundos. Mefistófeles estuvo a punto de rozar sus afiladas uñas contra las paletas de la espalda de Amy, solo había alcanzado a darle un rasguño que la hizo estremecerse de dolor, pues ardía. Sin embargo, se vio detenido cuando una barrera de hiedras venenosas se alzó frente a él, al momento en el que sus brazos fueron heridos por las espinas, retrocedió y maldijo por el ardor que le causaba. Alanis y Donovan lo alcanzaron, él se giró sin borrar su expresión de orgullo y desprecio.

—Miren a los sabuesos de Henry, tan leales como siempre... ustedes, ¡Ustedes saben que desean lo mismo que yo! ¿¡No quieren eso!? ¡Ser libres por toda la eternidad y hacer de este mundo nuestro! Si me siguieran, si tan solo me dejaran mostrarles la belleza del poder absoluto, entonces ¡Nunca más seguirían a Henry!

—Incluso si quisiéramos ser libres por toda la eternidad —replicó Donovan. —esta no es la manera y lo sabes perfectamente, Elpis dijo-

—Elpis esto, Elpis aquello, ella no significa nada para mí... ni su palabra ni sus enseñanzas

—Debíamos protegernos ¿En qué te has convertido Edward? Sabes que tú solo te estás condenando, sigues latiendo tan fuerte en Mefistófeles que olvidas quién eres... no solo eres Silcharde, eres más que eso...

—Basta con tus disparates Donovan, acepta el demonio que eres, acepta a Astaroth, acepta esa fealdad dentro de ti y comprenderás que el poder inmenso que cargas contigo es más fuerte que un simple y estúpido corazón inútil

—Edward... —dijo Alanis. —este no eres tú..., ¿Qué diablos hizo Mefistófeles contigo? ¿Por qué estás dejando ser controlado por sus pensamientos egoístas?

—¡Siempre he sido así! ¡Siempre he querido el poder absoluto! —arrojó neblina contra Alanis, pero ella lo esquivó. —¡Me ahogo en la soberbia! que ustedes sigan a Frimost como perros no es mi culpa, solo son unos esclavos inútiles y asquerosos

—Edward... sabías controlarte perfectamente, mantenías a tu verdadero demonio Silcharde dentro de ti... pero, ¿Por qué dejas que ahora él se manifieste antes que tú? Y sobre todo, ¿Por qué Mefistófeles te ensucia con sus pensamientos? Acaso... —abrió los ojos como platos. —Edward... ¿Acaso el alma de Mefistófeles quedó atrapada contigo? ¿Por eso estás devorándola y convirtiéndote a su semejanza?

—Eso es imposible —dijo Donovan, alarmado. —¿Eras consciente de que o bien tu devorarías su alma o bien él devoraría la tuya? ¡Estás uniéndote a él!

—¡SILENCIO! —volvió a atacarlos, esta vez los había empujado por causa de un gran viento hecho por sus alas negras como una noche oscura. —Este es mi cuerpo, me pertenece... él me lo dio, ¡Es mío! ¡Solo mío!

—Su cuerpo será tuyo Edward... pero tus pensamientos y tu alma le pertenecen a él... no te das cuenta, ¡Estás siendo tragado por un ángel de luto que captura almas! ¡Terminarás vuelto loco y perdido!

—JÓDANSE, NO VOY A ESCUCHARLOS MÁS, NO QUIERO ESCUCHARLOS MÁS —sus ojos se tornaron blancos

Alanis y Donovan temieron al verlo engrandecer su sombra. Mefistófeles se había vuelto más severo y violento. Los atacó con tentáculos de neblina, liberó espíritus malignos con formas de cadáveres putrefactos y se los arrojó encima. Dichos cadáveres se abalanzaron contra ambos e intentaron morderlos hasta desmembrarlos. Sin embargo, tanto Alanis como Donovan adoptaron su verdadera forma demoniaca, Astaroth y Guland.

Lucharon fervientemente, la tierra se sacudió y Mefistófeles lanzó un rugido descomunal que los hizo ensordecer. Con fuerza los tomó de los cuellos a ambos y los arrojó a una fosa. Estaban poniéndose en pie cuando los cadáveres se lanzaron uno tras otro, eran acorralados y cuando creían que habían terminado con todos, venían más y más oleadas peligrosas. Mefistófeles escuchó el grito de Amy, pues había sido tocada por las ramas de Cam y una de ellas se había atorado en su tobillo. Dejó a Astaroth y Guland en el hoyo, pues sabía que ninguno de los dos saldría con vida. Continuó yendo tras Amy, aunque la mirada de ella se volvió turbulenta por el veneno, siguió avanzando. Cortó con la daga el tallo venenoso y huyó.

Tenía que llegar al templo, tenía que ser fuerte. Cam la alcanzó tan pronto como sintió que había caído en su trampa. Estaba en cuclillas sobre una rama torcida del árbol más grande y se abalanzó hacia ella mientras estallaba en carcajadas.

Con el rostro lleno de locura se aproximó hacia ella, en una sonrisa amenazante pronunció "no llegarás muy lejos" y antes de enterrar su brazo entero en la espalda de ella por detrás, Dante le dio un golpe tan brutal que la sacó volando contra unas rocas. Ella alzó la vista, consternada. Dante tenía los ojos carmesíes brillando con furia. La sujetó del cuello y volvió a golpearla una y otra vez con todo a su alrededor. Él se había escapado de Henry en cuanto tuvo la oportunidad y no perdió el tiempo para llegar a su amada.

Una vez que Cam estaba lo suficientemente herida, siguió su camino hasta donde estaba Amy.

Amy estaba pálida, el veneno estaba haciéndola gemir del dolor. Sus labios estaban secos, el sudor frío se escurría por toda su frente y mejillas y bajo sus ojos surgieron un par de grandes sombras oscuras, haciéndola lucir demacrada. Caminó aun así hasta la piedra principal que estaba en el centro del templo. Miró a todas las columnas rodeadas con regaderas frondosas. Cada una con el respectivo nombre de los males en el interior de la caja, sin embargo, el octavo pilar que tenía una abolladura gigantesca, justo detrás de la piedra en donde debía ser colocada la caja, tenía letras grabadas e inmensas que decían.

"Esperanza"

Se arrastró hasta ahí, la escritura en la placa dorada al frente de la piedra decía.

Que los mortales nunca caigan en los tres méndigos; dolor, desesperanza y miedo.

—Pobre ingenua —Mefistófeles la tomó desde atrás y la arrastró con fuerza, alejándola del sitio. La caja se resbaló de sus manos y él esbozó una sonrisa de oreja a oreja en cuanto la tiró al suelo. —¿De verdad creíste que lo lograrías? ¿En serio pensaste que con solo poner la caja en esa estúpida piedra todos seríamos salvados? ¡Mira a tu alrededor! El resentimiento tan grande en este bosque está dirigiéndose a un punto más corrupto que él

—Maestro Lang...

Mefistófeles le pisó el vientre con fuerza y se echó a reír. De nuevo lo hizo, una y otra vez hasta que ella escupió sangre.

—¿Crees que su cuerpo como sacrificio será suficiente? Toda la energía... una vez que sea transmitida hacia él se volverá corrupto, un demonio incontrolable y su alma se perderá. No importa cuánto te esfuerces Amy... no importa cuántos sacrificios se hagan, el infierno está ascendiendo en el mundo terrenal. El infierno está vacío... todos los demonios están aquí

Amy miraba la caja a su lado, estiraba los dedos para alcanzarla, pero Mefistófeles le pisó la muñeca con fuerza. La hizo estremecerse del dolor continúas veces. Incluso si deseaba gritar, el veneno estaba acabando con su vida.

—Perdiste, acepta tu derrota

Apartó su pie de ella. Se inclinó y con sus dedos delgados acarició sus pómulos hasta llegar a su barbilla. Sus ojos irradiaron un brillo gentil mientras sonreía con elegancia.

—Tu alma definitivamente será un trofeo muy grande en mi poder... —dijo en un hilo de voz. —me aseguraré... de que siempre perdure... e incluso la usaré para mis planes futuros...

Acercó sus labios a los de ella. Cuando ambos fueron unificados, Amy sintió como si su alma estuviera siendo desprendida desde el interior de su pecho, Mefistófeles no cerraba los ojos, se deleitaba al verla empalidecer aún más. Lamía la poca sangre en el labio inferior de ella con placer. Sus pómulos sonrosados se teñían grises, el calor en su aliento llegó al labio inferior de él.

Era un beso de la muerte.

Demonio de Pandora (#1 Saga Devoción Inmortal) EDITANDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora