57- Cantemos una pequeña canción al otoño

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Mientras tanto, latigazos se escuchaban en el inframundo, uno, tras otro, tras otro y otro más. Los gritos ahogados de desesperación hacían que Liam y Bástian se encogieran mientras vislumbraban las sombras de sus dos hermanos.

Dreyko enterraba sus garras en el suelo, sus nudillos se volvían blancos porque no podía soportar cada uno de los latigazos que Abaddon le proporcionaba. Su espalda tenía innumerables heridas que desparramaban sangre por todo el suelo, incluso las palmas de sus manos se vieron manchadas de esa sustancia espesa. Dreyko estaba de rodillas, con la frente pegada en el suelo, sintiendo el hormigueo de su espalda subir lentamente hasta sus hombros.

Por su parte, Abaddon tenía el semblante lleno de ira y los nudillos blancos por la fuerza con la que sostenía aquel látigo. Propició un último latigazo e inspiró aire para hablar.

—¿¡Qué te dije sobre el mundo de los mortales!?

—Q-Que...

—¡HABLA FUERTE!

—No debía ir con ellos —replicó con los ojos lagrimosos y encogiéndose ante el grito de su hermano

—¡NINGUNA INTERACCIÓN! ¡NINGUNA RELACIÓN! ¡NUNCA!

Y otro latigazo. Otro y otro...

—¿¡QUÉ TE DIJE DE LA CONVIVENCIA CON ÁNGELES!?

—N-Nunca...

—¡NUNCA! ¡JAMÁS! —otro latigazo más profundo que el resto

Dreyko se estremeció de dolor y mordió su labio inferior, sabía que el remordimiento o la compasión nunca significaban nada para Arthur.

—Hermano, ya es suficiente —Liam tomó coraje para encarar a Arthur, sosteniendo su muñeca en el aire cuando estaba por propiciarle otro golpe. —ha sido demasiado

Arthur apartó su brazo con furia en cuanto lo miró por un par de segundos. Relajó el semblante, aunque su respiración aún se encontraba agitada.

—Las reglas existen para evitar el infortunio —Arthur habló con voz gruesa y dominante, Bástian, quien solía ser el más loco y bocón incluso en estas situaciones, se limitó a quedar callado y temblar del miedo. No solo porque era el menor, sino porque temía de lo cruel y despiadado que su hermano podía ser—procuro hacer de ti un príncipe recto, firme, sin una pizca de compasión y ¿Qué es lo que haces? ¡Desobedeces!

Dreyko no dijo nada, se sentó con dificultad y únicamente colocó las palmas de sus manos sangradas sobre sus rodillas. Tenía la cara manchada de sangre y la marca de la flecha había causado un hematoma negro que implicaba un intento de suprimir sus instintos demoniacos. Se recorrió por toda su espalda, haciendo aún más deplorable el panorama junto a los latigazos.

—Él debió haber estado de paso —Bástian también se armó de valor y se interpuso entre Arthur y Dreyko. Claramente estaba temblando del susto, juraba que podría hacerse del baño ahí mismo, pero quiso hacerse el valiente y cerró sus puños

No por ser el menor, significaba que era el más cobarde. De hecho, siempre buscaba demostrar la idea contraria, por eso era bocón y arrogante. Pero no cuando se trataba de sus hermanos.

—Nuestro hermano jamás se relacionaría con ningún mortal o un ángel

—Fuera de paso o no, el haber estado en el templo fue suficiente para que cuestionaran su autoridad

Asmodai estaba encogido del miedo, quería proteger a Dreyko, pero siendo contra Arthur, simplemente no podría hacerlo. Sabía su autoridad y por ello lo respetaba.

Demonio de Pandora (#1 Saga Devoción Inmortal) EDITANDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora