45- Conocí a muchos en mi trayecto

108 19 8
                                    

『•◈ ────※{✧嵐✧}※──── ◈•』

Betzabeth solía estar ocupada en la enorme biblioteca de cincuenta mil libros, se movía de un lado a otro preocupada por la situación del oráculo. Además, no había recibido alguna noticia de Henry o Amy que pudiera hacerla sentir tranquila.

En los últimos días había estado reflexionando sobre la primera vez que llegó a Sacred Sanctity, solía escribir un sinfín de cosas en un libro que ella misma fabricó. Era de pasta dura y hojas rugosas que se habían doblado ligeramente por el poco cuidado que ella le brindaba en un principio. Lo llevaba de un lado a otro, rehusándose a salir sin él. Era como un diario, uno muy personal y valioso de lo que aprendía en su día a día. Henry le había dicho que todo lo que ella aprendiera debía de anotarlo, solo así no olvidaría las cosas o enseñanzas. Ella obedeció sus órdenes porque Henry inspiraba confianza y buen liderazgo. Hablar con él era como explorar un mundo completamente nuevo, uno en el que nunca terminabas de conocer todo. Era prácticamente como un libro, misterioso, intrigante y con algunas páginas en blanco que no quería revelar.

Ciertamente era torpe, pero muy encantador. Betzabeth y él se habían hecho muy cercanos, hablando de problemas con diferentes variantes, el porqué de sucesos, entre otras cosas más. Cierto día, ella descuidó de su libro al dejarlo junto a los demás. Aunque buscó de un lado a otro, jamás lo encontraba. Estaba en un punto crítico de desesperación cuando la señorita Eleanore le dijo que el mejor lugar para encontrar un libro era en la biblioteca principal. Así, Betzabeth se adentró en ese sitio, jamás se habría imaginado que quedaría atrapada entre las palabras de los múltiples libros que estaban albergados. Día y noche se quedaba para leer. Henry le había dicho en algún punto de su vida que la riqueza más grande era el conocimiento, aunque ella no entendía en un principio, al desarrollarse mejor y entrar en contacto con un mundo más grande del que ella conocía, finalmente lo entendió.

Dado que era una chica constante y entregada al olor viejo de los libros, la antes bibliotecaria le cedió su lugar debido a que ya estaba cerca de su jubilación. Desde ese entonces Betzabeth trabajó ahí y todos los años entregaba un reporte del total de libros. Siempre eran los mismos, pero el instituto siempre quería estar seguro de que nada fuera robado de un lugar tan grande de conocimiento, confiaban plenamente en ella y siempre la esperaban con una sonrisa. Muchos ya esperaban oír de sus labios "cincuenta mil libros como siempre".

Betzabeth suspiró al recordar los viejos tiempos, deseaba que Henry no se metiera en tantos apuros por culpa de lo que ocurría en el bosque de Pandora. Desde hacía dos semanas Chelsey se la pasaba en la biblioteca, leía los títulos en los costados y los anotaba en una libreta pequeña mientras susurraba algo conforme su vista se movía de un lado a otro.

—¿Aún no encuentras algo que te interese leer? —dijo Betzabeth y Chelsey sonrió al anotar una última cosa en su libreta. —puedo recomendarte algo

—No es para mí... es para mamá

—¿La señorita Eleanore? Oh vaya, es raro que ella solicite un libro

Chelsey asintió.

—Lo sé, pero parece buscar algo en específico... —se encogió de hombros. —bueno, está ocupada así que puedo hacer esto por ella

—Dime el título y con gusto te ayudaré a buscarlo, ¿Qué dices?

—Lo siento Bet, no quiero ser una molestia para ti —sonrió. —además, mamá me pidió que hiciera esto sola

—¿De verdad? Pero... sabes que son cincuenta mil libros, ¿Cómo vas a acabar esto tú sola?

—Siempre puedo Bet, es como un don

Demonio de Pandora (#1 Saga Devoción Inmortal) EDITANDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora