『•◈ ────※{✧嵐✧}※──── ◈•』
En lo que los otros dos se arrebataban la brújula inservible y se lanzaban insultos de niñitos de cinco años, ella se puso de pie y caminó hacia el ruido. Tenía la mochila sobre su hombro y la mandarina sobre sus labios. Buscó nuevamente el sonido, esta vez se escuchó entre las ramas más altas. De nuevo sonó, pero en las ramas de en medio.
—¿Hay alguien ahí?
No hubo respuesta.
—Estamos un poco perdidos... sería bueno si pudieras ayudarnos...
Y de nuevo nadie habló.
Suspiró, frustrada. Ni siquiera sabía si aquello que se movía era un humano y le hablaba como tal. Quizá la desesperanza ya se estaba apoderando de ella, por lo que recurría a las primeras opciones que aparecían en su cabeza.
Caminó de nuevo hacia donde estaban los chicos, como esperaba... peleando en el suelo por una maldita brújula sin una flecha.
Estaba por sentarse de nuevo en la roca cuando entre las ramas vio un par de ojos.
Estaban atentos, prestándole suma atención.
Se sobresaltó repentinamente. Tragó saliva con dificultad para advertir a los chicos, pero ese rostro lentamente salió de entre las hojas, revelando a un animal. Un babuino. Su pelaje era ligeramente blanco. Era peludo, con el hocico rosado y los ojos pequeños.
—Qué curioso... —dijo aliviada y se aproximó hacia él. Aquel babuino parecía curioso, intrigado por aquella doncella. —hola amiguito, ¿También estás perdido?
Él solo ladeaba la cabeza y miró a espaldas de ella.
—Sí... —resopló agotada. —ahora mismo están en medio de una discusión... —sonrió. —qué cosas..., pero oye, sería mucho mejor hablar contigo que hablar con esos tontos, ¿Quieres? —le mostró la mandarina y aquel babuino primeramente la olió. Después de unos ciertos segundos, aceptó aquel regalo. —ojalá fuera como tú... escalaría todo sin problemas y vería que tanto nos falta... desgraciadamente tengo las rodillas heridas
Aquel babuino parecía intrigado por lo que tenía en la mochila. A Amy le parecía que buscaba más alimento, por lo que hurgó en lo más profundo y sacó unas cuantas manzanas más. Sin embargo, cuando dejó salir una pera, el anillo de Lang cayó en el suelo. Se arrodilló de inmediato para tomarlo y tenerlo entre sus manos. Había olvidado guardarlo en el bolsillo más pequeño.
El babuino se impresionó por el brillo de oro que irradió hacia sus ojos, se acercó lentamente y ladeó la cabeza.
—¿Qué opinas? ¿No es bonito? —acarició el grabado nuevamente, no importaba cuantas veces lo hiciera, la textura era tan suave que no se cansaba de hacerlo
—Amy... —dijo Dante, limpiando la saliva de su boca y mirando hacia el babuino. —¿Qué es eso?
—Oh, mientras ustedes peleaban como gorilas hice un nuevo amigo
—No tiene sentido —espetó Henry, acomodándose el cabello hacia atrás. —los babuinos solo aparecen en semi-desiertos o sabanas... o en zonas rocosas de las costas de África
—¿Qué?
—Amy... —Dante parecía asustado
Cuando ella miró hacia el babuino, sus ojos se habían vuelto completamente negros. Sus colmillos habían crecido como los de un león dientes de sable. Un tercer ojo brotó de su frente y ligeras alas agrietadas se extendieron por su espalda. No obstante, una serie de tatuajes rojos recorrieron todo su cuerpo. Amy empalideció rápidamente, iba a huir, pero aquel babuino tomó de sus manos el anillo dorado y parpadeó hacia ella.
Me lo llevaré.
Si antes estaba blanca por la apariencia de aquel babuino, ahora estaba que se desmayaba ¿¡Acaso aquel babuino le había hablado telepáticamente!?
Se estiró para alcanzarlo, sin embargo, él fue muy hábil y la esquivó con rapidez. Los chicos corrieron hacia ese babuino demoniaco y comenzaron a perseguirlo. Él únicamente se columpio de cabeza sobre los árboles y parecía burlón hacia ellos. Todos tomaron sus cosas, podían escuchar la risa burlona de aquel chimpancé deforme.
—¡Demonios! —exclamó Henry
Tuvo que prestar oídos a todo movimiento posible, sin embargo, Dante le dio un codazo y antes de que pudiera reclamarle, Dante colocó su dedo índice sobre sus labios.
—Viento
Comprendía que Dante tenía una buena interpretación, un sentido muy hábil era necesario en ese momento. Ambos callaron y después de unos cuantos segundos, el crujido de una rama se desplazó lentamente entre las olas del aire. Giraron hacia donde provenía el ruido y corrieron sin pensarlo.
Otro crujido entre las ramas, otro y otro. Además, el sondeo de las hojas gruesas. Dante sabía que por el suelo sería difícil ver, a menos que escalaran todo sería más claro, pero no quería que Amy se pusiera tensa debido a Henry. Sin embargo, antes de que pudiera parpadear, Henry comenzó a trepar un árbol. Se apoyó de su daga y caminó sobre las ramas.
—H-Henry —Amy lo miró con asombro. —¡Te puedes caer! ¡Aún estás herido!
—¡Ese chimpancé de trasero feo se lleva el anillo! ¡No hay tiempo!
Amy sabía que Henry poseía una habilidad impresionante para trepar. Lo había visto en acción al menos unas dos o tres veces sobre los árboles y su rapidez era más que su propio miedo. Según Henry le había contado, cuando él era niño le gustaba saltar de árbol en árbol porque donde vivía solo había naturaleza para divertirse, por lo que con el tiempo se volvió experto y correteaba a las ardillas. Había ayudado a Amy alguna vez, bajándola de una prueba en la que falló por primera vez con Eleanore. Precisamente en balance y fuerza.
—Iré a ayudarle —replicó Dante. —intentaremos tirarlo desde arriba, procura sujetar el anillo cuando caiga a tus manos
—¿¡Cómo va a ser eso posible!?
—Solo cree —sonrió travieso y rápidamente escaló el árbol a su lado
Amy tuvo que correr rápidamente, a la misma velocidad que ambos. Ciertamente sus piernas no estaban en las mejores condiciones, pero solo contaban con ella para ayudarles. Ambos chicos se balanceaban sobre las ramas de manera majestuosa, no le temían al caer, contrario a eso, parecía que se divertían al hacerlo. El babuino soltó un grito estruendoso, como si igual se divirtiera al ser perseguido.
Amy no podía perder sus sombras, tenía que ser atenta a no tropezar y a ver continuamente hacia arriba. Dante y Henry cruzaron de un lado a otro y se les escuchaba reírse a carcajadas, Amy no podía creer que la competencia existiera para ellos incluso en ese momento. En cuanto las figuras de ambos se volvieron a cruzar por los cielos, se escuchó una risa estruendosa del babuino. De pronto, Amy vio el pequeño objeto brillante caer lentamente desde el árbol más grande. Se lanzó sin pensarlo y lo capturó antes de que tocara el verdoso pasto.
Me atraparon ji, ji
Dijo aquel babuino y se colgó sobre su cola boca abajo.
De nada ji, ji
Ambos chicos cayeron desde los árboles y ayudaron a Amy a ponerse en pie.
—¿De nada? ¿De nada por qué? —dijeron ambos al unísono
De nada, ji, ji...
Al mirar al frente, el camino estaba completamente despejado. Se veía un cielo completamente claro. Tanto, que sus estrellas lograban formar una perfecta constelación en la lejanía. No solo eso, sino que el pasto en esa área era más verdoso que en la villa anterior y se escuchaba el ruido del agua golpeando algunas piedras. Unas luces cálidas provenían desde una pequeña cabaña. Dicha cabaña se encontraba en medio de una enorme laguna, rodeada de las montañas. El aire era fresco, la brisa suave y el ambiente completamente hermoso y limpio.
—Wow... —dijeron los tres al unísono
A dormir, ji, ji...
—¿Dormir?
Y en cuanto el babuino juntó las palmas de sus manos, los tres fueron sometidos a un sueño profundo.
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Demonio de Pandora (#1 Saga Devoción Inmortal) EDITANDO
Roman d'amourNovela Gráfica. Existe un mito, uno sobre una caja que al ser abierta liberó los males en el mundo... conocidos como los siete pecados capitales. Sin embargo, en el interior de la caja solo un ser quedó atrapado y ruega por su liberación para prote...