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casa de Sam regresé en una nube a casa

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casa de Sam regresé en una nube a casa. En una nube de alcohol y sueño. Bebí demasiado vino durante la cena, y si me preguntan, el vino y la comida china, a mí parecer son una mala combinación. Tom tuvo que ayudar a Dakota a meterme al auto ya que me había quedado dormida sobre el sofá de la sala de estar.

Doy vueltas en la cama intentando cubrirme de la luz del sol. Para ser tan temprano por la mañana el sol sí que se está esforzando en provocarme cáncer a la piel.

No debo volver a beber en día de semana.

Repitiendo eso de manera mental me levanto de la cama desperezándome.

Los recuerdos de la cena de anoche vuelven a mi mente, y eso incluye el recuerdo de Tom.

Tom casi me besa.

Un extraño nudo se forma en mi vientre, cortándome la respiración momentáneamente.

Debe ser el hambre... usualmente es eso.

En lo que me cepillo los dientes pienso en qué hubiese sucedido si realmente me besaba, en cómo me sentiría ahora y en qué pude haber hecho después. A pesar de que era un hecho obvio que sentía atracción por él y de que ahora sabía que yo le gustaba, aún seguía pensando que involucrarme con alguien era mala idea. El plan de Dakota era perfecto para mí viéndolo ahora.

No necesitaba involucrarme con nadie, y es por eso que no debía permitir que mis sentimientos por Tom se desarrollasen. Lo que debo hacer es detener esta ola de romanticismo que me amenaza y eliminar todo sentimiento por Roy, el cual no podía negar que extrañaba.

Deshacerme de mis sentimientos por Roy será tarea difícil, sin embargo, soy consciente de que lo único que me lo trae de vuelta una y otra vez son los recuerdos, por lo que debía evitar a toda costa ponerme a pensar en él, mirar hacia atrás y recordar el pasado era una mala idea. Debía concentrarme en lo que tenía ahora y en todas sus ventajas.

Decido enumerar las ventajas de mi soltería mientras me enjuago el cuerpo.

Una, tengo tiempo absoluto para mí; dos, no comparto la cama con nadie; tres, tengo mi propio lugar; cuatro, puedo hacer lo que se me plazca cuando se me plazca; cinco, puedo mirar, coquetear y tocar quien quiera; seis, no tengo que complacer a nadie; siete... bueno, en la marcha se me irán ocurriendo más.

Salgo de la ducha rápidamente y entro a la habitación buscando ropa limpia.

Al ver la enorme ruma de ropa sobre el escritorio me doy cuenta de que sería buena idea lavar mi ropa de vez en cuando.

Tomo la ropa deportiva de mis cajones viendo que es lo único que me queda limpio.

Ni bien termino de ponerme los pantalones mi teléfono comienza a sonar.

—¿Mamá?

—¡Niña ingrata! –me chilla ofendida desde el otro lado de la línea.

Alejo el aparato de mi oído momentáneamente.

EL PLAN SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora