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Mis planes de decirle toda la verdad a Tom se vieron frustrados

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Mis planes de decirle toda la verdad a Tom se vieron frustrados. Él debía quedarse en el trabajo un par de horas más, él se sentía contento puesto que ya parecía que empezaban a tomar interés en él. Ya no se la pasaba viendo las musarañas desde su cubículo.

Aparto los libros dejándolos sobre el escritorio de mi habitación. Había terminado de estudiar para mis exámenes y ya había culminado mis documentos sobre el caso.

Tenía formuladas algunas teorías acerca del caso, y según yo son muy buenas, pero temo comentárselas a Daniel o al señor Cooper, tengo miedo de que piensen que son bobas.

Creo que lo del vecino amante es solo un malentendido, no creo que Melanie haya estado engañando al señor Baraff, he tenido la oportunidad de hablar con ella, he tenido la oportunidad de profundizar en ella y de observar su comportamiento. No parece ni creo que sea el tipo de mujer que asesina a su esposo.

Las pruebas dicen lo contrario, pero yo sé que no es como parece.

Dakota aparece en el umbral de la puerta, con dos botellas de Stella Artois en las manos. Me sonríe débil y me propone sentarnos en el balcón de su habitación.

—Estuve pensando —dice—, estuve pensando en Sam, en nosotros...

Obtiene mi atención completa.

—Tengo miedo —dice al cabo de unos segundos.

La pequeña frase sale de sus labios cargada de temor, temor que parece haber tenido reprimido durante un largo tiempo.

—¿Miedo de qué, Dakkie? —pregunto preocupada.

Deja su botella de cerveza en la pequeña mesita en medio de las tumbonas, el frío viento de aquí afuera le revuelve suavemente el cabello, el cual le ha crecido un poco estos últimos meses. La infantil mirada de Dakota se encuentra con la mía.

—De que la historia se repita —murmura—. De que de repente todo se vaya al drenaje y que Sam se vaya.

Miro a mi amiga con expresión triste, pero con un poco de comprensión en ella. No es ningún secreto que Dakota le ha temido al compromiso por años. El divorcio de sus padres arruinó su percepción del amor, el final de su romance de años la dejó destruida. Su corazón ha sido revolcado, pateado y escupido, es por eso que ella creó ese enorme e indestructible muro, muro que la separaría de todo aquello que ella considerara posible amenaza.

—Eso no sucederá —le garantizo.

Sam es un hombre con buen corazón, buenas intenciones, siempre buscando lo mejor para mi amiga, siempre cuidando de ella. Él comprende sus miedos, él respeta sus miedos, él ha logrado que ella avance. La ama más que a nadie. Él jamás la dejaría.

—No por ahora, quizá —dice encogiéndose de hombros—. Todo con el tiempo fracasa, podremos estar bien ahora, podemos prometernos el mundo, puedo estar frente al espejo llorando de felicidad imaginaria mientras pienso en cómo me vería vestida de novia... pero ambas sabemos, que ese final que nos pintan en las películas, no es más que eso, el final de una historia hecha a base de mentiras. Esos finales no existen.

—No hables así —le digo—. No te hagas esto, él está aquí, y no planea irse... no le des la espalda así a Sam. Él no es tu padre, ustedes no son tus padres, el fracaso de su matrimonio no es hereditario.

Limpio las lágrimas de mi amiga y sonrío.

—Una vez me dije a mi misma algo, un juramento mas bien... —digo captando su atención completa—, dije que el día que te vea enamorada otra vez, enamorada de verdad yo volvería a reconsiderar el matrimonio.

Ella me sonríe, aún con los ojos hinchados por su leve llanto.

—Pues vayamos por revistas de moda —ríe—, porque estoy enamorada, tanto que temo que él se me escurra por los dedos, como si hubiese sido solo un sueño.

Me ablanda escucharla decir eso, mi corazón da un vuelco alegre y me arranca la primera sonrisa de alegría real en lo que está siendo el cierre de una semana de mierda.

—Él es real —le recuerdo—, no pienses en todo lo que puede salir mal. Piensa en todo lo que te hace feliz y ve tras ello.

—No debo temer —dice para ella misma—. Y tú tampoco.

Ruedo los ojos.

—Esta semana has estado en otro mundo, Aria —dice como reproche—, trabajas como loca y estudias como loca, hasta parece que lo haces con el fin de mantenerte tan ocupada que no puedas pensar en nada más que lo que haces en ese momento ¿Todo en orden?

¡No! ¡Nada está en orden! ¡Salgo a comer con Roy todos los puñeteros días de trabajo!

—No, nada está en orden —suelto—. Llevo una semana viéndome con Roy a espaldas de Tom. Me siento tan culpable. Tengo miedo de que los chismes corran y él se lleve la impresión incorrecta de la situación.

El rostro de Dakota se deforma.

—¡Es que todo en eso es incorrecto, Aria! —exclama— ¡¿En qué pensabas?!

—¡Solo quería llevar la fiesta en paz, sus insistencias comenzaban a abrumarme!

—¡Lo hubieses mandado a la mierda!

—¡Pensé que si lo hacía podría superarlo todo de una vez!

—¡No funciona así! —me grita— ¡Solo te confundirás más! Termina esto de una vez, y ve por el que sí vale la pena... deja a Roy a un lado, deja de intentar rescatar algo muerto, no pueden ser amigos, jamás será una amistad sana, te confundirás, confundirás ese leve enamoramiento que reside en ti con amistad, y jamás vas a dejar de vivir para él.

Agacho la cabeza como cachorro amedrentado y asiento. Tiene razón.

—Tom no merece esto, Aria —dice tomándome por los hombros.

Su mirada y su voz se han suavizado. Me mira con preocupación.

—Planeaba contarle todo hoy, pero le ha tocado trabajar —digo—. Mañana mismo soluciono todo esto, antes de que las cosas empeoren.

Solo espero que ambos hombres tomen las cosas con calma. Espero que Tom me perdone, y espero que Roy entienda que lo mejor es que esté lejos de mí.

"Jamás volveré a mentir" —me digo a mí misma.

Pero, en el fondo sé, que eso es solo otra mentira irónica.

EL PLAN SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora