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Seguía echada sobre la cama

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Seguía echada sobre la cama. Veo como todo el exterior se mueve desde mi ventana. Dakota revuelve cosas allá en la sala mientras se ríe al teléfono.

Me encojo en mi sitio y tomo un profundo respiro.

Vaya tonta que he sido al intentar tapar el sol con un dedo.

Y vaya tonta he sido al pensar que por extrañar a alguien me convierto en débil.

Extraño a Tom y me he dado cuenta de lo mucho que lo extraño con tan solo verlo. Mi corazón se aceleró en cuanto me habló y por un momento olvidé como entablar una conversación.

Me niego a derramar más lágrimas por lo que voy al baño y me lavo la cara con agua fría.

Extrañar es normal.

Salgo de mi habitación encontrándome con un carnaval en la sala.

—¡Mira estas revistas que me he conseguido! —me chilla Dakota en la cara.

Me pone varios volúmenes de revistas en las manos.

Revistas de novias.

—Mira, hay que ir viendo que voy a usar, que vamos a tener en la recepción, los vestidos de damas...

—Esa es mucha emoción —digo.

—Ay, Aria... Me voy a casar ¿Te das cuenta de que hemos entrado a una realidad alterna? —dice echándose sobre el sofá dramática.

—¿Te das cuenta de que ni siquiera tienen fecha?

—¿Te das cuenta de que esto se hace exactamente para eso? —eleva una ceja—. Amiga, para ser una ex comprometida pareces virgen en estos asuntos.

Me rio.

—Bien, vamos a ver estas revistas —digo.

Nos sentamos en la alfombra a recortar imágenes, reunir números, fantasear con la decoración.

Dakota se pone una de las cortinas que saqué de la lavandería como velo y toma las flores de la mesa de centro, se pasea por la sala bailando vals con la nada.

Se detiene frente al espejo y se queda mirando a sí misma. Sonríe y veo que sus ojos se vuelven acuosos.

—Ven —me pide.

Me acerco a ella y la miro.

Se quita la cortina y me la pone a mí en la cabeza.

Niego y hago ademán de quitármela.

—No —coloca bien la tela sobre mi cabeza y me entrega el pequeño ramo de rosas artificiales.

Me miro al espejo, enfundada en este extraño disfraz que jamás llegue a usar.

—Mi vestido no llegó —digo.

—Aún lo tienen en la tienda —dice.

—Llamé para que me lo envíen...

Al fin y al cabo pagué mucho por él.

—¿Qué harás con él? —pregunta.

—No lo sé.

Dakota me sonríe tranquilizadora.

—Vamos a bailar —dice jalándome al centro de la sala y obligándome a mover mi cuerpo.

Esto es especial para ella. Quiero que tenga la mejor experiencia.

—Ven, vamos a buscar decoración —le digo.

*****

Daniel estrella el vaso contra la mesa y choca los puños con sus amigos. Gira hacia mí y me mira con superioridad.

—Bah, bebes como quinceañero —le digo antes de empinarme dos vasos uno tras de otro.

A pesar de que al girar hacia el veo el triple de Daniels de los que en realidad existen, me las arreglo para sonreír con autosuficiencia.

—Cuidado con tu cabeza —dice riendo—, que el cuerpo se te va para un lado.

—Muy chistoso —le digo.

—¿Qué te sucede hoy? —pregunta tendiendo una botella de agua hacía mí— Jamás me habías llamado para beber.

—Hoy tenía ganas de hacerlo.

—Estamos haciéndolo.

—Me sentía aburrida, ya sabes con todo el trabajo...

—Te entiendo, está bien que quieras relajarte... Y bueno, no es pro arruinar tu onda pero la última sesión es en tres semanas.

¿Cómo?

Tomó los bordes de la barra y finjo que voy a estrellar mi cabeza contra esta.

—¡Vamos, compañera! —exclama— ¡Podemos ganar este caso!

—No, lo que yo quiero es una siesta digo.

—No voy a mentir, estoy nervioso —tiembla falsamente.

—Yo más —me rio.

—Oye, oye... ¿Viste que abrieron un karaoke en la otra cuadra? —pregunta Jamie.

—¿Nos estás echando? —pregunto.

—No, mi turno acaba en cinco minutos —dice— ¿Vamos?

Estoy medio ebria ya... Sí, el alcohol me priva de la vergüenza.

—Vamos.

Jamie canta Celebration de Kool & The Gang mientras hace un baile disco extraño.

Resulta que es un karaoke lleno de mayores de treinta que vienen a cantar canciones de los ochentas y noventas. Hay gente joven, pero no demasiada.

Daniel se parte de risa a mi lado mientras anima a su amigo a seguir cantando. Lo hace terrible, pero la gente parece disfrutar.

—¡Vamos, Ritt! —Daniel me sacude por los hombros haciéndome mover— ¡Celebrate good times! —canturrea.

La canción acaba y Jamie regresa a nuestra mesa aun bailando.

Este chico tiene una energía increíble. Todo el tiempo lo pasa como si fuese una fiesta.

—Tu amiga se va a casar ¿No? —pregunta Daniel.

—Sí, qué loco.

Conversamos un poco sobre eso. Logro pasar un buen rato. Mi ánimo sube bastante en cuestión de minutos, sobre todo cuando Daniel sale a cantar Never Gonna Give You Up de Rick Astley. Daniel es como un meme andante durante toda la canción.

Me siento contenta. Me siento tranquila.

EL PLAN SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora