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Entro a la cama y me cubro con las sábanas intentando tomar calor

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Entro a la cama y me cubro con las sábanas intentando tomar calor. Me acurruco al lado de Tom, el cual lee un libro sobre inteligencia emocional, al parecer. Él estira su brazo, dejándome ver sus tatuajes, me rodea con este y me atrae hacia él, abrazándome.

Lee en silencio unos segundos más y luego procede a dejar su libro en la mesa de noche.

—Hola —murmuro en cuanto tengo sus ojos sobre los míos.

—Lamento no hacerte caso, el capítulo estaba interesante —dice dándome un beso en la frente.

—Oh, no, no me molesta, Tom —le digo.

—¿Quieres hablar sobre algo o prefieres dormir ya? —pregunta mirándome con ternura.

Mi corazón se derrite un poco ante esa mirada y ante lo casual que parece ser esta situación.

Siento como si esta fuese la noche número cien que duermo con él.

—No lo sé —respondo— ¿Deseas contarme algo?

Tom sonríe.

—No tuve un día muy interesante, solo trabajo y lectura, preciosa —dice.

¿Preciosa? Mmh... Me gusta.

Tom acaricia mi rostro y me besa los labios con dulzura. Mi corazón se derrite, pero al mismo tiempo una alerta se enciende dentro de mí.

Creo que me estoy enamorando de Tom.

—Yo tampoco tuve un día muy interesante —digo.

—¿Ah, no? —pregunta juguetón— ¡La mujer más lista de este planeta ha conseguido su primer caso!

—Soy solo una ayudante —digo—, pero estoy feliz.

—¿Ayudante? Espera un poco más, serás más importante que el mismo Cooper —dice con su dentadura blanca y perfecta, por lo menos para mí.

—Tú también eres brillante —le recuerdo.

—Por ahora mi tarea es servir cafés y jugar a encestar papeles en el basurero de la oficina —dice un poco desanimado.

—Pronto llegará lo tuyo —le digo reconfortante.

—Estoy orgulloso de ti —dice.

Sonrío cansada antes de abrirle paso a un gran bostezo.

Ha sido una semana agotadora y estresante, lo único que me permitió relajarme siquiera un poco fueron mis amigos y Tom.

Pienso en Roy hoy en la oficina, me llené de coraje de tan solo verlo.

Tom se acomoda en la cama y sin decir algo más cae rendido sobre la almohada.

Apago la lámpara de la mesa de noche y procedo a acurrucarme más cerca de él, en busca de sueño.

Mi teléfono comienza a vibrar y en un intento desesperado de apagarlo contesto la llamada sin ver el identificador.

—Hola —susurro levantándome de la cama y saliendo de la habitación.

—Aria, lamento llamarte casi a la medianoche pero es que ya no podía más —dice Roy acongojado al otro lado de la línea.

Alejo el teléfono de mi oído brevemente y tuerzo los ojos.

—¿Qué quieres? —pregunto con evidente fastidio.

—Mira, enserio lamento lo del almuerzo de ayer —dice—, no debí decir varias cosas de las que dije y no debí tratarte de la forma en la que lo hice.

Me quedo en silencio, aguardando a que diga algo más, pero no lo hace.

Esta es una tontería por completo. No tiene porqué llamarme, ni porqué seguir buscándome.

—Mira, Roy, es tarde y...

—Lo sé, solo quería pedir perdón —dice—, lo siento.

Otra cosa que no tiene sentido es guardarle rencor y hacerme hígado por estas cosas. Así que simplemente alejaré lo negativo, y lo perdonaré. No por él, sino por mí y mi paz mental.

—¿Por qué te levantaste? —la voz somnolienta de Tom suena a mis espaldas.

Alejo el teléfono de mi oído.

—Llamada a medio sueño —digo poniendo los ojos en blanco.

—Pensé que te había pasado algo —dice acompañado de una risa tonta—, volveré... a la... cama.

Tras varios bostezos logro escuchar cómo se acomoda entre las sábanas de la cama.

Pongo el teléfono en mi oído.

—Lo siento —digo—, ¿Qué decías?

—¿Él duerme contigo? —pregunta sorprendido.

—Eso está a años luz de ser de tu incumbencia —le recuerdo.

—Lo sé —dice— ¿Sabes? Se supone que nos casaríamos en tres semanas.

Pongo los ojos en blanco.

—Mira, no empieces con tonterías, te perdono por ser un idiota el día de ayer, tengo que descansar, he trabajado todo el día. Buenas noches.

Sin esperar respuesta cuelgo y voy a la habitación encontrándome con Tom profundamente dormido.

Olvidaré los últimos diez minutos y volveré a mi tranquilidad anterior.

Me echo a su lado admirando su rostro. Lo acaricio con delicadeza, con miedo de despertarlo.

Su respiración es lenta, su pecho sube y baja armoniosamente.

Tom es tan guapo y tan dulce, no puedo creer que haya pensado tan mal de él al inicio. Estoy asustada de la intensidad de mis sentimientos por él, todo ha pasado tan rápido que tengo miedo que así de rápido acabe.

—A veces deseo que me ames tanto como yo te amo a ti —murmura.

Me quedo fría, observándolo y asimilando lo que acaba de decir.

Está dormido, lo ha dicho entre sueños, pero aun así mi corazón se hunde y por un momento siento dolor.

Ay, Tom... mi pobre Tom.

Acomodo la ropa de cama, abrigándolo.

—Creo que puedo llegar a hacerlo —murmuro sabiendo que no me oye.

Porque es así, creo que podría llegar a amar a Tom.

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