19

3.2K 251 52
                                    

Abro los ojos, la luz del día se ha ido, Tom ya no está dormido sobre mis piernas y ahora soy yo la que está tendida y abrigada con una cobija en el sofá

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Abro los ojos, la luz del día se ha ido, Tom ya no está dormido sobre mis piernas y ahora soy yo la que está tendida y abrigada con una cobija en el sofá.

Miro mis pies.

Incluso me ha sacado los zapatos.

Me siento, desperezándome.

Tom sale de una habitación, secándose el cabello.

Se ha cambiado el pijama por pantalones cómodos, una sudadera y un par de medias graciosas.

—Despertaste —dice dejando su toalla sobre una silla.

Se ve mejor que hace rato.

Bésame, por favor.

—Eso parece —murmuro aún con voz ronca.

Tom se acerca al sofá y con sus manos comienza a peinarme.

—Te veías muy a gusto, no quise despertarte —dice aplastando mi cabello sobre mi cabeza.

Mi cabello debe estar hecho una horrible maraña imposible de peinar.

—Yo debería cuidarte —digo haciéndole espacio en el sofá.

—No tendrías qué, pero gracias —dice.

Él se sienta junto a mí, sonriendo dulce.

Me derrito.

Emito un quejido y dejo mi cabeza caer sobre su hombro derecho, aspiro su aroma y me derrito por dentro.

¿Cómo le hacen los hombres para siempre oler tan bien?

Tom peina mi cabello despacio, poniéndolo tras mis orejas, lo cual, por alguna razón me trae el recuerdo de mi padre haciéndome exactamente lo mismo antes de ir a la escuela en quinto grado.

Cuando yo estaba en primaria mi padre era quien me ayudaba a alistarme en las mañanas y me peinaba, en ese entonces mi mamá trabajaba todo el día, por lo que mi papá cuidaba de Stan y de mí. Él solía hacerme dos colitas, y yo las adoraba aunque estuviesen chuecas y se me escapase uno que otro mechón de cabello.

Mi corazón se siente completo y por un segundo siento que no hay herida qué sanar.

Sonrío ante el recuerdo que Tom me trajo.

—¿En qué piensas? —pregunta él, mostrándose divertido.

—Un recuerdo de mi padre —respondo aún embelesada por el adorable sentimiento que la memoria me trajo.

Tom me sonríe un poco nostálgico.

—¿Extrañas a tu familia? —le pregunto.

Jamás le había preguntado por su familia, y tampoco si los extrañaba. No sabía mucho del pasado de Tom, solo rumores.

—Un poco —responde—, extraño a mi mamá todo el tiempo, las llamadas dejando un día no son suficientes.

Sé lo que se siente extrañar a mamá.

EL PLAN SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora