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Con la mejilla aplastada en el brazo del sillón y su vaso rojo vacío entre sus piernas, Jimin sintió su entrecejo tensarse un poco más. Podía apostar que si la pareja que se estaba tragando la boca a unos metros de él no estuviera tan caliente o drogada de la marihuana que se había estado distribuyendo en la fiesta hubieran podido sentir el disgusto en la mirada que les dirigía desde el sillón.

Sentía que en cualquier momento aparecería un borrón de censura cubriendo sus caras.

Ah, ¿cómo demonios había terminado ahí?

—Ten, te traje cerveza —Hoseok apareció por el costado, ofreciéndole un vaso y hablando por sobre el volumen alto de la música—. El resto de las botellas se dividían entre tequila, vodka, jugo, y mezclas raras de las que ni siquiera quise acercarme. Ya sabes, por precaución. 

—Gracias, Hobi.

El alfa le mostró una sonrisa dulce y se arrojó a su lado en el sillón, cuidadoso de no derramar ni una gota. Jimin se acomodó de nuevo, con la espalda floja afirmada entre almohadones -de muy mal gusto, por cierto- y más cerveza dirigiéndose a sus labios. De reojo, pasó a observar el perfil de Hoseok otra vez.

Jimin consideraba que el concepto que provenía de mirar y observar eran totalmente diferentes.

Lo había comenzado a considerar después de conocerle.

Con el alfa muchas cosas eran especiales. Cuando el mundo a su alrededor se detenía a mirar, no pasaba mucho tiempo hasta que comenzaran a observarle. Su personalidad, sus buenos rasgos. 

Nadie podía olvidarse de Hoseok una vez lo dejabas entrar en tu vida, porque él hacía su propio camino en ella. Sin permiso.

Esa era su explicación. Que por eso, por su brillante amabilidad y tiernos rasgos, y aun a pesar de lo que sucedió en Septiembre, Jimin todavía no podía dejar de observarle.

—¿Pasa algo?

Jimin bajó los ojos a su vaso rojo, negando con la cabeza.

Hoseok le quedó mirando un rato. Silencio entre ellos, incluso con la música fuerte retumbando en la casa.

—¿Entonces piensas quedarte aquí toda la noche? —preguntó el alfa luego, con una ceja arqueada y una sonrisita molestosa.

Jimin sonrió. —En mi defensa, yo no quería venir. Jungkook me ha obligado.

Agradecía el cambio de ambiente en la conversación.

—Jungkook quiere que dejes de molestarlo todos los días con tu discurso de disconformidad sexual. Eso, o que te cases pronto —puntualizó—. Cualquiera sea la primera en suceder dudo que le interese —El omega rodó los ojos, bebiendo un sorbito de cerveza—. ¿Ya ha llegado el supuesto amigo no-religioso de Yugyeom que Jungkook te iba a presentar?

Jimin asintió, apuntando con el mentón en dirección a la entrada. —Es el de allá.

—HMMM —Hoseok alzó las cejas cuando le encontró. Alto, cabellera castaña. Linda sonrisa, grandes orejas—. No parece un depravado, ni un santo. Pero bueno, quién sabe. Quizá es hasta sacerdote y jura castidad en honor a la Madre Luna —Después de un segundo de lo que pareció su análisis más rápido de la semana, Hobi le miró y volvió a asentir—. Ignorando eso, sí parece tu estilo.

—No quiero tener sexo con él.

—¿Oh?

—No estoy de humor.

—Jimin, cuando digo que es un sacerdote lo digo de broma. ¿Entiendes? BROMA. Que parezca uno no significa que lo sea. O al menos no todavía.

—No estoy de humoooor.

FREE HUGS || YM || ~MilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora