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Yoongi se echó una última mirada al espejo antes de salir del baño, desordenándose un poco el cabello y asegurándose de no tener nada entre los dientes. Ha estado esperando por ese día, luchando por ser lo menos impaciente posible. No se ha comunicado con Jimin en lo absoluto, con excepción del mensaje que acababa de enviar mencionándole que ya iba en camino.

No era tan temprano, pero tampoco tan tarde. Se aseguró de salir solo cuando estuvo seguro que la última clase del omega ya estaba terminada, así que iba a paso seguro. Caminó por los pasillos húmedos del exterior de los dormitorios y anduvo hasta llegar al edificio de los omegas. Ahí, se tomó unos cinco minutos más de caminata para llegar a la puerta del dormitorio.

Estuvo a punto de tocar cuando algo de pronto cruzó su mente.

Bajó la mirada y sacó el celular de su bolsillo, revisando los mensajes que envió antes.

Ni siquiera alcanzaron a ser recibidos.

—Mh.

Decidido a no pensar las cosas demasiado, especialmente porque ya estaba ahí y no tenía sentido averiguar lo que ocurría por su cuenta, Yoongi alzó la mano y tocó algunas cuantas veces la puerta.

Al primer llamado nadie contestó.

¿Quizá a Jimin se le olvidó que se suponía iban a juntarse?

Al segundo llamado, Yoongi alcanzó a escuchar ruido en el interior.

Vale, quizá sólo estaba en la ducha.

Al tercer llamado, la puerta se abrió. 

En pijamas, con la nariz y mejillas sonrojadas, el cabello desordenado y ojos cristalizados. Aunque todavía bonito, el alfa, al fin después de días sin verle, miraba a Jimin ahí de pie. En su semblante la clara definición de un resfriado. 

—Demonios, ángel —Yoongi puso mala cara—. Te ves terrible.

Jimin soltó un gruñido y le tiró una caja de pañuelos en la cara, sacándole un quejido.

—¡Tú te ves como la mierda! —gritó, justo antes de tambalearse y terminar con las manos en sus rodillas. 

Yoongi lo miró preocupado, quitando la mano de su frente. —No sabía que estabas con un resfriado... —murmuró—. Vine porque se supone que nos juntaríamos hoy.

—¿Ya es jueves? —preguntó el menor, levantando la mirada con expresión adolorida. 

Yoongi asintió. —Y van a ser las cuatro.

Jimin cerró los ojos y exhaló, soltando un débil gemido desalentado, como si tan solo estar parado le doliera. 

Yoongi quería sostenerlo y quitarle algo de ese peso. 

Pasando la mano por su nuca, suspiró. 

—Vale, ahora entiendo por qué no me contestabas los mensajes —Apartando al omega del camino con cuidado, Yoongi se hizo paso al interior del dormitorio. El rubio le sostuvo el brazo con ambas manos y comenzó a tirar de él, soltando chillidos molestos—. ¿Tienes el celular apagado? —Jimin asintió, sin levantar la mirada o soltar su brazo—. Y estás solo —Jimin no se movió por unos segundos, hasta que volvió a asentir—. Entonces, no le has contado a nadie que estás resfriado porque no quieres que te vengan a cuidar, o porque eres un orgulloso. ¿Algo así? ¿No quieres molestarlos o eres orgulloso?

El omega sorbió por la nariz. —Qué importa. Vete, no haremos nada hoy.

—Obviamente —bufó Yoongi, metiendo las manos en los bolsillos y adentrándose más al dormitorio. Jimin soltó un gemido cansado, casi hasta triste—. Ven —Cerró la puerta detrás del omega—. Recuéstate en la cama.

FREE HUGS || YM || ~MilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora