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Yoongi aún sentía el aroma de Jimin amarrado a su ropa. A su piel. Potenciado por el dulzor de su propio aroma cada vez que era consciente de haber sido marcado tan bien por el omega. De forma tan permanente, como si cada segundo que pasó en su cuello, frotando su mejilla con él, hubiesen sido las más sinceras intenciones de declararlo suyo. 

No por un error, no por haber estado ebrio. 

Yoongi, de todas formas, no quería ilusionarse. Mucho ya lo había hecho con ese beso en la playa y lo que sucedió luego en el dormitorio. Que la marca de su aroma siguiera ahí, pegado a su presencia como si fuese natural e inevitable, no podía significar lo que él tanto quería que significara.

Y si sí era así, quería esperar por una confirmación. Una señal, al menos. No dependería de la intuición paranoica de su lobo para definir si Jimin le marcó con intenciones personales o no. Solo sabía que le alegraba.

—¿Qué haces aquí afuera? 

Yoongi se giró para ver de dónde venía la voz.

Jimin llegaba con un abrigo blanco sobre un suéter del mismo color. Se veía pequeño e indefenso en él, para nada acorde a su personalidad chispeante. Sus mejillas y nariz sonrojadas por el frío. 

—¡Está helando! ¿Crees que por ser alfa no puedes pescar un resfriado?

Yoongi soltó un suspiro, como si aquel reclamo fuera el milésimo en su relación de cuarenta años de casados. 

No es que-

¡No! ¡No estaba pensando en matrimonios! 

¡Fue una terrible comparación! ¡Terrible! 

La risita de Jimin lo sacó de su mini ataque. Soltó un quejido cuando el omega le rodeó los hombros y le abrazó. Yoongi puso mala cara, pasando los brazos por su cintura y devolviéndole el abrazo antes de que el omega volviera a separarse un poco de él, quedándosele mirando con diversión. 

—¿Por qué de pronto pusiste esa cara? —se rio. 

—Es mi cara de usual pánico cada vez que te veo —le dijo, por completo sincero.

Jimin rodó los ojos, acomodándose hasta que dejó apoyadas las manos sobre sus hombros. 

—No estoy seguro si eso es un halago, un intento de coqueteo o un grito de ayuda. 

Yoongi se lo pensó, todavía sujetando su cintura. —Puede que de todo un poco —Jimin sonrió, sus ojos brillantes y sonrojo prolongado. Yoongi pudo sentir las comisuras de su boca levantándose sin permiso—. ¿Quieres un café? Tengo tiempo libre. Yo invito.

—Vale. 

Ambos pasaron por un fugaz corto circuito cuando se vieron todavía junto al otro. Yoongi emitió una risa nerviosa y lo soltó, permitiéndole el paso a la cafetería tras él. El omega avanzó al pequeño local sin saber tampoco qué hacer ni dónde había dejado la confianza que rara vez lo abandonaba. Yoongi fue detrás de él, lamentando su vida.

Cada uno pidió su café favorito junto a un trozo de tarta y dos pequeños muffins. Se acomodaron en medio de la cafetería, frente a frente, y jugaron un poco a molestarse. Nada fuera de lo usual. 

—La semifinal es este jueves, entonces —Yoongi asintió, mientras probaba con un párpado tembloroso el muffin de arándano—. Dámelo, no te ha gustado —Jimin recibió el panecillo y le dio un mordisco, gustoso. En cambio le dio su muffin con gusto a naranjas. A Yoongi le brilló la expresión cuando le dio una probada—. ¿Crees que ganarán?

—Somos un buen equipo —aseguró, limpiándose las migas de su suéter negro—. Tenemos una buena probabilidad. 

Jimin asintió, convencido. Los ha visto jugar, sabe que las estrategias que usan y el talento de los jugadores son más que suficientes para ganar cualquier juego. El asunto aquí solo era si el equipo contrario tendría mejores estrategias o no. 

FREE HUGS || YM || ~MilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora