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Tras la ventisca que ocurrió durante la mañana, el día bailó entre lo malo y lo fatal.

El frío le estaba haciendo burla a sus huesos y su cara destapada ya la tenía por poco paralizada. Cualquiera diría que en una mueca, pero no, esa era su cara habitual. Y aunque había dejado de nevar hace ya un buen par de horas, Yoongi de todas maneras tendría que cruzar un casi Himalaya hasta su habitación con su mejor estrategia para su conservación de calor: las manos metidas en los bolsillos y su congelada expresión desolada escondida en una capucha del grosor de una hoja.

Antes de la hora de almorzar acompañó al resto del grupo a continuar con el tema de los abrazos por tercer día consecutivo, solo para ver si se podía volver a encontrar con el angelito del otro día. Casi quedó con el cuello torcido de lo tanto que se paraba a mirar si venía, pero al final se congeló el trasero por nada, porque ni el de ojitos celestes ni los otros dos sujetos que le acompañaban aparecieron; y perdió el tiempo tres horas en la habitación de Namjoon por nada también, sin recibir ni un texto del otro par de creídos en toda la tarde. 

Así que ahí estaba, caminando por el muy mojado pasillo de fuera de los dormitorios para bajar y dirigirse hasta su propio dormitorio en el segundo piso, sin ninguna respuesta de dónde podría encontrar al angelito ni esperanzas ya para volverle a ver.

Todo estaba yendo tan mal.

Taehyung y Jin no le contestaban los mensajes, Namjoon lo había echado del dormitorio porque quería llevar a su nueva novia a cenar, y él se quedaría con el recuerdo de su angelito disolviéndose poco a poco hasta los últimos días de su vida.

Ah, quizá tendría que contratar a algún artista para dibujar lo que recordaba de su carita para tener al menos algo que ver el día que ande de moribundo balbuceando su inmenso pesar. No confiaba mucho en su memoria actual, qué iba a confiar en la memoria de un Yoongi cuarenta años más viejo.

Mientras se acercaba a la escalera sosteniéndose de los barandales del pasillo, estremeciéndose cada vez que un poquito de viento aparecía, escuchó la escandalosa risa de Jin en algún lado. Se paró, sin ni siquiera pestañear, y se inclinó de inmediato a los barandales para echar una mirada hacia el estacionamiento.

Gruñendo, y sabiendo que iba a encontrar a Jin en la cafetería del primer piso, se apresuró a las escaleras. Sin escuchar, ver o percibir nada, solo pensando en que Jin prometió ayudarle a encontrar al angelito, y que no iba a permitir que se rindiera y anduviera engulléndose la cafetería entera sin al menos cooperar con él unos días más.

—Escuché que me estabas buscando.

Dejando repentinamente de respirar, Yoongi dirigió los ojos, el corazón y el alma en dirección a la imprevista voz que había aparecido a sus espaldas. Ahogándose de la sorpresa cuando, viendo el angelical rostro de aquel precioso omega, se resbaló a orillas del escalón para comenzar a caer por las escaleras.

—¡OH, POR DIOS!

El mundo pareció irse de cabeza, sintió un impacto en su pierna, cadera, y costillas, para después de pronto perder la total consciencia de su ubicación y sentir el cuerpo rodar por los escalones como una rueda, terminando en algún momento tirado en el suelo con las extremidades esparcidas por todas partes.

—¡OH, DIOS! ¡LO LAMENTO TANTO! —Yoongi, que seguía dejando ir el aire como un globo desinflado, alzó lentamente el mentón para ver al angelito bajando las escaleras como cualquier ser humano normal: de pie—. ¡Esto es mi culpa, perdón! ¡No debí aparecer así! Oh, dioses.

Esto definitivamente NO era a lo que se refería cuando decía que le gustaba ver alfas muriendo por él.

El muchacho, con el flequillo desordenado sobre los ojos por lo rápido que había bajado, terminó afirmando las rodillas en el suelo para asegurarse de que seguía vivo. Por casualidad, en medio de las preocupadas preguntas del angelito, a Yoongi se le pasó por la cabeza que estaban en una posición perfecta para un beso estilo Spiderman.

FREE HUGS || YM || ~MilaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora